Escuchar el programa Jueves, 8 may
(RV).- Durante el mes de abril se habló mucho de los niños, de sus derechos, necesidades,
de su situación en particular en los países de América Latina, donde viven en medio
de situaciones de pobreza e incluso maltrato infantil. Pero nuestro tema hoy quiere
rescatar un derecho que es propio de los niños: jugar. Esa actividad les permite crecer,
desarrollar actitudes, ejercitarse, reconocerse, desarrollar su propia identidad,
además de relacionarse con el mundo que los rodeas. Pero sobre todo, a través de juego
los niños y los padres generan un gran vínculo de amor.
Por supuesto, el juego
es una de las actividades preferidas por los niños. Y ahora esta actividad no sólo
se convirtió en un derecho sino en un deber que deben cumplir los padres. ¿Cómo jugar
con nuestros hijos? Es la pregunta que se hacen diariamente los padres que viven entre
el ir y venir de las actividades cotidianas.
Más allá de entretener y divertir,
el juego es la manera como el ser humano en su niñez empieza a relacionarse con el
mundo. Tan sólo pensemos en la forma más común de comunicamos con los recién nacidos:
es jugando. De ahí que el juego sea considerado “el lenguaje de los más pequeños”.Sin
embargo, esta no es su única característica. A través de la historia nos hemos dado
cuenta de que la mejor manera de enseñar, aprender y formar, es jugando.
De
ahí que el juego se institucionalizó como derecho en la Convención sobre los Derechos
del Niño y en el Código de la Infancia y la Adolescencia, de algunos países latinoamericanos.
Así, el juego adquiere la misma importancia que el derecho a la educación y a la salud. Diversos
estudios de historiadores, sicólogos, filósofos y especialistas en niñez destacan
la necesidad de acercar, instalar y retomar el juego en la vida diaria y su importancia
en el desarrollo del ser humano, y no sólo se refieren a los niños.
Está demostrado
que cuando los niños juegan, se concentran mejor, son más creativos, tienen mayor
imaginación, aprenden otros idiomas rápidamente, se rodean de más amigos, son tranquilos,
seguros y mantienen mejores relaciones con sus padres.
Pese a que los Estados
y otras instituciones están redoblando sus esfuerzos promoviendo y buscando lugares
propicios para cumplir con este derecho de los niños, el derecho a jugar, en muchos
casos son los padres quienes no lo hacen efectivo, dejando de lado la importancia
y beneficios que trae esta actividad a sus hijos.
Realmente es poco el tiempo
que se necesita para jugar con los niños. Basta disponer de media hora diaria y abrir
un espacio en casa. Para jugar con sus hijos es necesario ponerse a la altura de los
niños. No dude en tirarse al suelo, jugar a la cocinita o cambiar de roles, y si es
necesario hay que convertirse en el bebé de su hijo.
No hay que olvidar que
el tiempo de juego es “sagrado”. Lo ideal es que a diario se disponga de un momento
para jugar, preferiblemente antes de dormir. Pero si es imposible, hágalo durante
el fin de semana. En ese tiempo no puede haber prisa ni preocupación alguna, más que
disfrutar de la imaginación infantil. Los niños desarrollan diferentes clases de juego
dependiendo a su edad, por lo que es necesario tener en cuenta las necesidades y la
etapa por la que está atravesando su hijo, y dejarse llevar por sus iniciativas y
juegos. Que lo disfrute.