El Papa ordena a 29 presbíteros de la diócesis de Roma a quienes encomienda «testimoniar
la fe y el amor a Cristo, como servidores, colaboradores, mensajeros y multiplicadores
de la alegría y de la esperanza de la paz, en un mundo a menudo triste y negativo»
Domingo, 27 abr (RV).- «Testimoniar la fe y el amor a Cristo, como servidores, colaboradores,
mensajeros y multiplicadores de la alegría y de la esperanza de la paz, en un mundo
a menudo triste y negativo». «En particular, ante los que sufren y a los heridos por
la vida». Benedicto XVI ha reiterado las palabras programáticas para todo sacerdote,
esta mañana, en la Santa Misa que ha presidido en la Basílica de San Pedro, ordenando
a 29 presbíteros de la diócesis de Roma.
«Son palabras programáticas para
todo sacerdote. Para ser colaboradores de la alegría de los demás, en un mundo a menudo
triste y negativo, es menester que el fuego del Evangelio arda dentro de vosotros,
que habite en vosotros la alegría del Señor. Sólo así podréis ser mensajeros y multiplicadores
de esta alegría, brindándola a todos. En particular, a cuantos están tristes y desalentados».
Esta
tradicional celebración suele desarrollarse el IV domingo de Pascua - denominado del
Buen Pastor - pero este año coincidía con la víspera del viaje apostólico a Estados
Unidos. Por lo tanto, ha tenido lugar esta mañana. «Se realiza para nosotros hoy,
de forma muy especial» la palabra del profeta Isaías: «Acreciste la alegría, aumentaste
el gozo» (9,2), ha afirmado el Papa, haciendo hincapié en la importancia de la propagación
del anuncio de Cristo, que abre los corazones. Anunciar y testimoniar la alegría es
el núcleo central de la misión sacerdotal y de la Iglesia, ha insistido Benedicto
XVI, recordando que san Pablo llama a los ministros del Evangelio ‘servidores de la
alegría’. «No es que pretendamos dominar sobre vuestra fe, sino que contribuimos a
vuestro gozo, pues os mantenéis firmes en la fe». (2 Cor 1,24).
Tras destacar
la misteriosa y providencial potencia extraordinaria - tanto en la predicación como
en la acción taumatúrgica - gracias al Espíritu Santo, ya desde la primera violenta
persecución contra la Iglesia en Jerusalén, el Papa ha reflexionado sobre la imposición
de las manos. Gesto central también en la Ordenación presbiteral e inseparable de
la oración. Movimiento espiritual invisible -«infinitamente importante», misterioso
pero no mágico: «En aquella oración silenciosa se verifica el encuentro entre dos
libertades: la libertad de Dios, que obra mediante el Espíritu Santo, y la libertad
del hombre».
Misterioso movimiento trinitario, que conduce al Espíritu Santo
y al Hijo a morar en los discípulos, como señala el Evangelio de Juan. El mismo Jesús
promete que rezará al Padre para que envíe a los suyos el Espíritu, «otro Paráclito».
Es decir, otro ‘abogado’ y ‘defensor’. Pues «el primero es el Hijo encarnado, venido
para defender al hombre del acusador por antonomasia, que es Satanás», ha reiterado
Benedicto XVI, subrayando que «en el momento en que Cristo, una vez cumplida su misión,
vuelve al Padre, éste envía al Espíritu como Defensor y Consolador, para que permanezca
siempre con los creyentes, habitando en ellos».
«Sin el amor a Jesús, que se
pone en obra al observar sus mandamientos, la persona se excluye del movimiento trinitario
y comienza a encerrase en sí misma, perdiendo la capacidad de recibir y comunicar
a Dios», ha señalado el Santo Padre, exhortando a también a los nuevos sacerdotes
a escuchar y acoger las palabras de Cristo: «¡Acogedlas con fe y con amor! Dejad que
se graben en vuestro corazón, dejad que os acompañen a lo largo del camino de toda
vuestra existencia ¡No las olvidéis! ¡No las extraviéis por el camino! No dejéis de
leerlas, de meditarlas a menudo y, sobre todo, de rezar con ellas. Permaneceréis así
fieles al amor de Cristo y percibiréis con alegría siempre nueva que esta Palabra
divina suya ‘caminará’ con vosotros y ‘crecerá’ en vosotros».
Volviendo a exhortar
a «adorar a Cristo en los corazones, cultivando una relación personal de amor con
Él, para vivir, purificar, iluminar y santificar todas las demás relaciones», Benedicto
XVI ha alentado a los nuevos presbíteros a ser portadores de la esperanza cristiana:
«Esperanza de vida y de perdón para las personas que serán encomendadas a vuestro
cuidado pastoral. Esperanza de santidad y fecundidad apostólica para vosotros y para
toda la Iglesia. Esperanza de apertura a la fe y al encuentro con Dios, para cuantos
se acercarán a vosotros en su búsqueda de la verdad. Esperanza de paz y de consuelo
para los que sufren y los heridos por la vida. Queridísimos. Éste es mi deseo en este
día tan significativo para vosotros: ¡que la esperanza arraigada en la fe pueda ser
cada vez más vuestra! Y que podáis ser siempre sus testigos y dispensadores sabios
y generosos, dulces y firmes, respetuosos y convencidos»
De los 29 nuevos sacerdotes
de la diócesis romana, que ha ordenado hoy Benedicto XVI – como Obispo y Pastor de
Roma y de la Iglesia Universal - uno es de Irak y uno, respectivamente, de Colombia,
Chile, Paraguay, Francia, Haití e India. Los demás son de varias partes de Italia.