2008-10-18 12:42:13

Prosiguen en la Ciudad del Vaticano los trabajaos de la duodécima Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Benedicto XVI asistió esta mañana a la décimo novena Congregación general en la que participaron 235 padres sinodales


Sábado, 18 oct (RV).- El Santo Padre Benedicto XVI comenzó sus actividades públicas esta mañana a las 9.00 asistiendo, en el aula del Sínodo, a la décimo novena congregación general de la XII Asamblea General ordinaria del Sínodo de los obispos, en curso en la Ciudad del Vaticano hasta el próximo día 26, sobre “la Palabra de Dios, en la vida y en la misión de la Iglesia”.

Presidió esta nueva Congregación general el cardenal australiano George Pell, arzobispo de Sydney. Durante los trabajos de esta mañana los 235 padres sinodales procedieron a la elección del primer Consejo y a la presentación de la prueba del mensaje sobre el cual se llevaron a cabo las pertinentes discusiones.

Esta tarde a las cinco, en la Capilla Sixtina el Santo Padre Benedicto XVI presidirá la celebración de las Vísperas, con la participación de Su Santidad Bartolomé I, Patriarca Ecuménico de Constantinopla y de los padres sinodales.

Ayer, durante la decimoctava Congregación general de Sínodo de los obispos se presentaron las relaciones de los círculos menores o grupos lingüísticos. El presidente delegado de turno fue el cardenal William Joseph Levada, prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe. Entre las relaciones presentadas destacamos la del círculo menor francés, en la persona del arzobispo Pierre-Marie Carrë, de Albi, Francia, quien afirmó que la renovación bíblica en la Iglesia Católica todavía es reciente. Por lo que hace falta esforzarse más para conocer mejor la Biblia. Y explicó que a través de una serie de propuestas sencillas, la Biblia podría ser alimento espiritual para todos los miembros de la Iglesia, por ejemplo: La lectura de la Escritura que empiece en casa y prosiga en veladas bíblicas en las parroquias; la escucha orante de la Palabra de Dios; la utilización de medios pedagógicos, también a través de Internet, para facilitar la comprensión de los pasajes más difíciles de la Biblia; una revisión del leccionario; y la institución de ministros extraordinarios de la Palabra.

Y también enlazar la Eucaristía con la Palabra valorizando el papel de los servidores de la Palabra; Difundir la Biblia haciendo todo lo posible para garantizar la traducción en todas las lenguas; Mejorar la relación entre exegetas y teólogos, haciendo que la formación de los sacerdotes incluya diversos enfoques de la Escritura; realizar congresos mundiales sobre la Palabra de Dios; promover el diálogo con los judíos lo que podría completar la investigación del contexto bíblico mediante un enfoque de crítica histórica. Mons. Carrë añadió que Tierra Santa es como un quinto evangelio: porque la peregrinación tras las huellas de Cristo y los Apóstoles renueva la fe. Y pidió que se considere a las mujeres como las que "pasan" la Palabra; y agregó que las mujeres, sobre todo las madres de familia, deben tener una formación apropiada a esta condición de "pasar" la Palabra”.

Del círculo menor inglés, el arzobispo Mark Coleridge, de Canberra-Goulburn, Australia, dijo que es necesario preparar un plan pastoral amplio y bien estructurado, fundado en la Palabra de Dios; ofrecer a los pobres lo que representa sus derechos y sus necesidades fundamentales: la Palabra de Dios. Es vital que la Biblia se traduzca en el mayor número posible de idiomas. Es necesario guiar a los jóvenes a descubrir y amar la Palabra de Dios para que puedan asumir su propia tarea de agentes de misión, sobre todo entre sus coetáneos. Hay que subrayar la esencial misión evangelizadora que los laicos han asumido en virtud del Bautismo, y llamar la atención en particular sobre la familia como Iglesia doméstica. También afirmó que es necesario reiterar que la vida de la Iglesia es misión e intentar que el mayor número posible de personas se dediquen a ella, sin asustarse si no se sienten perfectamente a la altura. Para lo cual, dijo, se requiere una sólida formación permanente en la Palabra de Dios de todos los agentes de misión, incluidos los obispos. “En nuestra primera reunión –afirmó textualmente Mons. Coleridge- se sugirió que hubiera sido mejor encontrarse por continentes y no por grupos lingüísticos, ya que de este modo se habrían encontrado más temas en común para el debate”.







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