Audiencia general: Benedicto XVI dedica su catequesis a la figura del monje irlandés
del siglo sexto, san Columbano para subrayar que “Europa sólo puede renacer de las
raíces cristianas
Miércoles, 11 jun (RV).- Solamente de las “raíces cristianas puede renacer Europa”.
Lo ha afirmado esta mañana Benedicto XVI en la plaza de san Pedro durante la catequesis
de la Audiencia General, que el Papa ha dedicado hoy a la figura de san Columbano,
evangelizador del siglo sexto.
“San Columbano, monje nacido en Irlanda, -ha
dicho el Pontífice- dedicó su vida a evangelizar el continente contra las nuevas herejías
paganas, y gastó todas sus energías para alimentar las raíces cristianas en la Europa
que estaba naciendo”. “Su ejemplo nos muestra también hoy en día las raíces desde
las que puede renacer nuestra Europa”.
“San Columbano fue consciente de la
unidad cultural de la Europa naciente -ha afirmado el Papa- y fue fundador de monasterios
en Francia, Suiza e Italia, dedicando su vida a una intensa labor misionera en lo
que él llamo por primera vez "Toda Europa". La suya fue una evangelización en un periodo
en el que "amplias zonas cristianizadas habían vuelto al paganismo a causa de la emigración
de pueblos venidos del Norte y del Este".
De las aportaciones de este austero
monje irlandés a la Iglesia católica, el Santo Padre ha destacado que "introdujo en
el Continente la práctica de la confesión privada y la penitencia, que debía ser proporcional
a la gravedad del pecado". Lo que nos ha dejado -ha subrayado el Pontífice- es "una
firme llamada a la conversión y al despego de las cosas terrenas" y un comportamiento
sin compromisos ante la corrupción de los poderosos". “Su austeridad no fue nunca
una finalidad en sí misma, sino que fue un medio para abrirse verdaderamente al bien
de Dios”.
Este ha sido el resumen que de su catequesis ha hecho el Santo
Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes en la Plaza de san
Pedro.
Queridos
hermanos y hermanas:
Hoy recordamos la vida y la
obra de san Columbano, monje nacido en Irlanda, en el siglo sexto, y fundador de monasterios
en Francia, Suiza e Italia, llevando a cabo una intensa labor misionera en lo que
él llamó por vez primera «toda Europa». En efecto, amplias zonas cristianizadas habían
vuelto al paganismo a causa de la emigración de pueblos venidos del Norte y del Este.
Sus monasterios eran centros de irradiación de cultura y evangelización, pero sobre
todo lugares que atraían a muchos por la vida laboriosa, austera, penitente y de oración
de sus monjes. Su ideal monástico se caracteriza por una severa llamada a la conversión
y al desapego de las cosas terrenas, con el fin de que hombre se abra libremente al
amor de Dios y corresponda a él con todo su ser, reconstruyendo de este modo en sí
mismo la imagen de Dios. Como medio para ello introdujo en el Continente la práctica
de la confesión privada y la penitencia, que debía ser proporcional a la gravedad
del pecado cometido.
Un saludo cordial a los peregrinos
de lengua española, en particular a los de la diócesis de Tortosa, con su Obispo,
a la Asociación de Madres, Hermanas y Colaboradoras de Sacerdotes, de Valencia, así
como a los peregrinos venidos de España, Costa Rica, México y otros países de Latinoamérica.
Que el ejemplo de vida y el ardor misionero de san Columbano impulse el compromiso
de hacer presente hoy a Cristo en el mundo.
Muchas
gracias por vuestra visita.
Como siempre, al final de la audiencia el Papa
ha saludado a los jóvenes a los enfermos y a los recién casados. Que el testimonio
del apóstol san Bernabé, del que hoy celebramos la fiesta, sea para vosotros, queridos
jóvenes, aliento para caminar siempre según el Espíritu de Jesús Resucitado; que para
vosotros, queridos enfermos, sea sostén en la adhesión a la voluntad de Dios: que
os ayude a vosotros, queridos recién casados, a ser generosos testigos del amor de
Cristo.