Encuentro Interreligioso: Benedicto XVI insta a los seguidores de todas las religiones
a estar unidos en la defensa y la promoción de la vida, y la libertad religiosa en
todo el mundo
Viernes, 18 abr (RV).- La tutela de la libertad religiosa, la responsabilidad de los
líderes religiosos de abogar por el respeto a la vida humana, la paz y la justicia,
la necesidad de responder a las preguntas más intimas del ser humano sobre el origen
y fin de su existencia, y la urgencia de entablar un diálogo interreligioso donde
las coincidencias y las diferencias conduzcan a revelar la relación esencial entre
el mundo y Dios, son sólo algunas de las reflexiones que el Santo Padre ha expuesto
en su discurso en el Encuentro Interreligioso que se realizó en el Centro Cultural
Juan Pablo II de Washington.
En la sala redonda, de este centro fundado hace
10 años, más de 200 representantes de las religiones budista, musulmana, judía, hindú
y jainista han recibido con un caluroso aplauso al Papa, acompañado por el rector
de la institución Mons. David O’ Connell y el Encargado de los asuntos para el ecumenismo
y el diálogo interreligioso de la Conferencia episcopal de EEUU, Mons. Richard Sklba.
Tras
enunciar como premisa la larga historia de colaboración entre las diversas religiones
en varios campos de la vida pública de EEUU, que van desde la oración interreligiosa
hasta las comunes iniciativas caritativas y promoción del bien común, el Santo Padre
ha recordado que precisamente, el Centro Cultural Juan Pablo II, fue fundado “para
proponer una voz cristiana en la búsqueda del significado y el fin de la vida humana
en un mundo de comunidades religiosas, étnicas y culturales distintas”.
El
Pontífice ha recalcado que esta institución “responde a la convicción –bien arraigada
en Estados Unidos- de que los hombres deben ser libres de conquistar su felicidad
conformes a su razón y propia voluntad, y en la cual, la religión y la libertad están
íntimamente ligadas en su contribución a una democracia estable que favorece la participación
de todos en la vida comunitaria. Justamente esta diversidad, que hoy por hoy, reúne
en áreas urbanas y rurales a personas de culturas y religiones diversas, que sientan
a jóvenes de todas las religiones, en las aulas de todo el país, representa -según
el Papa-, un desafió y una profunda reflexión sobre los principios fundamentales de
una sociedad democrática, una sociedad unidad en la pluralidad de los pueblos y en
el reconocimiento de la libertad religiosa como derecho civil”. Porque,
“la tarea de defender la libertad religiosa no se ha completado nunca –ha matizado
el papa- tutelar la libertad religiosa dentro de las normas de la ley no garantiza
que los pueblos en particular las minorías estén exentas de injusticias, formas de
discriminación y prejuicio”.
Al respecto, Benedicto XVI ha subrayado que garantizar
que todos los ciudadanos puedan practicar pacíficamente su culto y poder transmitir
ese patrimonio religioso a las nuevas generaciones, “no sólo alimenta la cultura que
los circunda, sino que enriquece el diálogo entre las religiones, pues en la medida
en que crezca la comprensión de los otros y se comparta el aprecio por los valores
éticos y las verdades morales presentes en todas las personas de buena voluntas, se
podrá servir más ampliamente a la sociedad. Al insistir en que esta solidaridad y
comprensión de los grupos religiosos pueden ejercer una influencia positiva sobre
la cultura”.
El Santo Padre ha abogado por la formación en las escuelas confesionales
que formando a los niños intelectual y espiritualmente, y orientados a descubrir la
dignidad donada por Dios a cada ser humano, aprenden a respetar las creencias y las
practicas religiosas de los contribuyendo a la vida civil de la nación. “Qué enorme
responsabilidad tienen los líderes religiosos¡ -ha exclamado el Papa- Ellos deben
pernear la sociedad con un profundo respeto por la vida humana y la libertad, garantizar
que la dignidad humana sea reconocida y apreciada, facilitar la paz, la justicia,
enseñar a los niños que es lo justo, lo bueno y lo razonable”.
Ante el encomiable
interés creciente de los gobiernos por promover diálogo interreligioso e intercultural
para alcanzar la paz, el Papa se ha detenido en un objetivo más concreto de esta
libertad religiosa y de este diálogo entre religiones, que es el de” descubrir la
verdad, dar respuestas sobre el origen y el destino del genero humano, qué es el bien
y el mal, qué nos espera al final de nuestras vidas, pues sólo enfrentando estas cuestiones
se puede construir una base de paz y seguridad para la familia humana”.
“Vivimos
en una época en la cual estas preguntas son frecuentemente marginadas. Sin embargo,
ellas no podrán nunca ser canceladas del corazón humano –ha señalado Benedicto VXI-
Los líderes espirituales tiene un particular deber, y podríamos decir una especial
capacidad, para poner en primer plano las preguntas más profundas en las conciencias
humanas, despertar a la humanidad frente al misterio de la existencia humana, y abrir
un espacio, en un mundo frenético, a la reflexión y a la oración”. En
este sentido, Benedicto XVI ha advertido en el diálogo interreligioso en el intento
de descubrir los puntos en común, se ha evitado la responsabilidad de discutir sobre
las diferencias, a las que no se debe temer porque la verdad nos revela la relación
esencial entre el mundo y Dios. “Somos capaces- dijo el Papa- de percibir que la paz
es un ‘don celestial’ que nos llama a conformar la historia humana al orden divino.
Esta es la verdad de la paz”.
“Queridos amigos –ha dicho después el Papa- dejen
que nuestro sincero diálogo y nuestra cooperación inspiren a todas las personas a
meditar las preguntas más profundas sobre su origen y su destino. Que puedan los seguidores
de todas las religiones estar unidos en la defensa y la promoción de la vida y la
libertad religiosa en todo el mundo”. Al concluir el encuentro, el
Papa ha mantenido una breve reunión con los representantes de las comunidades judías
a quienes entregó un mensaje de felicitaciones por la Fiesta del Pesah, asegurándoles
su oración “mientras hacen memoria de los signos y prodigios que Dios ha obrado para
liberar el pueblo elegido”. “Motivado por nuestra común herencia espiritual -Benedicto
XVI les ha entregado su mensaje- como signo de nuestra esperanza que se funda en el
Omnipotente y en la misericordia”.