En su audiencia a los obispos de Myanmar en visita ad limina el Pontífice destaca
cómo la Iglesia en este país es conocida y admirada por su solidaridad con los pobres,
demostrándolo tras el ciclón Nargis
Viernes, 30 may (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana a los obispos de Myanmar
en visita ad limina apostolorum, presentes en Roma para venerar las tumbas de los
santos Apóstoles Pedro y Pablo, y para consolidar su comunión con el Sucesor de Pedro.
En primer lugar el Papa ha puesto de relieve en su discurso que este encuentro testimonia
la unidad, la caridad y la paz que los unen y anima su misión –dijo- para enseñar,
guiar y santificar a la grey de Dios (cf. Lumen Gentium, 22).
El Pontífice
ha destacado cómo la Iglesia en Myanmar es conocida y admirada por su solidaridad
con los pobres, aspecto ampliamente demostrado de forma especial tras las consecuencias
del ciclón Nargis. Porque, como ha subrayado el Santo Padre, las numerosas agencias
y asociaciones católicas en esta tierra han demostrado que la gente bajo su cuidado
ha aplicado literalmente la recomendación del Bautista: “El que tenga dos túnicas,
que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo”
(Lc 3, 11).
Benedicto XVI les ha dicho a los obispos que conoce los esfuerzos
realizados por la población junto a la Iglesia para proporcionar abrigo, alimento,
agua, y medicamentos a los que necesitan socorro en estos difíciles días. Y ha manifestado
su esperanza en que, respetando el acuerdo alcanzado recientemente para la distribución
de ayuda procedente de la comunidad internacional, todos los que puedan ayudar logren
hacerlo para conseguir el acceso eficaz a los lugares más necesitados de ayuda.
En
este tiempo crítico Benedicto XVI ha agradecido a Dios Todopoderoso la oportunidad
de manifestar que la Iglesia Universal está unida espiritualmente a las locales y
a las personas que están de luto por la pérdida de sus seres queridos. El Pontífice
también ha afirmado que la misión de la Iglesia de la caridad brilla de modo particular
con la vida religiosa, por la cual hay hombres y mujeres que se dedican con el corazón
al servicio de Dios y del prójimo.
En este mismo contexto el Santo padre ha
manifestado su satisfacción por el aumento del número de mujeres que está respondiendo
a la llamada a la vida consagrada en su país. Y en este sentido ha asegurado sus oraciones
para que esta aceptación libre y radical de los consejos evangélicos inspire a otras
personas a abrazar la vida de la castidad, de la pobreza y de la obediencia por el
Reino.
Continuando con este mismo tema el Pontífice ha recordado que la preparación
de los candidatos para este servicio eclesial y del trabajo apostólico requiere una
inversión de tiempo y de recursos. Y ha añadido que la formación ofrecida por la Conferencia
Episcopal de Myanmar atestigua que la cooperación entre las diversas comunidades religiosas
es posible mediante el respeto del carisma particular de cada una, y con una sana
formación académica, espiritual y humana.