Ángelus: El Papa invita a renovar la esperanza en la vida eterna, recordando que la
esperanza cristiana no es solamente individual, e invita a rezar por los difuntos
y a detenerse ante sus tumbas en los cementerios
Domingo, 2 nov (RV).- En este trigésimo primer domingo del Tiempo Ordinario el Santo
Padre Benedicto XVI ha presidido, ante los cientos de fieles congregados en la plaza
de san Pedro del Vaticano, el rezo mariano del Ángelus, durante el que ha recordado
la celebración de ayer de la fiesta de Todos los Santos que permitió “contemplar la
ciudad del cielo, la Jerusalén celeste que es nuestra madre”.
“Hoy con el alma
dirigida a esta realidad última –ha dicho el Papa en su alocución previa al rezo del
Ángelus- conmemoramos a todos los fieles difuntos que nos han precedido con el signo
de la fe y duermen el sueño en paz”. En este sentido el Pontífice ha subrayado la
importancia de que los cristianos “vivamos la relación con los difuntos en la verdad
de la fe, y miremos a la muerte y al más allá en la luz de la revelación”.
De
hecho el apóstol Pablo, escribiendo a las primeras comunidades, exhortaba a los fieles
a no estar tristes como aquellos que no tienen esperanza porque, “si creemos que Jesús
murió y resucitó, de la misma manera que Dios llevará consigo a quienes murieron en
Jesús”. (1 Ts 4,13-14) “Es necesario también hoy evangelizar la realidad de la muerte
y de la vida eterna, realidad particularmente sujeta a creencias supersticiosas y
a sincretismos, para que la verdad cristiana no arriesgue mezclarse con mitologías
de todo tipo”.
Precisamente Benedicto XVI en su Encíclica sobre la esperanza
cristiana, se pregunta sobre el misterio de la vida eterna con interrogantes como:
¿La fe cristiana es también para los hombres de hoy una esperanza que transforma y
sustenta sus vidas?; ¿los hombres y mujeres de nuestra época desean todavía hoy la
vida eterna?; o quizá la existencia terrenal ¿se ha transformado en su único horizonte?
El
Papa ha respondido citando a san Agustín: todos queremos “una vida beata”, la felicidad.
“No sabemos bien cómo es –ha proseguido explicando Benedicto XVI- pero nos sentimos
atraídos hacia ella. Ésta es una esperanza universal, común a los hombres de todos
los tiempos y de todos los lugares”. De hecho la expresión “vida eterna” quiere dar
un nombre a esta espera. Una plenitud de vida y de felicidad: es esto lo que esperamos
de nuestro ser con Cristo.
En este sentido el Papa ha invitado a que “renovemos
en el día de hoy la esperanza de la vida eterna fundada en la muerte y en la resurrección
de Cristo”: “La esperanza cristiana no es solamente individual, sino que también es
siempre la esperanza de los demás. Nuestras existencias están profundamente unidas
las unas a las otras, y el bien y el mal que cada uno realiza, toca siempre también
a los demás. De este modo la oración de un alma peregrina en el mundo, puede ayudar
a otras almas que se están purificando tras la muerte. Es por esto que la Iglesia
nos invita a rezar por nuestros queridos difuntos y a detenernos ante sus tumbas en
los cementerios. Que María, estrella de la esperanza, haga más fuerte y auténtica
nuestra fe en la vida eterna y acompañe nuestra oración de sufragio por los fieles
difuntos”.
Y tras el rezo mariano del Ángelus y el responso por los fieles
difuntos, Benedicto XVI ha saludado, como es tradicional a todos los fieles en varios
idiomas. Éstas han sido sus palabras en español: “Saludo con afecto
a los fieles de lengua española aquí presentes. En la conmemoración de los fieles
difuntos, la Iglesia con amor maternal, nos invita a ofrecer sufragios por nuestros
seres queridos que han dejado ya este mundo, y de modo especial por los más necesitados
de la misericordia de Dios. En nuestra oración personal y en el Sacrificio Eucarístico,
pedimos al Señor que los purifique totalmente para que puedan gozar de la paz y del
descanso eterno. Que Dios os bendiga”.