2008-06-15 15:27:55

En la multitudinaria homilía de la Misa en Brindisi, el Papa recuerda que la compasión cristiana no tiene nada que ver con el asistencialismo, sino que es sinónimo de compartir y de solidaridad


Domingo, 15 jun (RV).- Benedicto XVI esta mañana ha presidido la Santa Misa en la zona portuaria de San Apolinar en Brindisi. Miles de fieles han participado en la Eucaristía, precedida por un encuentro del Papa con las religiosas de clausura benedictinas y las carmelitas, presentes en esta diócesis del sur de Italia. En su homilía el Santo Padre ha reflexionado sobre las lecturas que la Iglesia nos propone en este XI Domingo del Tiempo Ordinario, pero antes ha saludado a los presentes deteniéndose y manifestando su felicidad por la presencia del Metropolita Gennadios, al cual, ha dicho, “dirijo mi saludo cordial haciéndolo extensivo a todos los fieles ortodoxos y de las otras Confesiones de esta Iglesia de Brindisi que por su vocación ecuménica nos invita a orar y comprometernos por la plena unidad de todos los cristianos ¡Gracia y paz de parte del Señor a cada uno y a toda la Ciudad de Brindisi!”.

Los textos bíblicos, que hemos escuchado en este domingo, nos ayudan a comprender la realidad de la Iglesia: la primera lectura (Ex 19,2-6ª) evoca la estrecha alianza en el monte Sinaí, durante el éxodo de Egipto; el Evangelio (Mt. 9,36-10,8) está constituido por la narración de la llamada y de la misión de los doce Apóstoles. Encontramos aquí presentada la “Constitución” de la Iglesia: “¿Cómo no advertir la invitación implícita dirigida a cada Comunidad a renovarse en la propia vocación y en el propio empuje misionero?”, se ha preguntado el Santo Padre.

En este sentido el Papa ha explicado que el estilo de Jesús es inconfundible, porque es el estilo característico de Dios, que ama realizar las cosas más grandes de modo pobre y humilde: “Este es el diseño de Dios: difundir sobre la humanidad y en el cosmos entero, su amor generador de vida. Un proyecto que todavía el Señor quiere actuar solamente en el respeto de nuestra libertad, porque el amor de su naturaleza no puede imponerse –ha dicho Benedicto XVI explicando después que- la Iglesia es en Cristo el espacio de acogida y de mediación del amor de Dios. Desde esta perspectiva resulta claro cómo su santidad y su naturaleza misionera constituyan dos caras de la misma moneda en cuanto santa, es decir plena del amor divino, la Iglesia puede cumplir con su misión, y es precisamente en función de esta tarea que Dios la ha elegido y santificado como de su propiedad”.

Sobre el binomio “santidad-misión” la Comunidad eclesial se está midiendo en este momento, comprometida como está en el Sínodo diocesano. Al respecto, les ha dicho el Papa, es útil reflexionar sobre el hecho de que los doce Apóstoles no eran hombres perfectos, elegidos por su calidad moral y religiosa. Sino que seguramente eran creyentes, llenos de entusiasmo y de celo, pero marcados por sus propios límites humanos, algunas veces graves. Por lo tanto, Jesús no los llamó porque ya eran santos, sino para que lo fueran. “Como nosotros. Como todos los cristianos”, ha recordado Benedicto XVI.

En la segunda lectura hemos escuchado la síntesis del Apóstol Pablo: “La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros” (Rm 5,8). Y es que la Iglesia es la comunidad de los pecadores que creen en el amor de Dios y se dejan transformar por Él, “es así como se hacen santos”, ha sentenciado el Papa.

A la luz de esta providencial Palabra de Dios, ha proseguido el Pomtífice, “tengo el gozo en este día de confirmar el camino de vuestra Iglesia. Es un camino de santidad y de misión, sobre el cual su Arzobispo os ha invitado a reflexionar en su reciente Carta pastoral; es un camino que él ha verificado ampliamente en el curso de la visita pastoral y que ahora trata de promover mediante el Sínodo diocesano”. Precisamente, el Evangelio de hoy nos sugiere el estilo de la misión, es decir la actitud interior que se traduce en vida que ha sido vivida. No puede más que ser aquel de Jesús: el estilo de la “compasión”. La compasión cristiana no tiene nada que ver con el pietismo, o con el asistencialismo, más bien, es sinónimo de solidaridad y actitud de compartir, y está animada por la esperanza.

“Animados por la esperanza en la cual habéis sido salvados, también vosotros, de esta antigua Iglesia de Brindisi, sed signos e instrumentos de la compasión, y de la misericordia de Cristo”, ha exhortado el Papa, repitiendo con fervor al Obispo y a los presbíteros, las palabras del Divino Maestro: “Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo habéis recibido; dadlo gratuitamente” (Mt 10,8).

Pero en la misión de Jesús se participa de diversos modos, por la gracia del Bautismo y de la Confirmación. En este sentido el Papa ha recordado a las personas consagradas -que profesan los votos de pobreza, virginidad y obediencia-, a los cónyuges cristianos, y a los fieles laicos, comprometidos en las comunidades eclesiales y en la sociedad. “Queridos hermanos y hermanas –ha proseguido el Pontífice- todos vosotros sois destinatarios del deseo de Jesús de multiplicar los obreros en la mies del Señor”.

Este deseo, que pide hacerse oración, ha dicho el Papa, nos hace pensar en primer lugar en los seminaristas y en el nuevo Seminario de esta Archidiócesis; nos hace considerar que la Iglesia es, literalmente, un gran “seminario”, empezando por la familia, pasando por las comunidades parroquiales, las asociaciones y los movimientos de compromiso apostólico. Todos, en la variedad de los carismas y de los ministerios, estamos llamados a trabajar en la viña del Señor.

“Queridos hermanos y hermanas de Brindisi -ha finalizado diciendo el Papa en su homilía- proseguid el camino emprendido con este espíritu. Que la Virgen Santa os ayude a permanecer en el amor de Cristo, para que podáis llevar frutos abundantes para gloria de Dios Padre y para la salvación del mundo”.







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