El Papa exhorta a los nuevos obispos a anunciar la Palabra como “pregonero eficaz”,
defenderla como un “auténtico doctor” y transmitirla como “maestro iluminado y sabio”
Lunes, 22 sep (RV).- En el Año Paulino y en vísperas de la XII Asamblea general del
Sínodo de los Obispos, Benedicto XVI ha reiterado la importancia de estos «dos momentos
significativos para la vida eclesial» y para iluminar la espiritualidad y la misión
episcopal. Lo ha hecho al recibir, al final de esta mañana, a los obispos nombrados
a lo largo de los últimos doce meses, que participan en el encuentro promovido por
las Congregaciones para los Obispos y para las Iglesias Orientales.
«El ejemplo
del gran Apóstol, san Pablo, nos llama a nosotros los obispos a crecer cada día en
la santidad de la vida, para percibir los mismos sentimientos de Jesús» - «como hombres
de Dios, porque no se puede servir a los hombres, sin ser ante todo ‘siervos de Dios’»
- ha recordado Benedicto XVI, haciendo hincapié en que el primer compromiso espiritual
y apostólico del Obispo debe ser, precisamente, el de progresar en el camino de la
perfección evangélica. Para lo cual, la Palabra de Dios es un «medio privilegiado»:
«Os exhorto, por lo tanto, queridos Obispos a encomendaros cada día a la Palabra de
Dios para ser maestros de la fe y auténticos educadores de vuestros fieles. No como
aquellos que negocian con esta Palabra, sino como aquellos que con sinceridad y movidos
por Dios y bajo su mirada hablan de Él. (cfr 2 Cor 2,17) Queridísimos Obispos, para
afrontar el gran desafío del secularismo propio de la sociedad contemporánea es necesario
que el Obispo medite, cada día, en su oración la Palabra. Para poder anunciarla como
pregonero eficaz, ilustrarla y defenderla como doctor auténtico, y transmitirla como
maestro iluminado y sabio».
Ante la XII Asamblea General del Sínodo de los
Obispos - que tendrá lugar del 5 al 26 de octubre, con el lema «La Palabra de Dios
en la vida y en la misión de la Iglesia» - el Papa ha alentado a los Pastores a perseverar
en su misión: «Os encomiendo a la potencia de la Palabra del Señor, para que seáis
fieles a las promesas que habéis manifestado ante Dios y la Iglesia el día de vuestra
consagración episcopal. Perseverantes en el cumplimiento del ministerio que se os
ha encomendado. Fieles al custodiar puro e íntegro el depósito de la fe. Arraigados
en la comunión eclesial junto con todo el Orden episcopal. Debemos tener siempre la
conciencia de que la Palabra de Dios garantiza la presencia divina en cada uno de
nosotros, según las mismas palabras del Señor: ‘Si alguno me ama, guardará mi Palabra,
y mi Padre le amará y vendremos a él, y haremos morada en él’». (Jn 14,23).
Destacando,
una vez más, que el ministerio episcopal es «pastoralmente fructuoso cuando se afianza
en la santidad de vida de los obispos, cuya autoridad nace gracias al testimonio»,
Benedicto XVI ha evocado las palabras con las que san Pablo indica a Timoteo el camino
para ser pastores buenos: «’Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende,
exhorta con toda paciencia y doctrina... con prudencia, vigila atentamente’ (2 Tm
4,2.5) A la luz de estas palabra del Apóstol, no desmayéis en comprometeros con vuestros
consejos, con vuestras exhortaciones, con vuestros ejemplos, pero también con vuestra
autoridad y con vuestra potestad sagrada’ (LG 27) para hacer progresar en la santidad
y en la verdad la grey que se os ha encomendado. Ésta será la forma más adecuada para
ejercer plenamente la paternidad, que es la propia del Obispo en relación a sus fieles.
En particular ¡cuidad de vuestros sacerdotes - que son vuestros primeros e insustituibles
colaboradores en el ministerio - y de los jóvenes!»
Tras reiterar la importancia
de que «todos los sacerdotes perciban la paternal cercanía y amistad del Obispo»,
el Santo Padre ha puesto de relieve, también, la misión episcopal de ser animadores
y guías de los jóvenes, para construir el futuro de las Iglesias particulares. Evocando
la reciente Jornada Mundial de la Juventud, de Sydney - que ha destacado que tantos
jóvenes están fascinados por el Evangelio y disponibles a comprometerse en la Iglesia
– Benedicto XVI ha recordado la necesidad de que los sacerdotes y los educadores sepan
transmitir a las nuevas generaciones - junto con el entusiasmo por el don de la vida
- el amor a Jesucristo y a la Iglesia.
Antes de concluir su discurso, el Papa
ha exhortado a los Obispos a «alentar, entre los jóvenes, en particular a los seminaristas,
la conciencia de que el Seminario es el corazón de la diócesis. Sin olvidar proponer
a la juventud la elección de una entrega plena a Cristo en la vida sacerdotal y religiosa.
Sensibilizando a las familias, a las parroquias, a los institutos de educación, para
que ayuden a las nuevas generaciones a buscar y a descubrir el proyecto de Dios sobre
sus vidas».