Viernes, 7 nov (RV).- El I Forum católico-musulmán, iniciativa del Consejo Pontificio
para el Diálogo Interreligioso y representantes de los 138 líderes musulmanes que
escribieron una carta abierta al Papa, concluyó ayer en Vaticano con el apremiante
discurso del Santo Padre para que las religiones sean responsables artífices de la
paz en el mundo. En el comunicado final, hecho público en la tarde de ayer ambas partes
se declaran "satisfechas" del trabajo realizado" y los representantes de ambas religiones
muestran su común apoyo a la dignidad y los derechos de la persona.
El comunicado
recoge en 15 apartados varias afirmaciones comunes en cuanto al respeto debido a la
persona, independientemente de sus creencias. También afirma el respeto a los derechos
de las minorías y de la libertad de conciencia. Está previsto que el foro vuelva a
reunirse dentro de dos años en un país de mayoría musulmana, aunque sin especificar
en cuál.
En el primer punto, el comunicado muestra como la concepción de un
Dios fuente de amor es compartida por ambas religiones. “Para los cristianos, la fuente
y el ejemplo del amor de Dios y del prójimo es el amor de Dios por su Padre, por la
humanidad y por cada persona”. “Dios es amor”. “El amor de Dios es puesto en el corazón
del hombre por el Espíritu Santo”. “El amor es el fundamento y la suma de todos los
mandamientos” y “el amor de Dios es inseparable del amor al prójimo”. Mientras que
para los musulmanes, el amor es un "fuerza eterna y trascendente, que dirige y transforma
el respeto humano mutuo", y este amor emana de Dios.
Como consecuencia de ello,
ambas religiones proclaman que “la vida humana es el don más precioso de Dios a cada
persona" y que por tanto la vida humana debe ser "preservada y honrada en todas sus
etapas". “Sobre la sólida base de estos principios -se escribe en el texto- la persona,
al ser creada por Dios, exige el respeto de su dignidad originaria y de su vocación
humana. Por tanto tiene el derecho al pleno reconocimiento de su propia identidad
y de la propia libertad de individuo, comunidad y gobierno.
Cristianos y musulmanes
insisten en que es necesario reconocer la igual dignidad a hombres y mujeres. “El
amor auténtico del prójimo implica “el derecho de conciencia de individuos y comunidades
para practicar su religión en privado y en público", así como el respeto a las minorías
religiosas". En cuanto creyentes, católicos y musulmanes, “son conscientes del imperativo
a testimoniar la dimensión trascendente de la vida a través de la espiritualidad alimentada
por la oración”.
El comunicado señala también que "ninguna religión ni sus
seguidores deberían ser excluidos de la sociedad. Cada uno debería ser capaz de dar
su contribución indispensable al bien de sociedad, sobre todo en el servicio al más
necesitado". Reconocen que “la pluralidad de culturas, civilizaciones, lenguas y pueblos
es fuente de riqueza y no debería ser causa de tensión o de conflicto”.
Ambas
religiones están convencidas del deber de ofrecer a sus propios fieles una sana educación
en los valores humanos y religiosos promoviendo una atenta información sobre los puntos
centrales de la religión del otro. Y concluyen que tanto católicos como musulmanes
“están llamados a ser instrumentos de amor y armonía entre creyentes, y para la humanidad,
renunciando a cualquier tipo de opresión, violencia agresiva y terrorismo, sobre todo
cuando se cometen en nombre de la religión, y manteniendo el principio de justicia
para todos".
Ambas partes exhortan a los creyentes “a que operen en un sistema
financiero ético, en el que los mecanismos normativos tomen en consideración la situación
de los pobres y de las naciones endeudadas. Y exhortan también “a los privilegiados
del mundo a que consideren la crisis de la producción, que afecta la distribución
alimentaria, pidiendo a todos los creyentes, a que cooperen para aliviar el sufrimiento
del hambre” en el mundo.