El Papa exhorta a los obispos uruguayos a enseñar la fe de la Iglesia en su integridad,
con valentía y persuasión, sin renunciar a proclamar explícitamente los valores morales
de la doctrina católica
Viernes, 26 sep (RV).- El Santo Padre ha recibido esta mañana en audiencia a los obispos
de Uruguay, que hoy han concluido su visita ad limina, y les ha animado a seguir promoviendo
el conocimiento y la meditación de la Sagrada Escritura, explicarla fielmente en la
predicación y la catequesis o enseñarla en las escuelas como necesidad para llegar
a vivir la vocación cristiana de manera más consciente, firme y segura.
“La Palabra de Dios
es también la fuente y el contenido inexcusable de vuestro ministerio como «predicadores
del Evangelio que llevan nuevos discípulos a Cristo» (Lumen gentium, 75), tanto más
necesario en un tiempo en que otras muchas voces tratan de acallar a Dios en la vida
personal y social, llevando a los hombres por derroteros que socavan la auténtica
esperanza y se desinteresan de la verdad firme en la que puede descansar el corazón
del ser humano. Enseñad, pues, la fe de la Iglesia en su integridad, con la valentía
y la persuasión propias de quien vive de ella y para ella, sin renunciar a proclamar
explícitamente los valores morales de la doctrina católica, que a veces son objeto
de debate en el ámbito político, cultural o en los medios de comunicación social,
como son los que se refieren a la familia, la sexualidad y la vida”.
En este
sentido el Papa ha subrayado que conoce los esfuerzos de los obispos uruguayos por
defender la vida humana desde la concepción hasta su término natural y ha pedido “a
Dios que den como fruto una conciencia clara en cada uruguayo de la dignidad inviolable
de toda persona y un compromiso firme de respetarla y salvaguardarla sin reservas”.
Una
tarea, como ha recordado el Papa, en la que cuentan con la “inestimable colaboración
de los sacerdotes a los que se ha de animar constantemente para que, sin acomodarse
al ambiente imperante en el mundo (cf. Rm 12,2), sean verdaderos discípulos y misioneros
de Cristo, que llevan con ardor su mensaje de salvación a las parroquias y comunidades,
a las familias y a todas las personas que anhelan sobre todo palabras aprendidas del
Espíritu, más que de saberes puramente humanos (cf. 1 Co 2,6)”.
El Pontífice
ha recomendado además la cercanía asidua de los Pastores a quienes se preparan para
el sacerdocio, porque puede ser determinante para una formación en la que prevalga
lo que ha de distinguir por encima de todo a un ministro de la Iglesia: el amor a
Cristo, una seria competencia teológica en plena sintonía con el Magisterio y la Tradición
de la Iglesia, la meditación constante y personal de su misión salvadora y una vida
intachable acorde con el servicio que presta al Pueblo de Dios.
“De este modo darán
testimonio fiel de lo que predican y ayudarán a sus hermanos a huir de una religiosidad
superficial y con escasa incidencia en los compromisos éticos que la fe comporta,
para aprender de Cristo a vivir «en la justicia y la santidad de la verdad» (Ef 4,24)”.
Por
lo que respecta a las personas consagradas o miembros de diversos movimientos y asociaciones
especialmente comprometidos en la misión de la Iglesia, el Santo Padre ha dicho que
puede esperarse mucho de todos ellos “llamados a dar un gozoso testimonio de que la
plenitud de vida se alcanza cuando se prefiere el ser mejor al mero tener más”.
“Sin dejaros llevar
por el desaliento, en tantas situaciones de indiferencia o apatía religiosa, seguid
siendo portadores de la «esperanza que no defrauda» (Rm 5,5) y partícipes del amor
de Cristo por los pobres y necesitados mediante las obras caritativas de las comunidades
eclesiales. En situaciones difíciles, que también afectan a los uruguayos, la Iglesia
está llamada a mostrar la grandeza de corazón, la solidaridad y capacidad de sacrificio
de la familia de los hijos de Dios para con los hermanos en dificultad”.