Benedicto XVI aprecia el esfuerzo de los pastores de la Iglesia de Nicaragua en compartir
las vicisitudes de su pueblo creando “un clima de diálogo, defendiendo sus derechos
y el bien común”
Sábado, 6 sep (RV).- También esta mañana, Benedicto XVI ha recibido a los miembros
de la Conferencia Episcopal de Nicaragua al final de su visita ad limina apostolorum,
durante la cual han expresado sus desvelos apostólicos y los anhelos e inquietudes
del pueblo nicaragüense. En su discurso el Papa ha empezado hablando de “la valiosa
ayuda” de los Catequistas y Delegados de la Palabra, que son un cauce a través del
cual el don de la fe crece en los niños e ilumina las diversas etapas de la vida en
lugares recónditos donde es prácticamente imposible la presencia estable de un sacerdote.
“Mucho debe la Iglesia a estas personas que presentan la Buena Noticia y la
doctrina cristiana con espíritu fraterno, cara a cara, día a día y de viva voz”, ha
dicho el Papa. Por eso es imprescindible que estos generosos servidores y colaboradores
en la misión evangelizadora de la Iglesia reciban el aliento de sus Pastores.
El
Pontífice también se ha hecho eco de la necesidad de clero bien preparado espiritual,
intelectual y humanamente, que ha llevado a los obispos nicaragüenses a revisar el
planteamiento de los seminarios, esperando poder ofrecer así una mejor formación a
los seminaristas, “sin ceder en el cuidadoso discernimiento de los candidatos, ni
en las rigurosas exigencias necesarias para llegar a ser sacerdotes ejemplares”. El
Santo Padre ha indicado que es de esperar que mejore también la debida asistencia
religiosa en los hospitales, centros penitenciarios y otras instituciones.
También
la religiosidad popular, tan arraigada en el pueblo de Nicaragua es una gran riqueza,
para Benedicto XVI, que ha dicho que “ha de ser algo más que una simple tradición
recibida pasivamente, revitalizándola continuamente mediante una acción pastoral que
haga brillar la hondura de los gestos y los signos, iluminando la mente, colmando
el corazón y comprometiendo la vida”.
Para el Santo Padre uno de los grandes
retos a los que se enfrentan los obispos nicaragüenses es precisamente la sólida formación
religiosa de sus propios fieles. Y esto es particularmente importante en una situación
en que a la pobreza y a la emigración se suman acusadas desigualdades sociales y una
radicalización política, especialmente en los últimos años.
Benedicto XVI
se ha dicho satisfecho al observar el esfuerzo que realizan los obispos en crear
un clima de diálogo y distensión, sin renunciar a defender los derechos fundamentales
del hombre y denunciar las situaciones de injusticia y a fomentar una concepción de
la política que, más que ambición por el poder y el control, sea un servicio generoso
y humilde al bien común. “Os aliento en este camino, exhortándoos al mismo tiempo
a promover y acompañar tantas iniciativas de caridad y solidaridad con los más necesitados”
ha añadido el Santo Padre.
En este, como en otros muchos campos, no se ha
de olvidar el dinamismo, la entrega y creatividad de los religiosos y religiosas,
un tesoro para la vida eclesial en Nicaragua. “Que no les falte -ha subrayado el Papa-
el reconocimiento de los Pastores ni el aliento para permanecer fieles a su propio
carisma y misión específica en la Iglesia”.
Para finalizar una mención especial
la ha dedicado el Papa a las instituciones educativas, en particular las escuelas
católicas a las que acude la mayor parte del alumnado nicaragüense, cumpliendo así,
en medio de grandes dificultades y falta de la debida ayuda, una misión esencial de
la Iglesia y un inestimable servicio a la sociedad. El Papa ha exhorta, a los pastores
a que animen a los educadores y preserven los derechos que tienen los padres de formar
a sus hijos según sus propias convicciones y creencias.