2008-10-19 18:00:38

En las meditaciones durante el rezo del Rosario el Papa recuerda que es necesario que se perciba el Rosario como oración contemplativa, y esto no puede suceder si falta un clima de silencio interior


Domingo, 19 oct (RV).- Benedicto XVI, tras las celebraciones de esta mañana en Pompeya, por la tarde se ha dirigido de nuevo al Santuario de la Bienaventurada Virgen del Rosario para recitar, junto a los fieles presentes, precisamente el santo Rosario. Pero antes, el Papa ha querido detenerse ante la urna del beato Bartolo Longo. “Ante su urna he orado y me he preguntado ¿Este gran apóstol de María, de dónde ha sacado la energía y la constancia necesarias para cumplir una obra tan importante? ¿No es el Rosario por él acogido un verdadero don del corazón de la Virgen?”.

“¡Sí, ha sido así!”, ha exclamado el Pontífice en el curso de las meditaciones durante el rezo del Rosario, “esta popular oración mariana es un medio espiritual precioso para crecer en la intimidad con Jesús, y para aprender, siguiendo a la Virgen Santa, a cumplir siempre la voluntad divina”. El Santo Padre ha evocado después la Exhortación apostólica del Siervo de Dios Pablo VI “Marialis cultus”, y la Carta apostólica de Juan Pablo II “Rosarium Virginis Mariae”, que ha entregado idealmente a la Comunidad de Pompeya. A todos ellos el Papa ha recordado que están llamados “a hacer vuestro el carisma del beato Bartolo Longo, y a convertiros, e la medida y en el modo que Dios conceda a cada uno, en auténticos apóstoles del santo Rosario”.

Pero para ser apóstoles del Rosario es necesario profundizar en la belleza de la oración del Rosario, una oración simple y accesible a todos. “El Rosario –ha explicado Benedicto XVI- es escuela de contemplación y de silencio. A primera vista, podría parecer una oración que acumula palabras, difícilmente conciliable con el silencio que precisamente se recomienda para la meditación y la contemplación. En realidad –ha proseguido el Papa- esta repetición rítmica del Ave María no turba el silencio interior, es más, es necesario y lo alimenta”.

Lo mismo sucede con los Salmos cuando se reza la Liturgia de las Horas, “el silencio florece a través de las palabras y las frases, no como un vacío, sino como una presencia de sentido último que trasciende a las propias palabras y junto con ellas, habla al corazón”. “De este modo, recitando el Ave María –ha señalado el Pontífice- tenemos que estar atentos a que nuestras palabras no ‘cubran’ las de Dios, el cual habla siempre a través del silencio, ‘como el susurro de una brisa ligera’. Por lo que es importante cuidar este silencio lleno de Dios, tanto en el rezo personal, como en el comunitario. Incluso cuando se reza en grandes asambleas, como acabamos de hacer y como cada día hacéis en este Santuario, es necesario que se perciba el Rosario como oración contemplativa, y esto no puede suceder si falta un clima de silencio interior”.

Benedicto XVI ha querido añadir una reflexión más relacionada con la Palabra de Dios en el Rosario: “Si la contemplación cristiana no puede prescindir de la Palabra de Dios, también el Rosario, para ser oración contemplativa, tiene que emerger siempre del silencio del corazón como respuesta a la Palabra, siguiendo el modelo de la oración de María”. Seguidamente el Pontífice ha enumerado los elementos que pertenecen a las Sagradas Escrituras en el Rosario, para después recordar que hoy se celebra la Jornada Misionera Mundial.

En esta festividad el Papa ha evocado la figura del beato Bartolo Longo, quien vivió por la caridad. En este sentido el Santo Padre ha señalado que a la caridad y la oración por la paz, confía el compromiso espiritual y pastoral de cuantos visitan el Santuario de Pompeya. Por último Benedicto XVI ha saludado a todos los presentes despidiéndose de la ciudad, impartiendo su bendición apostólica.







All the contents on this site are copyrighted ©.