En su audiencia al nuevo embajador de Guatemala el Papa defiende el derecho primario
a la alimentación, intrínsecamente vinculado con la tutela y defensa de la vida humana,
roca firme e inviolable donde se apoya todo el edificio de los derechos humanos
Sábado, 31 may (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana al nuevo Embajador de
Guatemala ante la Santa Sede que ha presentado sus Cartas Credenciales. Tras las
palabras de agradecimiento, el Papa ha pedido al Señor Acise lo Valladares Molina
que manifieste su gratitud a, Álvaro Colom Caballeros, Presidente de Guatemala y le
ha rogado que transmita sus mejores deseos para él y su Gobierno, asegurándole sus
oraciones por la seguridad, el progreso y la armónica convivencia del querido pueblo
guatemalteco”.
Después el Pontífice ha recordado que se cumple en este año
el XXV aniversario de la primera Visita Pastoral de su venerado Predecesor realizó
a esa hermosa tierra “de la eterna primavera”. “En aquella memorable ocasión, el Siervo
de Dios Juan Pablo II pudo manifestar la solicitud con que la Santa Sede ha acompañado
a esa Nación en sus diversas vicisitudes, estando especialmente próxima a ella en
los momentos más delicados, para compartir los desvelos de sus gentes y, sobre todo,
para alentarlas a trabajar con abnegación por el bien común”.
Benedicto XVI
tras recordar la entrañable adhesión de los guatemaltecos al Obispo de Roma, lo cual
contribuye a estrechar los lazos de amistad que unen desde hace tiempo a su País con
la Santa Sede, ha manifestado al nuevo embajador que: “La reciente visita ad Limina
de los obispos guatemaltecos nos ha brindado una oportunidad magnífica para conocer
más de cerca la vitalidad con que la Iglesia en su Nación anuncia el Evangelio, abre
vías de esperanza y tiende una mano fraterna a todos los ciudadanos, preferentemente
a los más desamparados”.
“Desde esta óptica, ha proseguido el Papa, la Iglesia
comparte la preocupación de las autoridades de Guatemala, ante fenómenos que afligen
a una gran parte de la población, como la pobreza y la emigración. Ante este fenómenos
el Papa ha dicho que a los imprescindibles programas técnicos y económicos, han de
añadirse aquellos otros aspectos que fomenten la dignidad de la persona, la estabilidad
de la familia y una educación que tenga en cuenta los más importantes valores humanos
y cristianos. Tampoco se ha de olvidar a quienes tuvieron que abandonar su tierra,
sin dejar de llevarla en el corazón. Éste es un deber de gratitud y justicia hacia
ellos que, de hecho, son también una fuente de recursos significativos para la Patria
que los vio nacer”.
También el Santo Padre ha aludido a otro desafío en este
País, el de remediar la desnutrición de numerosos niños. “El derecho a la alimentación
responde principalmente a una motivación ética: “dar de comer a los hambrientos” (cf.
Mt 25,35), que apremia a compartir los bienes materiales como muestra del amor que
todos necesitamos. Como ya señalé en otra ocasión, “el objetivo de erradicar el hambre
y, al mismo tiempo, contar con una alimentación sana y suficiente, requiere también
métodos y acciones específicas que permitan una explotación de los recursos que respete
el patrimonio de la creación”.
“Trabajar en esta dirección es una prioridad
que conlleva no sólo beneficiarse de los resultados de la ciencia, de la investigación
y de las tecnologías, sino tener también en cuenta los ciclos y el ritmo de la naturaleza
conocidos por la gente de zonas rurales, así como proteger los usos tradicionales
de las comunidades indígenas, dejando a un lado razones egoístas y exclusivamente
económicas” (Mensaje al Director General de la FAO con motivo de la Jornada mundial
de la alimentación, 4 de octubre de 2007, n. 3).
