En la Vigilia de oración de la juventud del 49º Congreso Eucarístico Internacional
de Québec, Benedicto XVI exhorta a llevar la paz de Cristo a todo el mundo
Domingo, 22 jun (RV).- Los numerosos jóvenes participantes el 49º Congreso Eucarístico
Internacional de Quebec, Canadá acogieron con gran alegría, ayer, el videomensaje
que les dirigió el Papa, con motivo de la vigilia de oración de la juventud: «La Eucaristía
es, por excelencia, el gesto de amor de Dios hacia nosotros».
La Eucaristía
es también un modelo de camino cristiano, que debe guiar toda nuestra existencia,
les exhortó el Papa, recordando que «es Cristo el que nos convoca para unirnos, para
constituir la Iglesia, su Cuerpo en medio del mundo».
Hablando en francés
y en inglés, tras hacer hincapié en el lema de este Congreso, «La Eucaristía don de
Dios para la vida del mundo», Benedicto XVI ha animado a los jóvenes a llevar a todas
las naciones la paz de Cristo: «Después de haber recibido la Palabra de Dios, de haberos
alimentado de su cuerpo, dejad que os transforme interiormente y recibid de Él vuestra
misión. En efecto, Él os envía al mundo para que seáis portadores de su paz y testigos
de su mensaje de amor. No tengáis miedo de anunciar a Cristo a los jóvenes de vuestra
edad. Mostradles que Cristo no pone trabas a vuestra vida ni a vuestra libertad. Sino
todo lo contrario, que Él os da la vida verdadera y os hace libres para luchar contra
el mal y para hacer que vuestra misma vida sea algo verdaderamente bello».
Reiterando
que no podemos prescindir de la Eucaristía dominical, que es un encuentro de amor
con el Señor, Benedicto XVI puso de relieve que Cristo nos ayuda a dar lo mejor de
nosotros mismos.
En la Eucaristía, en la Misa y durante la adoración silenciosa
ante el Santísimo Sacramento encontramos al Señor de forma privilegiada: «Presentando
vuestra existencia y toda vuestra vida ante la mirada de Cristo no quedaréis aplastados.
Todo lo contrario. Descubriréis que sois amados infinitamente. Recibiréis el poder
que necesitáis para construir vuestra vida y realizar las elecciones que se os presentan
cada día. Ante el Señor, en el silencio de vuestro corazón, muchos de vosotros podrán
percibir que están llamados a seguirle de forma radical en el sacerdocio y en la vida
consagrada. No tengáis miedo de escuchar su llamada y de responder con alegría».