2008-04-27 17:53:53

El Papa ordena a 29 presbíteros de la diócesis de Roma a quienes encomienda «testimoniar la fe y el amor a Cristo, como servidores, colaboradores, mensajeros y multiplicadores de la alegría y de la esperanza de la paz, en un mundo a menudo triste y negativo»


Domingo, 27 abr (RV).- «Testimoniar la fe y el amor a Cristo, como servidores, colaboradores, mensajeros y multiplicadores de la alegría y de la esperanza de la paz, en un mundo a menudo triste y negativo». «En particular, ante los que sufren y a los heridos por la vida». Benedicto XVI ha reiterado las palabras programáticas para todo sacerdote, esta mañana, en la Santa Misa que ha presidido en la Basílica de San Pedro, ordenando a 29 presbíteros de la diócesis de Roma.

«Son palabras programáticas para todo sacerdote. Para ser colaboradores de la alegría de los demás, en un mundo a menudo triste y negativo, es menester que el fuego del Evangelio arda dentro de vosotros, que habite en vosotros la alegría del Señor. Sólo así podréis ser mensajeros y multiplicadores de esta alegría, brindándola a todos. En particular, a cuantos están tristes y desalentados».

Esta tradicional celebración suele desarrollarse el IV domingo de Pascua - denominado del Buen Pastor - pero este año coincidía con la víspera del viaje apostólico a Estados Unidos. Por lo tanto, ha tenido lugar esta mañana. «Se realiza para nosotros hoy, de forma muy especial» la palabra del profeta Isaías: «Acreciste la alegría, aumentaste el gozo» (9,2), ha afirmado el Papa, haciendo hincapié en la importancia de la propagación del anuncio de Cristo, que abre los corazones. Anunciar y testimoniar la alegría es el núcleo central de la misión sacerdotal y de la Iglesia, ha insistido Benedicto XVI, recordando que san Pablo llama a los ministros del Evangelio ‘servidores de la alegría’. «No es que pretendamos dominar sobre vuestra fe, sino que contribuimos a vuestro gozo, pues os mantenéis firmes en la fe». (2 Cor 1,24).

Tras destacar la misteriosa y providencial potencia extraordinaria - tanto en la predicación como en la acción taumatúrgica - gracias al Espíritu Santo, ya desde la primera violenta persecución contra la Iglesia en Jerusalén, el Papa ha reflexionado sobre la imposición de las manos. Gesto central también en la Ordenación presbiteral e inseparable de la oración. Movimiento espiritual invisible -«infinitamente importante», misterioso pero no mágico: «En aquella oración silenciosa se verifica el encuentro entre dos libertades: la libertad de Dios, que obra mediante el Espíritu Santo, y la libertad del hombre».

Misterioso movimiento trinitario, que conduce al Espíritu Santo y al Hijo a morar en los discípulos, como señala el Evangelio de Juan. El mismo Jesús promete que rezará al Padre para que envíe a los suyos el Espíritu, «otro Paráclito». Es decir, otro ‘abogado’ y ‘defensor’. Pues «el primero es el Hijo encarnado, venido para defender al hombre del acusador por antonomasia, que es Satanás», ha reiterado Benedicto XVI, subrayando que «en el momento en que Cristo, una vez cumplida su misión, vuelve al Padre, éste envía al Espíritu como Defensor y Consolador, para que permanezca siempre con los creyentes, habitando en ellos».

«Sin el amor a Jesús, que se pone en obra al observar sus mandamientos, la persona se excluye del movimiento trinitario y comienza a encerrase en sí misma, perdiendo la capacidad de recibir y comunicar a Dios», ha señalado el Santo Padre, exhortando a también a los nuevos sacerdotes a escuchar y acoger las palabras de Cristo: «¡Acogedlas con fe y con amor! Dejad que se graben en vuestro corazón, dejad que os acompañen a lo largo del camino de toda vuestra existencia ¡No las olvidéis! ¡No las extraviéis por el camino! No dejéis de leerlas, de meditarlas a menudo y, sobre todo, de rezar con ellas. Permaneceréis así fieles al amor de Cristo y percibiréis con alegría siempre nueva que esta Palabra divina suya ‘caminará’ con vosotros y ‘crecerá’ en vosotros».

Volviendo a exhortar a «adorar a Cristo en los corazones, cultivando una relación personal de amor con Él, para vivir, purificar, iluminar y santificar todas las demás relaciones», Benedicto XVI ha alentado a los nuevos presbíteros a ser portadores de la esperanza cristiana: «Esperanza de vida y de perdón para las personas que serán encomendadas a vuestro cuidado pastoral. Esperanza de santidad y fecundidad apostólica para vosotros y para toda la Iglesia. Esperanza de apertura a la fe y al encuentro con Dios, para cuantos se acercarán a vosotros en su búsqueda de la verdad. Esperanza de paz y de consuelo para los que sufren y los heridos por la vida. Queridísimos. Éste es mi deseo en este día tan significativo para vosotros: ¡que la esperanza arraigada en la fe pueda ser cada vez más vuestra! Y que podáis ser siempre sus testigos y dispensadores sabios y generosos, dulces y firmes, respetuosos y convencidos»

De los 29 nuevos sacerdotes de la diócesis romana, que ha ordenado hoy Benedicto XVI – como Obispo y Pastor de Roma y de la Iglesia Universal - uno es de Irak y uno, respectivamente, de Colombia, Chile, Paraguay, Francia, Haití e India. Los demás son de varias partes de Italia.








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