2008-07-31 14:10:49

«Batalla decisiva entre el egoísmo y el amor». Reflexión dedicada a san Ignacio de Loyola por el sacerdote jesuita argentino Guillermo Ortiz, responsable de la Oficina de Promoción de América Latina de Radio Vaticano


Jueves, 31 jul (RV).- RealAudioMP3 Veintiséis años y… ¿una tragedia?
Herido: La bala fulminante del cañón le dio un giro completo a su vida. Por la herida entró la Vida de Jesús en su corazón, y lo hizo capaz de luchar y vencer la batalla realmente decisiva de la existencia: esa entre el egoísmo y el amor.

Héroes y Evangelio:
Convaleciente piensa y siente cosas distintas y contrarias. Es la ‘diversidad de espíritus’ que pretenden moverlo en sentidos opuestos. Como le pasa a cualquiera, porque todos tenemos que elegir; decidir entre distintas alternativas o caminos contrapuestos, antagónicos, disímiles.

Siente llamados distintos:
Las luchas interiores son a veces más angustiantes y fragorosas que las guerras externas; más que la conmoción de un misil o la convulsión de un hongo atómico.

Del tiempo en que se imaginaba protagonista de hazañas como las de los héroes -ahora de dibujos y películas, que en su tiempo eran novelas de caballería-, se entusiasmaba mucho, pero después quedaba interiormente seco y vacío.
Del tiempo que se dedicaba a contemplar la vida de Cristo pobre y humilde, y a imaginarse viviendo como hizo san Francisco de Asís o Santo Domingo, le quedaba una alegría profunda que le duraba. Así empezó a entender que Dios mismo inspira dentro; llama al Amor generoso, oblativo, total.

Quiero “conocimiento interno de Cristo, para amarlo y seguirlo”, “Quiero y deseo y es mi determinación deliberada… imitar a Jesús”.
Y el herido de una batalla en Pamplona, España: Ignacio de Loyola, se transforma en ‘el peregrino’ que en todo quiere ‘amar y servir’, bajo el estandarte de la cruz y bajo el romano pontífice.

Como ‘un fuego que enciende otros fuegos’ su amor y su servicio se consolidan en un grupo de compañeros y ‘amigos en el Señor’ que se ofrecen al Papa para que los envíe donde más haga falta en las fronteras, para la ‘defensa y propagación de la fe’. Es la mínima Compañía de Jesús.







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