El cardenal Martino inaugura en el Vaticano un seminario internacional sobre ética
y política
Sábado, 21 jun (RV).- La Iglesia no hace política pero posee una iluminada doctrina
sobre la política para que ésta pueda desarrollar mejor su función persiguiendo el
bien común. Esta ha sido la afirmación del cardenal Renato Martino inaugurando ayer
por la mañana en el Vaticano un seminario internacional sobre ética y política.
Para
el presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz “conservar y promover en la conciencia
común el sentido de la trascendente dignidad del ser humano es la primera y esencial
contribución que la Iglesia ofrece a la comunidad política. En este seminario internacional
sobre “La política, forma exigente de caridad que ha reunido a más de 60 expertos
politólogos, estudiosos y personalidades comprometidas en el ámbito social, el cardenal
Martino ha subrayado que “en el mensaje de Cristo anunciado por la Iglesia, la comunidad
humana puede encontrar la fuerza para amar al prójimo como a sí mismo, para combatir
todo lo que va contra la vida, para admitir la fundamental igualdad de todos, y para
luchar contra cualquier forma de discriminación, para superar una ética puramente
individualista”.
Sobre el tema de la laicidad, entendida a menudo como exclusión
de la religión de la vida pública, el presidente de Justicia y Paz ha expresado su
convicción de que el catolicismo no podrá renunciar jamás a un papel público de la
fe, distinguiendo cuando los fieles actúan por su cuenta de cuando lo hacen en nombre
de la Iglesia junto a sus pastores. “Si la política pretende actuar como si Dios no
existiese, ha reflexionado el cardenal Martino, al final se vuelve árida y pierde
la consciencia misma de la intangible dignidad humana”.
En cuanto al argumento
del pluralismo democrático y los valores indispensables, otro punto fundamental de
la discusión en este Seminario, el presidente de Justicia y Paz ha subrayado que “los
derechos reivindicados de forma individual y egoísta, fuera de un contexto de verdad,
solidaridad y responsabilidad, corroen la democracia misma e introducen elementos
de fragmentación y contraposición”.
En u tiempo como el actual, marcado por
difundidas actitudes de antipolítica, el cardenal Martino ha reafirmado que una verdadera
democracia tiene necesidad de un suplemento del alma: el valor incondicional del ser
humano, abierta a los demás y a Dios, en la verdad y en el bien.