2008-06-03 16:24:35

Llamamiento a la cumbre de la FAO: «Si no le das de comer al que se está muriendo de hambre lo habrás matado». Benedicto XVI reitera que «el hambre y la malnutrición son inaceptables» en este mundo que dispone de alimentos suficientes y sin embargo atenta contra la vida de millones de personas


Martes, 3 jun (RV).- Reiterando con firmeza que «el hambre y la malnutrición son inaceptables en este mundo que, en realidad, dispone de niveles de producción, de recursos y de conocimientos suficientes para poner fin a semejantes dramas y a sus consecuencias», Benedicto XVI sigue con particular atención los trabajos de la cumbre de la FAO, en Roma, que se propone concordar soluciones idóneas con el fin de afrontar la falta de alimentos que atenta contra la vida de millones de personas.

Precisamente en la inauguración de esta cumbre, el Cardenal Secretario de Estado de Benedicto XVI ha leído un mensaje en el que el Papa - una vez más - alienta a la comunidad internacional a «asumir nuevos compromisos con el propósito de realizarlos con determinación». Asegurando la colaboración de la Iglesia católica, el Pontífice ha renovado un apremiante llamamiento: «Por su parte ¡la Iglesia católica desea unirse a este esfuerzo! En espíritu de colaboración, se hace portadora de la sabiduría antigua, inspirada en el Evangelio, con un firme y apremiante llamamiento, que sigue siendo de gran actualidad para cuantos participan en esta cumbre: «Da de comer a aquel que se está muriendo de hambre, porque, si no le habrás dado de comer lo habrás matado» (Decretum Gratiani, c 21, d LXXXVI)

El Santo Padre ha renovado la urgencia del anhelo que formuló ante la ONU, el pasado mes de abril: «Es urgente superar la paradoja de un consenso multilateral que sigue en estado crítico debido a su subordinación a las decisiones de unos pocos. Además, me permito invitaros a colaborar de forma cada vez más transparente con las organizaciones de la sociedad civil comprometidas en colmar la creciente separación entre riqueza y pobreza. Así como os exhorto a proseguir aquellas reformas estructurales que, en ámbito nacional, son indispensables para afrontar con éxito los problemas del subdesarrollo, de los que el hambre y la malnutrición son consecuencias directas».

Aún conociendo las arduas dificultades que se presentan y preguntando «cómo se puede permanecer insensibles ante el clamor de aquellos que, en los diversos continentes, no logran alimentarse lo suficiente para vivir», Benedicto XVI recuerda que «pobreza y malnutrición no son una mera fatalidad provocada por situaciones ambientales adversas o por desastrosas calamidades naturales».

Advirtiendo que las consideraciones exclusivamente técnicas o económicas «no deben prevalecer sobre los deberes de justicia hacia cuantos sufren el hambre», el Papa evoca las palabras del Evangelio e insiste en que «el derecho a la alimentación ‘responde principalmente a una motivación ética: dar de comer a los hambrientos’ (cfr Mt 25, 35), que impulsa a compartir los bienes materiales como signo del amor que todos necesitamos». En este contexto, Benedicto XVI ha recordado la importancia de tutelar la vida humana, cimiento de los derechos humanos: «Este derecho primario a la alimentación está intrínsecamente vinculado con la tutela y la defensa de la vida humana, roca firme e inviolable sobre la cual se fundamenta todo el edificio de los derechos humanos». (Discurso al nuevo embajador de Guatemala, 310508).

Tras poner de relieve que en este particular momento que ve la seguridad alimentaria amenazada por el aumento de los productos agrícolas, «es necesario elaborar nuevas estrategias de lucha contra la pobreza y de promoción del desarrollo agrícola», el Papa recuerda la necesidad de «procesos de reformas estructurales que permitan afrontar los desafíos de la misma seguridad y de los cambios climáticos». Así como «también es necesario incrementar la disponibilidad de los alimentos, valorizando las capacidades de los pequeños agricultores y garantizándoles el acceso al mercado».

Ante estos desafíos, Benedicto XVI recuerda que el aumento global de la producción agrícola podrá ser eficaz «sólo si estará acompañado de una efectiva distribución de dicha producción y si ésta se destinará primariamente a la satisfacción de las necesidades esenciales».

Entre las necesidades esenciales, Benedicto XVI recuerda también el redescubrimiento del valor de la familia rural, no sólo en la importante transmisión de los conocimientos relacionados con los cultivos, sino como modelo de vida, educación, cultura y religiosidad.

Leyendo este mensaje del Papa, el Cardenal Tarcisio Bertone ha manifestado la constante atención de Benedicto XVI en lo que concierne a la dignidad humana, pues las dificultades de hoy «muestran que las modernas tecnologías no son suficientes para afrontar la falta de alimentos, así como tampoco lo son las estadísticas o el envío de ayuda en casos de emergencia»: «Sólo la tutela de la persona, pues, permite combatir la causa principal del hambre. Es decir, aquella cerrazón del ser humano en relación con sus semejantes que anula la solidaridad, justifica los modelos de vida consumista y disgrega el tejido social, preservando e incluso llegando a aumentar el surco de injustos desequilibrios, dejando de lado las exigencias más profundas del bien». (cfr Deus Caritas Est, 28).

El Papa ha sellado su mensaje reiterando la colaboración de la Santa Sede con cuantos se comprometen en el «auténtico progreso de la persona y de la sociedad» y alentando a los pueblos a «compartir las necesidades, poniendo en común los bienes de la tierra que el Creador ha destinado a toda la familia humana».







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