Junio: Intención general para el Apostolado de la Oración
Lunes, 2 jun (RV).- «Para que los cristianos cultiven una amistad profunda y personal
con Cristo, para poder así comunicar la fuerza de su amor a las personas con quienes
se encuentran». Es la intención general para el Apostolado de la Oración que propone
Benedicto XVI este mes de junio: Escuchar el programa
Una
vez más el Santo Padre alienta a fortalecer y testimoniar la amistad con Jesús - «don
hermoso que no se puede tener sólo para sí mismo». Pues «quien recibe este don siente
la necesidad de transmitirlo a los demás; y, de este modo, el don, compartido, no
disminuye sino que se multiplica». (Carta de Benedicto XVI a los niños austriacos
que participan activamente en la Obra Pontificia de la Infancia Misionera, 3 de septiembre
de 2007)
El Papa no deja de exhortar a los cristianos a cultivar una amistad
profunda con Cristo. Pues sólo así el testimonio evangelizador será creíble y florecerá
en copiosos frutos de paz y reconciliación en medio de un mundo muchas veces marcado
por divisiones y enfrentamientos. Sólo así es posible no dejarse vencer por «el pesimismo,
la inercia o los problemas». Sólo así los cristianos pueden «ser fieles a los compromisos
que adquirieron al ser bautizados». Sólo así los fieles pueden «seguir contribuyendo
al futuro de la Iglesia» y «a la difusión del Evangelio».
Son incontables
las oportunidades en que Benedicto XVI alienta a impulsar la amistad con Cristo, el
Amigo que nunca defrauda. Entre las tantas veces evocamos las palabras que el Santo
Padre pronunció en español, en Washington, el pasado 17 de abril, durante el Viaje
Apostólico que le llevó a los Estados Unidos de América y a visitar la Sede la Organización
de las Naciones Unidas.
En la homilía de la Santa Misa dedicada al Espíritu
Santo, que presidió en el Estadio Nacional de la capital estadounidense ante miles
de fieles, Benedicto reiteró su anhelo de confirmar a los hermanos en la fe, en el
ejercicio de su ministerio petrino, «para proclamar de nuevo, como lo hizo san Pedro
el día de Pentecostés, que Jesucristo es el Mesías, juez de vivos y muertos; para
reiterar la llamada urgente de los Apóstoles a la conversión y por el perdón de los
pecados y para implorar al Señor una nueva efusión del Espíritu Santo sobre la Iglesia».
El
Papa de la esperanza cristiana -que nace del amor y de la fidelidad de Dios- destacó
también la vitalidad del testimonio de fe de los fieles de lengua española. Éstas
eran sus palabras: Queridos hermanos y hermanas de lengua española deseo saludarles
con las mismas palabras que Cristo Resucitado dirigió a los apóstoles: “Paz a ustedes”
(Jn 20,19). Que la alegría de saber que el Señor ha triunfado sobre la muerte y el
pecado les ayude a ser, allá donde se encuentren, testigos de su amor y sembradores
de la esperanza que Él vino a traernos y que jamás defrauda. No se dejen vencer por
el pesimismo, la inercia o los problemas. Antes bien, fieles a los compromisos que
adquirieron en su bautismo, profundicen cada día en el conocimiento de Cristo y permitan
que su corazón quede conquistado por su amor y por su perdón.
Luego, Benedicto
XVI se refirió a la realidad de la Iglesia en este país que ha acogido en su seno
a tantos de sus hijos emigrantes, destacando en particular la vitalidad de los de
habla hispana:
«Ha ido creciendo gracias también a la vitalidad del testimonio
de fe de los fieles de lengua española. Por eso, el Señor les llama a seguir contribuyendo
al futuro de la Iglesia y a la difusión del Evangelio. Sólo si están unidos a Cristo
y entre ustedes, su testimonio evangelizador será creíble y florecerá en copiosos
frutos de paz y reconciliación en medio de un mundo muchas veces marcado por divisiones
y enfrentamientos. La Iglesia espera mucho de ustedes. No la defrauden en su donación
generosa. “Lo que han recibido gratis, denlo gratis” (Mt 10,8).
Cómo no recordar
que, en la primer encíclica de su Pontificado ‘Deus caritas est’, Benedicto XVI cita
la afirmación de la primera carta de san Juan: ‘Nosotros hemos conocido el amor que
Dios nos tiene y hemos creído en él’, «para subrayar que en el origen del ser cristianos
está el encuentro con una Persona (cf. n. 1). Dado que Dios se manifestó del modo
más profundo a través de la encarnación de su Hijo, haciéndose ‘visible’ en él, es
en la relación con Cristo donde podemos reconocer quién es verdaderamente Dios».