Ángelus: Ante la violencia en la India y en Nigeria, el Papa exhorta a la paz y pide
que sea común el horror y el rechazo ante tanta crueldad
Domingo, 30 nov (RV).- En este primer domingo de Adviento en el que iniciamos un nuevo
Año Litúrgico, el Santo Padre Benedicto XVI ha querido dirigir un llamamiento a favor
de la paz en el mundo. Lo ha hecho tras el rezo mariano del Ángelus que como es tradicional
ha presidido, -ante miles de fieles congregados en la plaza de san Pedro del Vaticano-
desde la ventana de su despacho privado en el Palacio Apostólico.
El Papa
ha invitado a que nos unamos en oración por las numerosas víctimas de los brutales
ataques terroristas de Bombay, en la India, y de los enfrentamientos desencadenados
en Jos, en Nigeria, así como por los heridos y por cuantos, de cualquier modo, se
han visto afectados. “Diferentes son las causas y las circunstancias de esos trágicos
sucesos, pero comunes tienen que ser el horror y el rechazo por la explosión de tanta
crueldad y violencia insensata”, ha dicho el Papa, pidiendo después al Señor que “toque
el corazón de quienes consideran que éste sea el camino para resolver los problemas
locales e internacionales, y sintámonos todos impulsados a dar ejemplo de mansedumbre
y de amor para construir una sociedad digna de Dios y del hombre”.
Y antes
del rezo mariano del Ángelus, Benedicto XVI en su alocución ha reflexionado sobre
la dimensión del tiempo que lleva al hombre de hoy muchas veces a decir que “le falta
tiempo”, porque el ritmo de la vida cotidiana se ha vuelto frenético. “En relación
a esto la Iglesia tiene una ‘buena noticia’: Dios nos dona su tiempo. Nosotros tenemos
siempre poco tiempo, especialmente para el Señor, no sabemos o, a veces, no queremos
encontrar ese tiempo. Pues bien, ¡Dios tiene tiempo para nosotros! Ésta es la primera
cosa que el inicio de un año litúrgico nos hace redescubrir con emoción siempre nueva”.
Precisamente
Dios nos dona su tiempo porque ha entrado en la historia con su palabra y sus obras
de salvación: “Ante esta perspectiva, el tiempo es ya por sí mismo un signo fundamental
del amor de Dios. Un don que el hombre, es capaz de valorar, o por el contrario, de
estropear; de acoger su significado, o de no cuidar con superficialidad obtusa”.
En
este sentido Benedicto XVI ha recordado que tres son los puntos cardinales del tiempo:
la creación; la encarnación-redención; y el juicio universal. Precisamente el tiempo
litúrgico de Adviento celebra la llegada de Dios, aunque como ha evocado el Santo
Padre, “el Señor está siempre en nuestra vida”.
Y recordando que cada uno
de nosotros, en la hora que sólo Dios conoce, será llamado a dar cuentas de su propia
existencia, el Papa ha señalado que esto “conlleva una separación de los bienes terrenales,
un arrepentimiento sincero de los propios errores, una caridad efectiva hacia el prójimo
y, sobre todo, una confianza humilde en las manos de Dios, nuestro Padre cariñoso
y misericordioso”.
Y tras el rezo mariano del Ángelus y el responso por los
fieles difuntos, Benedicto XVI ha recordado que hoy se celebra la fiesta del apóstol
san Andrés, hermano de Simón Pedro, y patrón del Patriarcado de Constantinopla, “lo
que une a la Iglesia de Roma a la de Constantinopla por un vínculo de fraternidad”.
Por este motivo, según la tradición, una delegación de la Santa Sede, presidida por
el cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de
la Unidad de los Cristianos, se encuentra de visita al Patriarca Ecuménico Bartolomé
I.
Por último el Papa ha saludado a todos los presentes en la plaza de san
Pedro en varios idiomas, y éstas han sido sus palabras en español durante las que
ha recordado el encuentro de Pastoral Penitenciara: “Saludo cordialmente
a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana, en particular
al grupo de profesores y alumnos del Colegio Claret, de Madrid. Deseo recordar el
reciente Encuentro Latinoamericano de Pastoral Penitenciaria promovido por el Consejo
Episcopal Latinoamericano, y aliento a quienes trabajan en favor de los hombres y
mujeres que han perdido la libertad, pero no la dignidad. También en estos casos se
han de respetar los derechos humanos fundamentales y buscar una recuperación y reeducación
que permita una reinserción de los encarcelados en la sociedad. Expreso mi cercanía
a ellos, los encomiendo en la oración y los bendigo, invitándolos a no sentirse solos
y a mantener la esperanza en el Señor, que es perennemente fiel a sus promesas de
salvación y viene a visitar su viña, que Él mismo ha plantado entre los hombres.
Feliz domingo a todos”.