2008-09-24 15:53:12

El cardenal Rouco defiende la vía del diálogo y de la laicidad positiva como el camino de nuestro tiempo


Miércoles, 24 sep (RV).- Después de la II Guerra Mundial, se superó la crisis del ‘laicismo radical’, con una apertura a una fundamentación trascendente del derecho y del Estado. Así lo ha manifestado esta mañana el Cardenal Arzobispo de Madrid que ha participado en el Forum Europa Press con una conferencia en la que ha hablado sobre “Iglesia-Sociedad-Comunidad política. Estado actual de la cuestión”.

El Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, ha participado esta mañana en el Forum Europa Press con una conferencia en la que ha hablado sobre “Iglesia-Sociedad-Comunidad política. Estado actual de la cuestión”. En ella ha comenzado haciendo alusión al reciente viaje de Benedicto XVI a Francia, donde se ha hablado de la ‘laicidad positiva’, afirmando que ésta caracteriza el fondo del problema, para Europa, en este momento. Haciendo un repaso histórico, ha recordado que el Estado Democrático de Derecho es el fruto de un proceso histórico doloroso en la historia de la humanidad. Y ha aludido a los fundamentos morales pre-políticos del Estado, cuestión abordada por Habermas en su diálogo con el entonces cardenal Ratzinger, afirmando que ésta es una cuestión de actualidad, de suma importancia para la buena concepción de la “laicidad positiva’ como forma muy buena para establecer el marco de las relaciones Iglesia-Estado.

Después de la II Guerra Mundial, dijo, se superó la crisis del ‘laicismo radical’, con una apertura a una fundamentación trascendente del derecho y del Estado. Aparece el estado social y democrático de derecho, que en el último tercio del siglo XX ha sufrido una especie de crisis. En este contexto, aparece la caída del ‘marxismo’, la crisis demográfica y la irrupción del fundamentalismo islámico. Aludiendo al diálogo entre Habermas y el entonces cardenal Ratzinger, afirmó que la cuestión de los fundamentos pre-políticos del Estado democrático de derecho no ha dejado de plantearse cada vez con mayor urgencia histórica, en Europa sobre todo.

Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia se ha ocupado de asuntos que tienen que ver con la vida temporal. Y lo ha hecho a través de Constituciones como la ‘Gaudium et Spes’, acerca de la visión del hombre; la declaración ‘Dignitatis humanae’, sobre la libertad religiosa; o la declaración ‘Gravissimun educationis’, sobre la Educación Cristiana.

Para el presidente de al Conferencia Episcopal Española, el camino del diálogo y de la laicidad positiva es el camino de nuestro tiempo. Lo es para la Iglesia, pedido desde el Concilio Vaticano II y practicado hasta ahora, de manera especial por los Papas, con un ejemplo que ha sido paradigmático.

Ha resaltado la importancia y necesidad del diálogo entre católicos, cristianos y no creyentes, en los países de historia cristiana, en torno a los fundamentos morales pre-políticos del Estado democrático de derecho, necesario para la comunidad religiosa y para el Estado mismo. Y es que no se puede separar el camino de la Comunidad política y la presencia y acción de la Iglesia en la sociedad. También ha destacado la necesidad del diálogo con otras confesiones, como el Islam o el Judaísmo, algo a su juicio necesario y evidente. Entendido, este diálogo, con el objetivo de llegar al conocimiento de la dignidad de la persona humana y sus bienes, de la sociedad y del bien común.

Un diálogo urgente, ha señalado el Cardenal Rouco, que haga posible la ‘laicidad positiva’, ya que el ‘laicismo positivo’ da lugar a que la Iglesia tenga su sitio y libertad para ejercer su misión, y que el Estado y la Comunidad Política pueda recibir las aportaciones indispensables para el bien común.

En el turno de respuesta a los periodistas que han participado esta mañana en el desayuno informativo organizado por el Foro Europa Press, el cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, ha hablado del aborto. Citando a Julián Marías, ha recordado que el fallecido filósofo decía que el mayor problema social de la Europa del siglo XX era la aceptación social del aborto.

Para el purpurado, el principio del respeto al derecho a la vida de un ser humano -y el embrión lo es desde que es concebido en el seno de su madre- debe ser un principio que esté por encima de la opinión pública. No es un principio sometible a minorías y mayorías. Y es que, ha afirmado, si hay una certeza científica indiscutible en la biología es que después de la concepción hay un tercer sujeto y un ser humano. Por eso, hay que hablar de un qué y no de un quién. Ya que el embrión no es una cosa, es un quién. Y hay que tratarlo como a un ser humano.

Citando la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, ha recordado que el embrión es un bien constitucionalmente protegido. Un ser que no es parte de la madre, con un soporte ontológico que es propio, y hay que respetarlo. Cuando no se respeta, se abre la posibilidad de intervenir en ese derecho en cualquier momento de la vida.

Respecto a que en la Comisión de Expertos creada por el Gobierno para organizar la reforma de la ley del aborto, entre cuyos miembros no hay representantes de organismos como PROVIDA o la Iglesia Católica, ha reconocido que es algo que llama la atención, ya que en ella deberían estar representados todos los grupos sociales que se ocupan de una manera expresa del problema, más allá de lo religioso. A su juicio, esto es algo que no se hace en otros países, donde sí habría una representación de todos los grupos sociales.

Preguntado por su opinión respecto a lo que va a pasar en esta legislatura respecto al ‘suicidio asistido’, afirmó que es una negación de los derechos fundamentales, como el del respeto a la vida. Se piensa sobre todo en situaciones límites, como enfermos terminales, personas mayores… Para el Cardenal Arzobispo de Madrid, el derecho a la vida hay que respetarlo siempre, sin condiciones.







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