Escuchar el programa Jueves, 27 nov
(RV).- Amigos oyentes, la semana anterior hicimos una breve reflexión sobre paz y
el rol protagónico que todos tenemos en generar en cualquier ambiente donde nos desempeños,
una convivencia grata y armónica. Son muchas las situaciones donde día a día podemos
generar mayor nivel de comprensión, de reconocimiento de nuestras diferencias con
otras personas.
Por ejemplo si con frecuencia discutimos con su pareja, es
fácil de vez en cuando, probar compartir la razón con ella, la verdad es que el ejercicio
resulta muy enriquecedor y constructivo para ambos, y se descubre además otras formas
de pensar los mismos problemas o situaciones que a diario vivimos.
Lo mismo
sucede con nuestros hijos. Muchas veces el exceso de trabajo, las responsabilidades
y los compromisos hacen que olvidemos la importancia que tiene para nuestros hijos
una caricia, un abrazo, el simple hecho de escucharlos. Abrázalos y decirles alguna
frase cariñosa que los haga sentir queridos e importantes. Hay que recordar que el
amor alimenta el alma, y es un ingrediente indispensable para que la familia se desarrolle
de manera equilibrada.
Todas estas señales de amor, son también señales de
nuestro propio amor, y la autoestima pasa necesariamente por consentirnos con esas
cosas que nos gusta hacer, que nos gusta comer, compartir. Leer un libro, ver una
buena película, ver un atardecer, caminar, jugar con las mascotas, en fin una serie
de cosas que nos gustan hacer y nos permiten sentirnos auténticos, a gusto con nosotros
mismos.
Lo mismo sucede con las personas con las que hemos tenido diferencias,
y a veces dejamos que el tiempo se encargue de nuestro asuntos, como dice la canción.
Pero el tiempo no tiene esa capacidad, al contrario, cada vez se hace más difícil
solucionar alguna diferencia con alguien. Y aquí el perdón y el amor juegan un papel
fundamental, pues nos alivia, nos reconforta y renueva en esa relación que puede ser
con nuestros amigos o incluso nuestra propia familia.
A veces los niveles
de agresividad y de intolerancia se presentan por que no escuchamos, porque somos
tercos, nos consideramos dueños de la razón, en fin nos ubicamos en posiciones irreconciliables
con otras formas de ver la vida o los procesos, formas de pensamiento que nos hacen
perder la perspectiva, y sobre todo provocan la exclusión y no la inclusión de personas
a nuestra vida, de formas de ver, de conocimientos.
Es posible, claro está,
tener posiciones diferentes de una persona o situación, pero asumir esas diferencias
con tranquilidad, con mucha comprensión y aceptación pueden ser la fórmula para un
mejor entendimiento. Las diferencias se deben aceptar, pero no desde islas o riveras
diversas, se acepta porque se incluye en lo que es diverso.
Hay una gran verdad
y es que para disfrutar la vida, para vivirla en plenitud, con todo lo bueno y malo
que tiene, hay que acepta que la vida se viven en el presente, que está ocurriendo
en este momento. Muchas personas eligen pensar en el pasado como si pudieran cambiar
esa parte de su historia, y se quedan allí añorando todo lo anterior, piensan con
gran temor en el futuro, y de verdad se pierden lo maravillo que nos ofrece la vida
en cada uno de sus momentos. Hasta la próxima semana.