El rechazo de la violencia para evitar contraposiciones nacionalistas, la unidad interior
de la Iglesia como misión, y el recuerdo de las víctimas del accidente aéreo de Madrid,
temas del Ángelus del Papa Benedicto XVI
Domingo, 24 ago (RV).- Fiel a su preocupación por la actualidad del mundo, el Santo
Padre Benedicto XVI ha realizado, durante el rezo mariano del Ángelus, un llamamiento
por la paz y la unidad entre los pueblos, repudiando la violencia. “La situación internacional
registra en estas semanas un aumento de las tensiones que preocupa”, ha recordado
el Papa, constatando el riesgo de un progresivo deterioramiento de “ese clima de confianza
y de colaboración entre las Naciones que en cambio debería caracterizar las relaciones”.
Benedicto
XVI ha señalado el esfuerzo de la humanidad por formar una conciencia común que lleve
a crear una “familia de las Naciones”, idea que esbozó el querido Siervo de Dios Juan
Pablo II en su discurso a la Asamblea General de Naciones Unidas. “Es necesario –ha
evocado el Santo Padre- profundizar en la idea de una unión hacia un mismo destino
que, en última instancia, es un destino trascendente, para evitar el retorno de contraposiciones
nacionalistas que tan trágicas consecuencias han producido en otros periodos históricos”
(Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2006).
En este sentido
el Papa ha dicho que la situación de tensión internacional que se está viviendo estos
días “lleva al debilitamiento de la confianza de que experiencias del pasado, no se
vuelvan a repetir”. Pero ante esta desilusión el Pontífice ha pedido no caer en el
pesimismo. “Es necesario –ha exhortado- comprometerse activamente para que venga rechazada
la tentación de afrontar nuevas situaciones con antiguos sistemas”.
“¡Hay que
rechazar la violencia!”, ha sido la exclamación del Papa, pidiendo “la fuerza moral
del derecho, negociaciones igualitarias y transparentes para resolver las controversias,
a partir de las basadas en la relación entre integridad territorial y autodeterminación
de los pueblos, fidelidad a la palabra dada, búsqueda del bien común: éstos son algunos
de los caminos principales que hay que recorrer, con tenacidad y creatividad, para
construir relaciones fecundas y sinceras, y para asegurar a las generaciones presentes
y futuras, tiempos de concordia y de progreso moral y civil”.
Tras este llamamiento
el Papa ha pedido que estos pensamientos se transformen en realidad y que se vuelvan
oración, “para que todos los miembros de la comunidad internacional y cuantos, en
particular, tienen mayor responsabilidad, actúen con generosidad para devolver la
paz y la justicia. Que María, Reina de la paz, interceda por nosotros”.
Y antes
de este sentido llamamiento por la concordia y la razón entre las naciones, el Santo
Padre ha recordado las palabras de la liturgia de hoy a los cientos de fieles congregados
en el patio del Palacio Apostólico de Castelgandolfo. Benedicto XVI ha pedido que
proclamemos un “sí” convencido a Jesús, porque Jesús es el “Hijo del Dios vivo”, el
Mesías prometido, venido a la tierra para ofrecer a la humanidad la salvación y para
satisfacer la sed de vida y de amor que vive en cada ser humano. ¡Qué gran ventaja
tendría la humanidad si acogiera este anuncio que lleva consigo la felicidad y la
paz!”.
El Papa ha recordado después la misión de Pedro y de sus sucesores:
servir a la unidad de la única Iglesia de Dios fundada por los judíos y paganos de
todos los pueblos; su ministerio indispensable es hacer que ésta no se identifique
sólo con una nación, o con una cultura, sino que sea la Iglesia de todos los pueblos,
para hacer presente a los hombres, marcados por innumerables divisiones y contrastes,
la paz de Dios y la fuerza renovadora de su amor”.
“Entonces, servir a la unidad
interior que proviene de la paz de Dios, la unidad de cuantos en Jesucristo se han
transformado en hermanos y hermanas, ésta es la misión particular del Papa, Obispo
de Roma y sucesor de Pedro”. Ante la responsabilidad de esta misión, Benedicto XVI
ha pedido la oración de todos, para que “fieles a Cristo, podamos juntos anunciar
y testimoniar su presencia en nuestros días”.
Y tras el rezo mariano del Ángelus
y el responso por los fieles difuntos, el Santo Padre ha saludado en varias lenguas,
éstas han sido sus palabras en español: “Saludo cordialmente
a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana, en particular
a los miembros de la Real Archicofradía de Jesús de Medinaceli, de San Fernando, Cádiz.
Al dirigirme a vosotros, deseo asegurar que continúo rezando por el eterno descanso
de los fallecidos en el trágico accidente aéreo ocurrido el pasado miércoles en el
aeropuerto de Madrid, así como por los heridos en el mismo. El Señor conceda fortaleza,
consuelo y esperanza a sus familias, a las que quisiera reiterar mi vivo afecto y
mi cercanía espiritual. ¡Qué Dios os bendiga!”