2008-05-10 16:14:35

Benedicto XVI recuerda que el acto de amor conyugal no puede sustituirse con la técnica mecánica y pone en guardia contra el egoísmo en el ejercicio de la sexualidad, alentando la formación de la juventud


Sábado, 10 may (RV).- «El respeto de la vida desde su concepción, tema decisivo para el futuro de la humanidad». Reiterando la responsabilidad del amor conyugal – que no se puede sustituir con técnicas mecánicas - y el ejercicio responsable de la sexualidad, formando también a la juventud, Benedicto XVI señala que «el amor es la clave» para comprender la Encíclica Humanae Vitae, de Pablo VI.

«La responsabilidad y el respeto hacia la vida desde su concepción es un problema antiguo y siempre nuevo». Un tema «tan controvertido y, al mismo tiempo, tan decisivo para el futuro de la humanidad». Reiterando la urgencia de redescubrir la alianza entre razón y amor, Benedicto XVI ha recordado, esta mañana, que el acto de amor conyugal no puede sustituirse con la técnica mecánica y ha puesto en guardia contra el egoísmo en el ejercicio de la sexualidad, alentando la formación de la juventud.

En su audiencia a los participantes en el Encuentro Internacional titulado «Custodios e intérpretes de la vida - Actualidad de la Encíclica Humanae vitae», que la Pontificia Universidad Lateranse ha organizado, con ocasión del 40º Aniversario de la histórica Encíclica del Siervo de Dios Papa Pablo VI, Benedicto XVI ha señalado que este «documento fue pronto signo de contradicción». Y que «elaborado a la luz de una decisión sufrida, es un significativo gesto de valentía al reiterar la continuidad de la doctrina y de la tradición de la Iglesia». Un texto, «a menudo malentendido e interpretado equívocamente, que hizo discutir también porque se presentaba en los albores de una profunda contestación que marcó la vida de generaciones enteras».

Ahora, después de cuatro décadas, esta Encíclica no sólo manifiesta su inmutada verdad, sino que revela su clarividencia, ha subrayado el Papa, refiriéndose a los nuevos descubrimientos científicos y señalando que «la palabra clave» para comprender las enseñanzas de la Humanae Vitae y «entrar con coherencia en sus contenidos, es el amor». Tras reiterar - con su Encíclica Dios es Amor - que el «hombre es realmente él mismo cuando cuerpo y alma forman una unidad íntima», Benedicto XVI ha recordado el grave peligro de considerar el cuerpo como mercancía. Como simple « objeto» que se puede comprar y vender:

«En una cultura sometida al prevalecer del tener sobre el ser, la vida humana corre el riesgo de perder su valor. Si el ejercicio de la sexualidad se transforma en una droga, cuando alguien quiere someter a su pareja a sus propios deseos e intereses, sin respetar los tiempos de la persona amada, entonces lo que se debe defender ya no es sólo el verdadero concepto del amor. Sino, en primer lugar, la dignidad de la persona misma».

Recordando las enseñanzas de Jesús sobre el amor humano y sobre la fecundidad del amor conyugal, el Papa ha hecho hincapié en que como creyentes no podríamos permitir nunca que «el dominio de la técnica llegue a mermar la calidad del amor y la sacralidad de la vida», que no puede cancelarse con las diversas teorías, que se vienen sucediendo en el curso de los años, llegando incluso a contradecirse entre ellas:

«La ley natural, base del reconocimiento de la verdadera igualdad entre las personas y los pueblos, merece ser reconocida como fuente de inspiración también en la relación entre los esposos y en su responsabilidad en la generación de los hijos».


La responsabilidad de la vida desde su concepción hace fecundo el don de los esposos entre sí. Es fruto de un amor que sabe pensar y elegir en plena libertad, sin dejarse condicionar por el sacrificio requerido:

«De aquí brota el milagro de la vida que los padres experimentan en sí mismos, verificando como algo extraordinario lo que se cumple en ellos y a través de ellos. Ninguna técnica mecánica puede sustituir el acto de amor que dos esposos se intercambian como signo de un misterio más grande, que los ve protagonistas y copartícipes de la creación».


El Santo Padre ha lamentado que se asiste a menudo a vivencias tristes que implican a adolescentes. Ha hecho hincapié en la urgencia formativa sobre el verdadero sentido del amor. Sin dejarse llevar por mensajes efímeros:

«Brindar falsas ilusiones en el ámbito del amor o engañar sobre las genuinas responsabilidades que se deben asumir en el ejercicio de la propia sexualidad, no hace honor a una sociedad que se apela a los principios de la libertad y de la democracia. La libertad debe conjugarse con la verdad y la responsabilidad con la fuerza de la entrega al otro, también con el sacrificio. Sin estos requisitos no crece la comunidad de los hombres y el riesgo de un egoísmo asfixiante permanece siempre en asecho.

No se trata de tareas fáciles, pero no se debe desfallecer en impulsar el respeto de la vida y de la dignidad humana, ha concluido el Papa recordando que «la vida se ha transmitido siempre - desde la creación del mundo – en el respeto de la naturaleza y en conformidad con sus exigencias» Y que «el respeto de la vida humana y la salvaguarda de la dignidad de la persona nos imponen que hagamos todo lo posible para que todos sean partícipes de la genuina verdad del amor conyugal responsable. En plena adhesión a la ley inscrita en el corazón de toda persona».








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