Audiencia general: recordando la figura de San Isidoro de Sevilla, el Papa recomienda
a los cristianos del III milenio que al “igual que se ama a Dios en la contemplación,
así se debe amar al prójimo con la acción”
Miércoles, 18 jun (RV).- Los cristianos del tercer milenio deben obrar para el bien
del prójimo y al mismo tiempo saber rezar: la oración es indispensable para la vida
cristiana, lo mismo que lo es la acción al servicio de los otros. Lo ha recordado
el Papa a unos 11 mil fieles y peregrinos reunidos esta mañana en la plaza de san
Pedro, explicando, durante la Audiencia General, “la precisas enseñanzas morales”
de San Isidoro de Sevilla, el último de los Padres cristianos de la antigüedad.
“El
siervo de Dios -afirmaba San Isidoro- imitando a Cristo se dedica a la contemplación
sin negarse a la vida activa. Comportarse de otro modo no sería justo, de hecho igual
que se ama a Dios en la contemplación, así se debe amar al prójimo con la acción”.
El
Santo Padre ha invitado a perseguir “esta síntesis de una vida que busca la contemplación
de Dios, el diálogo con Dios en la oración, en la lectura de las Sagradas Escrituras,
con la acción al servicio de la comunidad humana. Esta síntesis -ha subrayado el
Pontífice- es la gran lección de san Isidoro a los cristianos de hoy, que estamos
llamados a dar testimonio de Cristo al inicio del nuevo milenio”.
Isidoro,
monje, fue ordenado obispo de Sevilla en el año 599. Murió en el 636. “Vivió en momentos
en que los visigodos, bárbaros y arrianos, invadieron la península ibérica –ha afirmado
el Papa- y había que reconquistarlos al catolicismo”.
Este ha sido el resumen
que de su catequesis ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos presentes
en la Plaza de San Pedro:
Queridos
hermanos y hermanas: San Isidoro, amigo del Papa Gregorio Magno,
fue el hermano menor de san Leandro, al que sucedió en la Sede episcopal de Sevilla
el año quinientos noventa y nueve. Es considerado el último de los Padres cristianos
de la antigüedad. Poco después de su muerte, acaecida en el año seiscientos treinta
y seis, el Concilio de Toledo lo definió como “gloria de la Iglesia católica”. Isidoro,
que en su infancia conoció el exilio, se educó en un ambiente de disciplina y estudio.
Su casa contaba con una nutrida biblioteca repleta de obras clásicas, paganas y cristianas.
En su vida personal experimentó un permanente conflicto interior entre el deseo de
dedicarse únicamente a la meditación de la Palabra de Dios y las exigencias procedentes
de la caridad por los hermanos, de cuya salvación, como Obispo, se sentía encargado.
La vastedad de su cultura le permitió confrontar continuamente la novedad cristiana
con la herencia clásica greco-romana. Más que dado a la síntesis, Isidoro poseyó el
don de la collatio, es decir, de la recopilación, siendo admirable su preocupación
por no descuidar nada de lo que la experiencia humana había producido en la historia
de su patria y del mundo entero.
Saludo con afecto
a los peregrinos de lengua española, en particular, a las Religiosas Esclavas del
Sagrado Corazón y a los fieles procedentes de España, Portugal, México y de otros
países latinoamericanos. Que el ejemplo de San Isidoro de Sevilla os ayude a dar testimonio
de Cristo al comienzo de este milenio. Muchas gracias.
Hablando en
italiano, Benedicto XVI ha enviado un saludo a los participantes en el Congreso Eucarístico
Internacional que se celebra en Canadá: “Mi pensamiento se dirige ahora a los participantes
en el Congreso Eucarístico Internacional, que está teniendo lugar estos días en Québec
Canadá, sobre el tema: “La Eucaristía, don de Dios para la vida del mundo”. Me hago
presente espiritualmente en este solemne encuentro eclesial, y deseo que éste sea,
para las comunidades cristianas canadienses y para la Iglesia universal, un tiempo
fuerte de oración, de reflexión y de contemplación del misterio de la santa Eucaristía.
Que sea también una ocasión propicia para reafirmar la fe de la Iglesia en la presencia
real de Cristo en el Santísimo Sacramento del Altar. Recemos, asimismo, para que este
Congreso Eucarístico Internacional reavive en los creyentes, no sólo de Canadá, sino
de tantas Naciones del mundo,) la conciencia de que los valores evangélicos y espirituales
han forjado su identidad a lo largo de la historia”.
Como siempre el Santo
Padre, antes de finalizar la audiencia ha saludado a los jóvenes a los enfermos y
a los recién casados. Estamos a las puertas del verano, tiempo de turismo y de peregrinaciones,
de vacaciones y de descanso. Queridos jóvenes, mientras pienso en vuestros coetáneos
que están todavía haciendo exámenes, os deseo a vosotros que estáis de vacaciones
que aprovechéis el verano con útiles experiencias sociales y religiosas.
A
vosotros, queridos enfermos, que encontréis consuelo y alivio en compañía de vuestros
familiares. Y a vosotros, queridos reciñen casados, os dirijo una invitación para
que utilicéis este periodo veraniego para profundizar cada vez más en el valor de
la misión en la Iglesia y en la sociedad.