El Papa reitera la necesidad y la urgencia de un diálogo renovado entre estética y
ética frente a la persecución a toda costa de la apariencia y la belleza exterior,
con el anhelo de salvaguardar a los jóvenes de lo efímero y los paraísos artificiales
Martes, 25 nov (RV).- «Suscitar maravilla y anhelo de lo bello, formar la sensibilidad
de las almas y alimentar la pasión hacia todo lo que es auténtica expresión del genio
humano y reflejo de la Belleza divina». Es la tarea y misión de los Académicos y de
los artistas, como ha recordado Benedicto XVI en su saludo a los participantes en
la sesión pública anual de las Pontificias Academias, animadas por el objetivo común
de «servir a la ser humano, haciendo resaltar su esplendor y sus responsabilidades,
su armonía y su misión».
El mensaje del Papa, que ha sido leído esta mañana,
está dirigido al presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, Mons. Gianfranco
Ravasi, que tiene el cargo de presidir también el Consejo de Coordinación de las Pontificias
Academias, que reúne a su vez a los presidentes de estas academias, que son siete.
Se trata de la Academia de Santo Tomás de Aquino; de la de Teología; de la Inmaculada;
de la Mariana Internacional; de la de Bellas Artes y Letras de los Virtuosos en el
Panteón; de la Academia Romana de Arqueología y de la Academia "Cultorum Martyrum".
Tras recordar que esta décimo tercera sesión pública está organizada por la
Insigne Academia de Bellas Artes y Letras de los Virtuosos en el Panteón, Benedicto
XVI pone de relieve la importancia del tema elegido. Es decir ‘Universalidad de la
belleza. Relación entre estética y ética’.
«Tema más que nunca significativo
para profundizar en la relación - aún más - en el diálogo entre estética y ética’,
entre belleza y acción humana, diálogo tan necesario y a veces tan olvidado o eludido»,
señala, el Papa, reiterando luego que «la necesidad y la urgencia de un renovado diálogo,
precisamente entre estética y ética, entre verdad y bondad, se nos vuelven a presentar,
no sólo por el actual debate cultural y artístico, sino también por la realidad de
cada día».
«En diversos ámbitos, en efecto, emerge dramáticamente la separación
e incluso a veces el contraste entre estas dos dimensiones», lamenta Benedicto XVI,
señalando en este contexto «la búsqueda de la belleza, comprendida aminoradamente
como forma exterior, como apariencia que se debe perseguir a toda costa». Y «la de
la verdad y bondad de las acciones que se cumplen para realizar cierta finalidad».
Pues en efecto, subraya también el Santo Padre, «una búsqueda de la belleza
que fuera extraña o en contra de la humana búsqueda de la verdad y de la bondad se
transformaría – como lamentablemente sucede – en mera estética. Y, sobre todo, para
los más jóvenes, en un itinerario que desemboca en lo efímero. En lo superficial y
banal, o incluso en una fuga hacia paraísos artificiales, que enmascaran y esconden
el vacío y la inconsistencia interior. Esta aparente y superficial búsqueda no tendría
ciertamente un respiro universal, sino que resultaría inevitable y enteramente subjetiva,
o hasta individualista, acabando incluso en la incomunicabilidad».
Una vez
más, Benedicto XVI subraya la necesidad y el compromiso de una ampliación de los horizontes
de la razón. «Hay que volver a comprender también la íntima conexión que enlaza la
búsqueda de la belleza con la búsqueda de la verdad y de la bondad. Una razón que
quisiera deshacerse de la belleza resultaría partida por la mitad. Así como una belleza
privada de la razón se reduciría a una máscara vacía e ilusoria».
Nuestro testimonio
se debe alimentar con la belleza que nos presenta el Evangelio, reitera el Santo Padre,
alentando precisamente a anunciar la belleza y la novedad de la Palabra de Dios y
recordando el Mensaje del reciente Sínodo de los Obispos.
También este año,
siguiendo la tradición instituida por su venerado Predecesor, el siervo de Dios Juan
Pablo II, Benedicto XVI ha asignado el Premio de las Pontificias Academias, que tiene
la peculiar finalidad de «suscitar nuevos talentos en varios sectores del saber y
alentar el compromiso de los jóvenes estudiosos, artistas e instituciones que dedican
sus actividades a la promoción del humanismo cristiano».
Acogiendo la propuesta
formulada por el Consejo de Coordinación de las academias pontificias, en esta solemne
sesión pública, el Papa ha galardonado al Doctor Daniele Piccini, que se ha distinguido
por su «compromiso tanto en el estudio de la poesía y de la literatura – en particular
de la italiana de los orígenes y del Renacimiento – tanto por su actividad en el sector
poético».
Asimismo, Benedicto XVI ha asignado la Medalla de su Pontificado
al Doctor Giulio Catelli, joven pintor, por su investigación artística. Y a la Fundación
Staurós Italiana, por la realización del Museo de Arte Sacro Contemporáneo y por la
organización de la Bienal de Arte Sacro, tradicional cita para los artistas que se
dedican a este sector.