2008-05-30 15:32:15

En su audiencia a los obispos de Myanmar en visita ad limina el Pontífice destaca cómo la Iglesia en este país es conocida y admirada por su solidaridad con los pobres, demostrándolo tras el ciclón Nargis


Viernes, 30 may (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana a los obispos de Myanmar en visita ad limina apostolorum, presentes en Roma para venerar las tumbas de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, y para consolidar su comunión con el Sucesor de Pedro. En primer lugar el Papa ha puesto de relieve en su discurso que este encuentro testimonia la unidad, la caridad y la paz que los unen y anima su misión –dijo- para enseñar, guiar y santificar a la grey de Dios (cf. Lumen Gentium, 22).

El Pontífice ha destacado cómo la Iglesia en Myanmar es conocida y admirada por su solidaridad con los pobres, aspecto ampliamente demostrado de forma especial tras las consecuencias del ciclón Nargis. Porque, como ha subrayado el Santo Padre, las numerosas agencias y asociaciones católicas en esta tierra han demostrado que la gente bajo su cuidado ha aplicado literalmente la recomendación del Bautista: “El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo” (Lc 3, 11).

Benedicto XVI les ha dicho a los obispos que conoce los esfuerzos realizados por la población junto a la Iglesia para proporcionar abrigo, alimento, agua, y medicamentos a los que necesitan socorro en estos difíciles días. Y ha manifestado su esperanza en que, respetando el acuerdo alcanzado recientemente para la distribución de ayuda procedente de la comunidad internacional, todos los que puedan ayudar logren hacerlo para conseguir el acceso eficaz a los lugares más necesitados de ayuda.

En este tiempo crítico Benedicto XVI ha agradecido a Dios Todopoderoso la oportunidad de manifestar que la Iglesia Universal está unida espiritualmente a las locales y a las personas que están de luto por la pérdida de sus seres queridos. El Pontífice también ha afirmado que la misión de la Iglesia de la caridad brilla de modo particular con la vida religiosa, por la cual hay hombres y mujeres que se dedican con el corazón al servicio de Dios y del prójimo.

En este mismo contexto el Santo padre ha manifestado su satisfacción por el aumento del número de mujeres que está respondiendo a la llamada a la vida consagrada en su país. Y en este sentido ha asegurado sus oraciones para que esta aceptación libre y radical de los consejos evangélicos inspire a otras personas a abrazar la vida de la castidad, de la pobreza y de la obediencia por el Reino.

Continuando con este mismo tema el Pontífice ha recordado que la preparación de los candidatos para este servicio eclesial y del trabajo apostólico requiere una inversión de tiempo y de recursos. Y ha añadido que la formación ofrecida por la Conferencia Episcopal de Myanmar atestigua que la cooperación entre las diversas comunidades religiosas es posible mediante el respeto del carisma particular de cada una, y con una sana formación académica, espiritual y humana.







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