El Papa reitera la importancia de los nuevos carismas en la Iglesia, cuya autenticidad
se debe garantizar con la disponibilidad a someterse al discernimiento de la autoridad
eclesiástica
Viernes, 31 oct (RV).- Benedicto XVI ha reiterado que «los Movimientos eclesiales
y las Nuevas Comunidades, que florecieron después del Concilio Vaticano II, son un
singular don del Señor y un recurso precioso para la vida de la Iglesia». Al recibir
a los participantes en el II Encuentro internacional de los Obispos que acompañan
a las nuevas comunidades de la Renovación Carismática Católica y del Consejo internacional
de la Fraternidad Católica de las Comunidades y Asociaciones Carismáticas de la Alianza,
el Papa ha puesto de relieve la «reflexión sobre la centralidad de Cristo en la predicación,
así como el tema de los Carismas en la vida de la Iglesia particular, con referencia
a la teología paulina, al Nuevo Testamento y a la experiencia de la Renovación Carismática».
Haciendo
hincapié en que lo que aprendemos del Nuevo Testamento sobre los carismas – que aparecieron
como signos visibles de la llegada del Espíritu Santo - «no es un evento del pasado,
sino una realidad siempre viva. Es el mismo Espíritu divino, alma de la Iglesia, el
que actúa en ella en toda época», y en que «estas misteriosas y eficaces intervenciones
suyas se manifiestan en nuestro tiempo de forma providencial», el Papa ha destacado
que los Movimientos y las Nuevas Comunidades «son como irrupciones del Espíritu Santo
en la Iglesia y en la sociedad contemporánea».
Por lo que podemos decir «que
uno de los elementos y de los aspectos positivos de las Comunidades de la Renovación
Carismática Católica es, precisamente, el relieve que en ellas revisten los carismas
o dones del Espíritu Santo y su mérito es el de haber recordado su actualidad en la
Iglesia».
Evocando las enseñanzas conciliares y las del Catecismo de la Iglesia
Católica, Benedicto XVI ha subrayado «la importancia de los nuevos carismas en la
Iglesia – cuya autenticidad se debe garantizar con la disponibilidad a someterse al
discernimiento de la autoridad eclesiástica». En este contexto, el Santo Padre ha
manifestado su gran anhelo de que «se intensifique el diálogo entre los Pastores y
los Movimientos eclesiales en todos los ámbitos: en las parroquias, en las diócesis
y con la Sede Apostólica».
Señalando luego que «no son pocos los nuevos Movimientos
y Comunidades eclesiales que ya han recibido el reconocimiento pontificio» y que se
están estudiando oportunas modalidades para otros, el Papa ha mencionado, en particular,
la Fraternidad católica carismática. Asociación internacional de fieles que - siguiendo
las indicaciones del Siervo de Dios Juan Pablo II - «tiene entre sus objetivos la
salvaguardia de la identidad católica de las comunidades carismáticas y el de impulsarlas
a mantener estrechos lazos con los Obispos y con el Romano Pontífice».
Con
profunda satisfacción, Benedicto XVI ha destacado que esta misma Fraternidad se propone
establecer un centro de formación permanente para los miembros y responsables de las
Comunidades Carismáticas. Pues ello le permitirá valorizar su propia misión eclesial
dirigida a la evangelización, la liturgia, la adoración, el ecumenismo, la familia,
la juventud y las vocaciones de consagración especial. «Misión que recibirá más ayuda
aun, debido al establecimiento de su Sede internacional en Roma, con la posibilidad
de estar en estrecho contacto con el Pontificio Consejo para los Laicos».
El
Santo Padre ha finalizado su discurso recordando a los amigos carismáticos que «la
salvaguardia de la fidelidad a la identidad católica y de la ‘eclesialidad’ de parte
de cada una de estas comunidades les permitirá brindar por doquier un testimonio vivo
y activo del profundo misterio de la Iglesia».