“Este derecho primario a
la alimentación, ha subrayado el Papa, está intrínsecamente vinculado con la tutela
y defensa de la vida humana, roca firme e inviolable donde se apoya todo el edificio
de los derechos humanos. Nunca será bastante, pues, el esmero que hay que poner para
atender a las madres, especialmente a las que se hallan en grave dificultad, de modo
que puedan traer a su prole al mundo con dignidad, evitando así el injustificable
recurso al aborto. En este sentido, salvaguardar la vida humana, en particular la
no nacida y ya concebida, cuya inocencia y desprotección es mayor, es una tarea siempre
vigente, con la que está relacionado, por su propia naturaleza, el facilitar que la
adopción de los niños esté garantizada en todo momento por la legalidad de los procedimientos
utilizados para ello”.
El pontífice ha aprovechado la ocasión para recordar,
el flagelo de la violencia social que se agudiza a menudo por la falta de diálogo
y de cohesión en los hogares, por lacerantes desigualdades económicas, por graves
negligencias y deficiencias sanitarias, por el consumo y el tráfico de droga o por
la lacra de la corrupción; y ha constato con satisfacción los pasos que se han dado
en la nación guatemalteca en la lucha contra estas tragedias, y que han de continuar,
promoviendo la cooperación de todos para acabar con ellas a través del cultivo de
los rectos valores y el combate a la ilegalidad, la impunidad y el soborno”.
Benedicto
XVI ha finalizado su discurso al nuevo embajador de Guatemala ante la Santa Sede expresándole
sus mejores deseos en el momento asumir la honorable responsabilidad de representar
a su País ante la Santa Sede. “No dude, le ha dicho, que hallará siempre la ayuda
que precise de mis colaboradores en tan alto cometido y ha encomendado a todo el pueblo
guatemalteco a la maternal intercesión de Nuestra Señora del Rosario.
Discurso
completo Señor Embajador:
1. Recibo con alegría las cartas que lo acreditan
como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República de Guatemala ante
la Santa Sede. Me complace darle la cordial bienvenida en este solemne acto con el
que comienza la misión que le ha sido confiada, a la vez que le expreso mi gratitud
por las palabras que me ha dirigido, así como por el deferente saludo que me ha hecho
llegar de Su Excelencia, Ingeniero Álvaro Colom Caballeros, Presidente de ese noble
País. Le ruego que transmita mis mejores deseos para él y su Gobierno, asegurando
mis oraciones por la seguridad, el progreso y la armónica convivencia del querido
pueblo guatemalteco.
2. Se cumple en este año el XXV aniversario de la primera
Visita Pastoral que mi venerado Predecesor realizó a esa hermosa tierra “de la eterna
primavera”. En aquella memorable ocasión, el Siervo de Dios Juan Pablo II pudo manifestar
la solicitud con que la Santa Sede ha acompañado a esa Nación en sus diversas vicisitudes,
estando especialmente próxima a ella en los momentos más delicados, para compartir
los desvelos de sus gentes y, sobre todo, para alentarlas a trabajar con abnegación
por el bien común.
Señor Embajador, me consta que los guatemaltecos corresponden
a esta solicitud con una entrañable adhesión al Obispo de Roma, lo cual contribuye
a estrechar los lazos de amistad que unen desde hace tiempo a su País con la Santa
Sede, que tiene en alta estima estas relaciones fluidas y formula los mejores votos
para que las circunstancias en que vive Guatemala permitan un presente colmado de
logros en los diversos ámbitos de la sociedad y consoliden una base firme para encarar
un futuro prometedor.
3. La reciente visita ad Limina de los obispos guatemaltecos
nos ha brindado una oportunidad magnífica para conocer más de cerca la vitalidad con
que la Iglesia en su Nación anuncia el Evangelio, abre vías de esperanza y tiende
una mano fraterna a todos los ciudadanos, preferentemente a los más desamparados.
