2008-11-07 16:13:25

Benedicto XVI subraya la importancia vital que representa que tanto Lituania como el conjunto de Europa, cultiven su memoria histórica y preserven su verdadera identidad para sobrevivir y prosperar en el mundo del siglo XXI


Viernes, 7 nov (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana al nuevo embajador de la República de Lituania ante la Santa Sede. En su discurso al diplomático el Papa ha retomado el discurso del nuevo embajador sobre la necesidad de una Europa moderna respetando la tradición, y ha destacado el espíritu que fluye de la enseñanza del Evangelio.

El Santo Padre ha subrayado además la extensa y noble historia cristiana de Lituania, que se remonta a la época de san Casimiro e incluso más allá de ella. “La fe del pueblo lituano –ha añadido el Pontífice- ha resistido a los períodos de la dominación y de la opresión extranjera, preservando y consolidando su identidad. Ahora que la república ha recuperado su independencia, puede ofrecer un válido testimonio de los valores que permitieron a su gente sobrevivir en esos años difíciles”.

Y aludiendo a las vicisitudes de su predecesor, el Siervo de Dios Juan Pablo II, Benedicto XVI ha manifestado que él supo por experiencia propia, que la fe compartida es una fuente maravillosa de fuerza y de unidad en medio de la adversidad. “Porque quienes han vivido bajo tales circunstancias adquieren la profunda convicción de que la felicidad verdadera sólo puede encontrarse en Dios. Saben que cualquier sociedad que niegue a su Creador, inevitablemente comienza a perder su sentido de la belleza, de la verdad y de la calidad de la vida humana.

En la actualidad, sin embargo, en los países que formaron parte del Bloque del Este, ha crecido una generación que no ha vivido la experiencia del gobierno totalitario, y que, por lo tanto, tiende a hacer uso de su libertad política. “Una situación –ha dicho el Santo Padre- donde existe el riesgo de que desaparezcan algunos de los frutos que maduraron en épocas de prueba”.

El Pontífice ha retomado el discurso del embajador lituano en el que el diplomático analizaba los peligros que debe afrontar la sociedad de hoy que, aunque libre, sufre cada vez más la fragmentación y la confusión moral. Y en este contexto Benedicto XVI ha dicho que es de vital importancia que Lituania, y también el conjunto de Europa, cultiven su memoria histórica, para preservar su verdadera identidad y poder así sobrevivir y prosperar en el mundo del siglo XXI. Porque como ha reafirmado el Papa “es una paradoja y una tragedia que en esta era de la globalización, cuando las posibilidades de comunicación e interacción han aumentado a un nivel inimaginable para las generaciones anteriores, se tenga la sensación de que muchos pueblos sigan aislados unos de otros. Lo cual da lugar a muchos problemas sociales que no se puedan resolver sólo en clave política.

El Papa ha recordado también el importante papel que la Iglesia tiene en Lituania a través del mensaje de la esperanza que proclama. Porque “ella intenta construir una civilización del amor enseñando que Dios es amor”, y el “amor de Dios conduce a la participación en la justicia y la generosidad de Dios hacia los demás”. De hecho la práctica del cristianismo conduce naturalmente a la solidaridad, conduce a una determinación para servir al bien común y para responsabilizarse de los miembros más débiles de la sociedad.

“Trabajando juntos –ha proseguido Benedicto XVI- podemos ayudar a forjar una Europa en la cual la prioridad sea la defensa del matrimonio y la vida familiar; la protección de la vida humana desde la concepción hasta su fin natural, y la promoción de prácticas éticas sanas en la investigación médica y científica: prácticas que sean verdaderamente respetuosas de la dignidad del ser humano. Podremos promover una solidaridad eficaz con los pobres, los enfermos, las personas vulnerables, y todos los marginados de la sociedad”.







All the contents on this site are copyrighted ©.