Durante el Ángelus el Papa recuerda que “la verdadera religión consiste en el amor
de Dios y del prójimo”, al mismo tiempo que dirige una oración particular por los
mineros que perdieron la vida en la mina polaca de Borynia
Domingo, 8 jun (RV).- “Yo quiero amor, no sacrificio, conocimiento de Dios, más que
holocaustos” (Os 6,6). Con estas palabras de la Liturgia de este Domingo, que nos
llevan “al corazón mismo de las Sagradas Escrituras”, el Santo Padre Benedicto XVI
ha dado inicio a su alocución previa al rezo mariano del Ángelus. El contexto en el
que Jesús hace propia esta exhortación, ha explicado el Papa a los cientos de fieles
congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano, fue cuando acudió a casa de Mateo,
considerado por los judíos un pecador público al ocuparse del pago de impuestos.
Cuando
los fariseos se escandalizaron por este acto, Jesús les respondió diciendo: “No son
los sanos quienes necesitan médico, sino los enfermos … No he venido a llamar a los
justos, sino a los pecadores” (Mt 9,12-13). Como ha puesto de relieve el Santo Padre,
el evangelista Mateo evoca aquí la profecía de Oseas: “Id y aprended qué significa:
Yo quiero Misericordia y no sacrificio”.
De hecho no es la única ocasión en
la que el Señor cita esta expresión del profeta. “Esta palabra de Dios –ha explicado
el Papa- nos ha llegado a través de los Evangelios, como una síntesis de todo el mensaje
cristiano: la verdadera religión consiste en el amor de Dios y del prójimo. Es esto
lo que da valor al culto y a la práctica de los preceptos”.
En este sentido,
Benedicto XVI ha invocado la intercesión de la Virgen María, para que nos ayude a
hacer nuestra, la oración que san Agustín formula en sus Confesiones: “¡Ay
de mí, Señor! ¡Ten misericordia de mí! ¡Ay de mí! He aquí que no oculto mis llagas.
Tú eres médico, y yo estoy enfermo; tú eres misericordioso, y yo miserable. Toda mi
esperanza no estriba sino en tu muy grande misericordia” (X, 28.39; 29.40).
Y
como es tradicional, tras el rezo mariano del Ángelus y el responso por los fieles
difuntos, Benedicto XVI ha saludado a todos los presentes en varias lenguas, en concreto,
en polaco, el Santo Padre ha dirigido una oración particular “por los mineros que
el pasado miércoles perdieron la vida en la mina de Borynia. Suplico para ellos –ha
proseguido el Pontífice en polaco- la gracia del descanso eterno, consuelo espiritual
para sus familias y una rápida recuperación para los heridos. Que Dios misericordioso
nos preserve de la muerte al improviso”.
Además del polaco, el Papa ha saludado
en inglés, francés, alemán, portugués, italiano y español. Éstas han sido las palabras
que Benedicto XVI ha dirigido en nuestro idioma: “Saludo con afecto
a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana, en particular
a los fieles de la Parroquia de San Saturnino, de Alcorcón, y del Colegio San José,
de Reus. Os invito a que os acerquéis con confianza a Jesucristo, médico que sana
los corazones y llama sin cesar a la conversión, para que inspirados por Él, penséis
lo que es recto y lo cumpláis con su ayuda. Feliz domingo a todos”.