Las Conferencias Episcopales de los países miembros del G8 piden soluciones inmediatas
Lunes, 7 jul (RV).- Hoy ha dado inicio en Japón la cumbre de los líderes del G8 para
luchar contra el cambio climático, aunque parece difícil que se alcance un acuerdo
para reducir las emisiones de CO2 en 2050 o en la fecha más cercana de 2020. Ante
este panorama, los presidentes de las nueve Conferencias episcopales de los países
miembros, han dirigido una carta a sus respectivos líderes reunidos en Japón para
pedirles mayor compromiso en la lucha contra la pobreza y los efectos del cambio climático.
La
carta da inicio con una frase pronunciada por el Papa Benedicto XVI ante Naciones
Unidas el pasado mes de abril: “Ciertamente, cuestiones de seguridad, los objetivos
del desarrollo, la reducción de las desigualdades locales y globales, la protección
del entorno, de los recursos y del clima, requieren que todos los responsables internacionales
actúen conjuntamente y demuestren una disponibilidad para actuar de buena fe, respetando
la ley y promoviendo la solidaridad con las regiones más débiles del planeta. Pienso
particularmente en aquellos Países de África y de otras partes del mundo que permanecen
al margen de un auténtico desarrollo integral, y corren por tanto el riesgo de experimentar
sólo los efectos negativos de la globalización”.
Expresando su alegría por
la atención especial que se dedica a África, los prelados piden a los responsables
políticos que “consideren propuestas concretas adaptas a mitigar el impacto de la
crisis alimentaria mundial en las comunidades pobres, aumentando las ayudas en sanidad
e instrucción, y adoptando políticas comerciales de igualdad que respeten la dignidad
de la persona humana”. Asimismo los obispos subrayan su preocupación por el impacto
del cambio climático sobre la población más joven. “Es necesario –se lee en la carta-
que las comunidades y los países ricos, responsables del aumento de emisiones contaminantes,
asuman su responsabilidad y prevengan los efectos negativos del cambio climático,
aportando a los países pobres las ayudas necesarias para enfrentar dichos fenómenos,
gracias a las tecnologías pero respetando el ambiente”.
De hecho, la crisis
alimentaria, con su creciente impacto económico y social, la escalada del precio del
petróleo y la ayuda a África son los otros grandes temas de la reunión, que celebran
desde hoy los líderes de los países más ricos del mundo hasta el próximo 9 de julio
en Hokkaido, la isla más septentrional de Japón.
Vigilados por más de 20.000
policías, a los líderes de Japón, EEUU, Reino Unido, Francia, Italia, Canadá, Alemania
y Rusia se les unirán en ocasiones los presidentes de catorce países emergentes y
en desarrollo. Representados por los primeros ministros o presidentes estarán Brasil,
China, India, México, Sudáfrica, Australia, Indonesia, Corea del Sur, Argelia, Etiopía,
Ghana, Nigeria, Senegal y Tanzania.
Se trata del último G8 para el estadounidense
George W. Bush y el primero para el ruso Dmitri Medvédev. El francés Nicholas Sarkozy
acudirá como jefe de turno de la Unión Europea (UE) y asistirán como invitados, el
secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y el presidente de la Comisión Europea,
José Manuel Durao Barroso, entre otros.
Asimismo, otro de los grandes temas
a debate será, por primera vez en varias décadas durante una reunión de los países
ricos, la escalada alcista en los precios de los alimentos, que para la ONU es junto
al cambio climático uno de los grandes retos mundiales. El G8 debatirá el comercio
de alimentos básicos como el maíz y el arroz, cuyos precios se han duplicado y hasta
triplicado, el efecto de los biocombustibles y la productividad de la agricultura,
según el primer ministro japonés.
Y, finalmente, se hablará del desarrollo
de África, en un foro al que acudirán siete líderes africanos deseosos de escuchar
la confirmación del G8 de que su ayuda llegará a los 25.000 millones de dólares anuales,
como se acordó en 2005 en Gleneagles.