Desde
esta óptica, la Iglesia comparte la preocupación de las autoridades de Guatemala,
como Vuestra Excelencia ha hecho notar, ante fenómenos que afligen a una gran parte
de la población, como la pobreza y la emigración. La rica experiencia eclesial, acumulada
a lo largo de la historia, puede ayudar a encontrar las medidas para afrontar estos
problemas desde una perspectiva humanitaria y para robustecer la solidaridad, indispensable
para lograr soluciones efectivas y duraderas. En este sentido, a los imprescindibles
programas técnicos y económicos, han de añadirse aquellos otros aspectos que fomenten
la dignidad de la persona, la estabilidad de la familia y una educación que tenga
en cuenta los más importantes valores humanos y cristianos. Tampoco se ha de olvidar
a quienes tuvieron que abandonar su tierra, sin dejar de llevarla en el corazón. Éste
es un deber de gratitud y justicia hacia ellos que, de hecho, son también una fuente
de recursos significativos para la Patria que los vio nacer.
4. Otro desafío
para Guatemala es remediar la desnutrición de numerosos niños. El derecho a la alimentación
responde principalmente a una motivación ética: “dar de comer a los hambrientos” (cf.
Mt 25,35), que apremia a compartir los bienes materiales como muestra del amor que
todos necesitamos. Como ya señalé en otra ocasión, “el objetivo de erradicar el hambre
y, al mismo tiempo, contar con una alimentación sana y suficiente, requiere también
métodos y acciones específicas que permitan una explotación de los recursos que respete
el patrimonio de la creación. Trabajar en esta dirección es una prioridad que conlleva
no sólo beneficiarse de los resultados de la ciencia, de la investigación y de las
tecnologías, sino tener también en cuenta los ciclos y el ritmo de la naturaleza conocidos
por la gente de zonas rurales, así como proteger los usos tradicionales de las comunidades
indígenas, dejando a un lado razones egoístas y exclusivamente económicas” (Mensaje
al Director General de la FAO con motivo de la Jornada mundial de la alimentación,
4 de octubre de 2007, n. 3).
5. Este derecho primario a la alimentación está
intrínsecamente vinculado con la tutela y defensa de la vida humana, roca firme e
inviolable donde se apoya todo el edificio de los derechos humanos. Nunca será bastante,
pues, el esmero que hay que poner para atender a las madres, especialmente a las que
se hallan en grave dificultad, de modo que puedan traer a su prole al mundo con dignidad,
evitando así el injustificable recurso al aborto. En este sentido, salvaguardar la
vida humana, en particular la no nacida y ya concebida, cuya inocencia y desprotección
es mayor, es una tarea siempre vigente, con la que está relacionado, por su propia
naturaleza, el facilitar que la adopción de los niños esté garantizada en todo momento
por la legalidad de los procedimientos utilizados para ello.
6. El flagelo
de la violencia social se agudiza a menudo por la falta de diálogo y de cohesión en
los hogares, por lacerantes desigualdades económicas, por graves negligencias y deficiencias
sanitarias, por el consumo y el tráfico de droga o por la lacra de la corrupción.
Constato con satisfacción los pasos que se han dado en su Nación en la lucha contra
estas tragedias, y que han de continuar, promoviendo la cooperación de todos para
acabar con ellas a través del cultivo de los rectos valores y el combate a la ilegalidad,
la impunidad y el soborno.
7. Señor Embajador, antes de finalizar este encuentro,
quisiera felicitar a usted y a su familia, así como a los demás miembros de esta Misión
diplomática, y expresarles mis mejores deseos en el momento en que Vuestra Excelencia
vuelve a asumir la honorable responsabilidad de representar a su País ante la Santa
Sede. No dude que hallará siempre la ayuda que precise de mis colaboradores en tan
alto cometido.
A la vez que encomiendo a la maternal intercesión de Nuestra
Señora del Rosario al pueblo y a las autoridades guatemaltecas, suplico fervientemente
a Dios que bendiga y acompañe el camino que está recorriendo su Patria, para que en
ella brillen sin cesar las estrellas de la paz, la justicia, la prosperidad y la concordia
fraterna.