Benedicto XVI canoniza a cuatro nuevas figuras que se proponen a la veneración de
la Iglesia universal: el italiano Gaetano Errico, la suiza María Bernarda Bütler,
la india Alfonsa de la Inmaculada Concepción y la ecuatoriana Narcisa de Jesús Martillo
Morán
Domingo, 12 oct (RV).- Abierta con una solemne procesión que ha atravesado la plaza
de san Pedro, el Papa Benedicto XVI ha presidido, ante 40.000 fieles y peregrinos,
esta mañana la Santa Misa, en el curso de la cual ha proclamado cuatro nuevos Santos.
Nuevas figuras que se nos proponen a la veneración de la Iglesia universal: Gaetano
Enrico, María Bernarda Bütler, Alfonsa de la Inmaculada Concepción y Narcisa de Jesús
Martillo Morán.
“La liturgia -ha dicho el Papa en su homilía- nos presenta
a los nuevos santos con la imagen evangélica de los enviados que toman parte en el
banquete, vestidos con los trajes nupciales”. La imagen del banquete es alegre, porque
es la de una fiesta de bodas: “la Alianza de amor entre Dios y su Pueblo”. Hacia esa
Alianza, los profetas del Antiguo Testamento orientaron constantemente la espera de
Israel. Dios no abandona jamás a su Pueblo. Por esto el profeta invita a la alegría:
“Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; celebremos y gocemos
con su salvación.”
“Esto es cuanto ha ocurrido en el Misterio pascual -ha afirmado
el Pontífice: el superpoder del mal ha sido vencido por la omnipotencia del amor de
Dios. El Señor resucitado puede invitar a todos al banquete de la alegría pascual,
dándoles, Él mismo a los comensales, el traje nupcial símbolo del don gratuito de
la gracia santificante”. Es precisamente éste, el camino generoso que han recorrido
los que hoy veneramos como santos. “En el bautismo –ha proseguido el Papa- recibieron
el vestido nupcial de la gracia divina, lo han conservado puro o lo han purificado
en el curso de sus vidas haciendo que resplandeciera mediante los Sacramentos. Ahora
toman parte en el banquete nupcial de Cielo”.
“Una anticipación de la fiesta
final del Cielo -ha explicado el Santo Padre- es el banquete de la Eucaristía, al
que el Señor nos invita cada día y al que debemos participar con el vestido nupcial
de su gracia”.
“Si se da el caso que ensuciamos o desagarramos con el
pecado este vestido, la bondad de Dios no nos abandona a nuestro destino, -ha dicho
el Papa- al contrario nos ofrece, con el sacramento de la Reconciliación, la posibilidad
de restaurar íntegramente el hábito nupcial para la fiesta”.
Por tanto “el
Ministerio de la Reconciliación es un ministerio siempre actual -ha subrayado Benedicto
XVI- y a él se dedicó con diligencia, paciencia y asiduidad el sacerdote Gaetano Errico,
fundador de la Congregación de los Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús:
“De este modo se inscribe entre las figuras extraordinarias de Presbíteros que, de
forma incansable, han hecho del confesionario el lugar para dispensar la misericordia
de Dios, ayudando a los hombres a volverse a encontrar a ellos mismos, a luchar contra
el pecado y a progresar en el camino de la vida espiritual”.
De la madre María
Bernarda Bütler, nacida en Suiza, el Santo Padre ha destacado que ya desde muy temprana
edad supo gozar del profundo amor por el Señor. Tomó los votos a los 21 años en el
convento de las religiosas capuchinas de María Auxiliadora en Alstätten, y a los 40
años viajó a Ecuador, y después a Colombia como misionera. Por su vida entregada en
favor del prójimo, Juan Pablo II en 1995 la elevó al honor de los altares como beata
y hoy Benedicto XVI lo ha hecho como santa.
“La Madre
María Bernarda, una figura muy recordada y querida sobre todo en Colombia, entendió
a fondo que la fiesta que el Señor ha preparado para todos los pueblos está representada
de modo muy particular por la Eucaristía. Ésta es la fuente y el pilar de la espiritualidad
de esta nueva Santa, así como de su impulso misionero que la llevó a dejar su patria
natal, Suiza, para abrirse a otros horizontes evangelizadores en Ecuador y Colombia”.
Benedicto XVI ha manifestado asimismo que en las serias adversidades
que tuvo que afrontar la nueva santa, incluido el exilio, llevó siempre impresa en
su corazón la exclamación del Salmo de hoy: “Aunque camine por
cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo”. De este modo, dócil a la Palabra
de Dios siguiendo el ejemplo de María, hizo como los criados de que nos habla el relato
del Evangelio que hemos escuchado: fue por doquier proclamando que el Señor invita
a todos a su fiesta. Así hacía partícipes a los demás del amor de Dios al que ella
dedicó con fidelidad y gozo toda su vida”. Hablando de la religiosa
clarisa india Alfonsa de la Inmaculada Concepción, la primera santa canonizada del
país, Benedicto XVI ha recordado sobre todo su devoción, y cómo cargaba con la Cruz
del sufrimiento que hoy le ha llevado a participar en el banquete divino. Al mismo
tiempo que resaltando la personalidad de la santa india, expresó su solidaridad con
los cristianos indios "en este difícil periodo" e imploró a Dios la paz y la reconciliación.
Como ella misma escribió: “Yo considero un día sin sufrimiento como un día perdido”.
“Imitémosla –ha invitado el Papa- llevando al hombro nuestras propias cruces para
alcanzarla en el paraíso”.
Juan Pablo II también beatificó a la última
santa, que hoy Benedicto XVI ha canonizado: Narcisa de Jesús Martillo Morán. La devoción
a la “Niña Narcisa” como la llamaban en Guayaquil denota la espontánea identificación
del pueblo sencillo con la joven mujer de la costa ecuatoriana. El ejemplo de su vida
pura y piadosa, trabajadora y apostólica transmite un mensaje muy actual, como ha
indicado el Santo Padre. “La joven laica
ecuatoriana Narcisa de Jesús Martillo Morán nos ofrece un ejemplo acabado de respuesta
pronta y generosa a la invitación que el Señor nos hace a participar de su amor. Ya
desde una edad muy temprana, al recibir el sacramento de la Confirmación, sintió clara
en su corazón la llamada a vivir una vida de santidad y de entrega a Dios”.
Para
secundar con docilidad la acción del Espíritu Santo en su alma, buscó siempre el consejo
y la guía de buenos y expertos sacerdotes, considerando la dirección espiritual como
uno de los medios más eficaces para llegar a la santificación. “Santa Narcisa
de Jesús nos muestra un camino de perfección cristiana asequible a todos los fieles.
A pesar de las abundantes y extraordinarias gracias recibidas, su existencia transcurrió
con gran sencillez, dedicada a su trabajo como costurera y a su apostolado como catequista.
En su amor apasionado a Jesús, que la llevó a emprender un camino de intensa oración
y mortificación, y a identificarse cada vez más con el misterio de la Cruz, nos ofrece
un testimonio atrayente y un ejemplo acabado de una vida totalmente dedicada a Dios
y a los hermanos”.
“Jesús nos invita a cada uno de nosotros a seguirlo como
estos santos en el camino de la Cruz -ha terminado diciendo Benedicto XVI- para tener
después en herencia la vida eterna, de la cual, ellos muriendo, nos han hecho don.
Que su ejemplo nos anime, que sus enseñanzas nos orienten, que su intercesión nos
sostenga, en las fatigas cotidianas para que podamos un día compartir con ellos, y
con todos los Santos, la gloria del eterno banquete”.