Prosiguen en la Ciudad del Vaticano los trabajaos de la duodécima Asamblea General
Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Benedicto XVI asistió esta mañana a la décimo
novena Congregación general en la que participaron 235 padres sinodales
Sábado, 18 oct (RV).- El Santo Padre Benedicto XVI comenzó sus actividades públicas
esta mañana a las 9.00 asistiendo, en el aula del Sínodo, a la décimo novena congregación
general de la XII Asamblea General ordinaria del Sínodo de los obispos, en curso en
la Ciudad del Vaticano hasta el próximo día 26, sobre “la Palabra de Dios, en la vida
y en la misión de la Iglesia”.
Presidió esta nueva Congregación general el
cardenal australiano George Pell, arzobispo de Sydney. Durante los trabajos de esta
mañana los 235 padres sinodales procedieron a la elección del primer Consejo y a
la presentación de la prueba del mensaje sobre el cual se llevaron a cabo las pertinentes
discusiones.
Esta tarde a las cinco, en la Capilla Sixtina el Santo Padre
Benedicto XVI presidirá la celebración de las Vísperas, con la participación de Su
Santidad Bartolomé I, Patriarca Ecuménico de Constantinopla y de los padres sinodales.
Ayer, durante la decimoctava Congregación general de Sínodo de los obispos
se presentaron las relaciones de los círculos menores o grupos lingüísticos. El presidente
delegado de turno fue el cardenal William Joseph Levada, prefecto de la Congregación
para la doctrina de la fe. Entre las relaciones presentadas destacamos la del círculo
menor francés, en la persona del arzobispo Pierre-Marie Carrë, de Albi, Francia, quien
afirmó que la renovación bíblica en la Iglesia Católica todavía es reciente. Por lo
que hace falta esforzarse más para conocer mejor la Biblia. Y explicó que a través
de una serie de propuestas sencillas, la Biblia podría ser alimento espiritual para
todos los miembros de la Iglesia, por ejemplo: La lectura de la Escritura que empiece
en casa y prosiga en veladas bíblicas en las parroquias; la escucha orante de la Palabra
de Dios; la utilización de medios pedagógicos, también a través de Internet, para
facilitar la comprensión de los pasajes más difíciles de la Biblia; una revisión del
leccionario; y la institución de ministros extraordinarios de la Palabra.
Y
también enlazar la Eucaristía con la Palabra valorizando el papel de los servidores
de la Palabra; Difundir la Biblia haciendo todo lo posible para garantizar la traducción
en todas las lenguas; Mejorar la relación entre exegetas y teólogos, haciendo que
la formación de los sacerdotes incluya diversos enfoques de la Escritura; realizar
congresos mundiales sobre la Palabra de Dios; promover el diálogo con los judíos lo
que podría completar la investigación del contexto bíblico mediante un enfoque de
crítica histórica. Mons. Carrë añadió que Tierra Santa es como un quinto evangelio:
porque la peregrinación tras las huellas de Cristo y los Apóstoles renueva la fe.
Y pidió que se considere a las mujeres como las que "pasan" la Palabra; y agregó
que las mujeres, sobre todo las madres de familia, deben tener una formación apropiada
a esta condición de "pasar" la Palabra”.
Del círculo menor inglés, el arzobispo
Mark Coleridge, de Canberra-Goulburn, Australia, dijo que es necesario preparar un
plan pastoral amplio y bien estructurado, fundado en la Palabra de Dios; ofrecer a
los pobres lo que representa sus derechos y sus necesidades fundamentales: la Palabra
de Dios. Es vital que la Biblia se traduzca en el mayor número posible de idiomas.
Es necesario guiar a los jóvenes a descubrir y amar la Palabra de Dios para que puedan
asumir su propia tarea de agentes de misión, sobre todo entre sus coetáneos. Hay que
subrayar la esencial misión evangelizadora que los laicos han asumido en virtud del
Bautismo, y llamar la atención en particular sobre la familia como Iglesia doméstica.
También afirmó que es necesario reiterar que la vida de la Iglesia es misión e intentar
que el mayor número posible de personas se dediquen a ella, sin asustarse si no se
sienten perfectamente a la altura. Para lo cual, dijo, se requiere una sólida formación
permanente en la Palabra de Dios de todos los agentes de misión, incluidos los obispos.
“En nuestra primera reunión –afirmó textualmente Mons. Coleridge- se sugirió que hubiera
sido mejor encontrarse por continentes y no por grupos lingüísticos, ya que de este
modo se habrían encontrado más temas en común para el debate”.