Escuchar el programa Jueves, 13 nov
(RV).- Amigos oyentes, nuestra cordial bienvenida a estas reflexiones en familia.
Hoy abordaremos el tema del alcoholismo, un problema bastante común en América latina
y que desafortunadamente no perjudica sólo la salud de quien toma, sino que altera
todo el entorno familiar de esa persona.
Tomar bebidas alcohólica es una costumbre
del hombre tan antigua como él mismo, recordamos las bebidas fermentadas por los indígenas
y antepasados de todos los tiempos; pero debemos subrayar que desde siempre los mismos
grupos sociales han tratado de darle a la bebida un espacio, un tiempo y un contexto
preciso a fin de controlar su consumo.
Un consumo que se presenta muy atractivo
en los jóvenes, quienes son los que presentan tendencias mas descontroladas. De hecho,
para ellos es una forma de sobresalir, de llamar la atención. Recordemos que en los
años 60, los adolescentes buscaban en el cigarrillo una forma de auto-afirmación.
Fumando, casi siempre a escondidas, conseguían impresionar y llamar la atención de
un grupo. En los años 90, los jóvenes eligen las bebidas alcohólicas como forma de
expresar y realzar su rebeldía, marcar diferencias en su personalidad.
Lamentablemente,
los jóvenes de cualquier edad tienen acceso fácil a la bebida tanto en su casa como
en otros sitios. Y esa falta de discernimiento y de abuso hace que los jóvenes no
sepan en qué momento dejar de beber. Y lo más preocupante es que muchas veces son
cada vez más niños, entre los once y los 15 años que inician a beber.
Los efectos
iniciales causados por el alcohol son frecuentemente clasificados como desinhibidores.
En un primer momento, el joven se siente bien, potente e hiperactivo. Pero, al aumentar
la dosis de alcohol, el joven empieza a sentirse somnoliento, retraído, con una progresiva
disminución del nivel de conciencia, culminando algunas veces en el conocido coma
alcohólico.
Una persona en estado de embriaguez no consigue tener un equilibrio
en su caminar y mucho menos manejar un automóvil. Los reflejos quedan totalmente comprometidos
y la ingestión de grandes cantidades de alcohol puede resultar fatal. Otro problema
de salud muy común entre los adictos al alcohol es la aparición de dolencias hepáticas
como por ejemplo, cirrosis o la hepatitis alcohólica.
"El alcoholismo es una
dolencia lenta y progresiva". Quien afirma esto es un miembro activo de Alcohólicos
Anónimos, que comenzó a beber a los 12 años y cada día iba aumentando la dosis. A
los 22 años, ya formaba parte del grupo de Alcohólicos Anónimos. Hoy, a los 30 años,
para evitar recaídas, frecuenta las reuniones y debido a su experiencia, afirma "el
alcoholismo es una dolencia mucho más grave de lo que el común de la gente supone".
Muchos
especialistas médicos y psicólogos consideran que la bebida es la puerta de entrada
a otras dependencias que causan desvíos de comportamiento. "La adolescencia es una
fase delicada, especialmente porque los jóvenes quieren probar y experimentarlo todo".
¿Cómo
prevenir este mal? La manera más eficaz de evitar que los hijos caigan en el alcohol
es mantener abiertos los canales de comunicación. Un joven que puede hablar de lo
que le pasa con sus padres, tiene más oportunidad de ingerir bebidas alcohólicas con
naturalidad, sin caer en excesos. Existen tantas maneras en que los jóvenes pueden
sentirse diferentes, reafirmando sus personalidades y gustos, sin necesidad de caer
en riesgos de dependencia.
Es imposible acompañar a los hijos a todos los lugares.
Pero, las enseñanzas y los buenos hábitos transmitidos son los que acompañarán a los
jóvenes a lo largo de su vida. De allí que el papel de los padres es fundamental en
este aspecto.