2008-07-04 15:33:38

Reflexiones en familia


Escuchar el programa RealAudioMP3

Jueves, 26 jun (RV).- Reflexiones en familia aborda hoy el tema de las mentiras piadosas, esas que la vida cotidiana diluye sin que se sientan que son males o dificultades que poco a poco van afectando la realidad de las familia, de la personas. No cabe duda que la mayora de los padres nos enfurece cuando nos damos cuenta de que nuestros hijos nos han dicho una mentira, quizás porque lo interpretamos como una ofensa personal. Pero las mentiras, más que una falta en contra de nuestras enseñanzas, son un síntoma de que algo está mal: en su forma de relacionarse, o en las maneras como los hijos están construyendo sus mundos.

Una mentira es muchas veces la manera de salir fácilmente de la severidad del castigo que recibirán, o al problema que se formará si nosotros nos enteramos de que han hecho algo mal. También puede ser el resultado de que nosotros mismos les hemos enseñado a hacerlo porque faltamos a la verdad delante de ellos o les pedimos que lo hagan por nosotros para librarnos de lo que no queremos hacer y quedar bien ante los demás.

Además, es posible que los padres estemos interpretando como mentiras los falsos heroísmos que suelen inventar los niños entre los 5 y los 9 años de edad y que no son otra cosa que las hazañas que ellos sueñan con lograr en esta etapa de su vida, dejan imaginar su imaginación.

Sin embargo, cuando los niños dicen mentiras a sabiendas de que los van a coger y a pesar de que es evidente para todos que está faltando a la verdad, la razón es lograr la atención de su padres o mayores. Está visto que si los hijos se sienten ignorados o poco reconocidos por sus buenos actos, pueden optar por mentir porque prefieren ser reprendidos que permanecer ignorados.

No cabe duda que los padres deben tener en cuenta es que los niños no aprenden a actuar bien a base de recriminaciones o de sanciones sino que es algo que se les enseña, que se les contagia. Los niños copian de los adultos que aman la forma de resolver las dificultades en que se encuentran o de obtener lo que quieren. Por eso, una conducta impecable de parte nuestra así como un sincero reconocimiento a sus buenos actos es lo que más ayuda a los hijos a ser honestos y a actuar en forma correcta.

Cuando los niños están estimulados, reconocidos, son más capaces de elegir ser honestos cuando se sienten muy amados que cuando se sienten muy censurados. Así, si los padres nos concentramos en sus fortalezas y virtudes en lugar de en sus errores, tendremos más posibilidades de que nuestros hijos crezcan y florezcan como personas íntegras e intachables.

Y ya lo decíamos hace unos segundos, es fundamental en ese proceso de enseñanza está obviamente el ejemplo de los padres, el comportamiento en todas las instancias y niveles: si se dicen mentiras “piadosas” para librarse de una visita incomoda, o por salirle al paso de una conversación comprometedora. Ante estas situaciones los niños son como esponjas, todo lo aprenden y posteriormente lo imitan, con sus amigos y en los juegos de roles, los hijos representan sus padres actuando e imitándolos en las acciones y cosas que hacen y dicen. De ahí que el ejemplo es fundamental, mucho mas cuando de mentiras se trata.

Texto: Alma García
Locución: Alina Tufani







All the contents on this site are copyrighted ©.