Misa de sufragio por Mons. Rahho: el Papa espera que el ejemplo del arzobispo de Mosul
de los Caldeos impulse a todos los iraquíes de buena voluntad – cristianos y musulmanes
– a construir una convivencia pacífica, fundada en la hermandad humana y el respeto
recíproco
Lunes, 17 mar (RV).- «Entramos en la Semana Santa llevando en el corazón el gran dolor
de la trágica muerte del querido Mons. Paulos Faraj Rahho, arzobispo de Mosul de los
Caldeos». Así empezaba su homilía Benedicto XVI esta mañana, en la capilla Redemptoris
Mater en el Palacio Apostólico, en la Santa Misa de sufragio que ha presidido por
el alma de este «hombre de paz y de diálogo».
También este Lunes Santo, el
Papa ha mostrado su cercanía espiritual al Patriarca de Babilonia de los Caldeos,
cardenal Emmanuel III Delly y a toda la «amada Iglesia que en Irak sufre, cree y reza».
Una «particular palabra de saludo y de aliento, confiando que en la fe sabrán encontrar
la fortaleza para no desanimarse en la difícil situación que están viviendo». En estos
días en los que revivimos los últimos momentos de la vida terrenal de Jesús – horas
dramáticas, llenas de amor y de temor por parte de los discípulos. De gran contraste
entre la verdad y la mentira, entre la mansedumbre y la rectitud de Cristo y el engaño
de sus enemigos – el Santo Padre ha hecho hincapié en la «misión universal» del Siervo
del Señor que «proclama el derecho» con «la fuerza no violenta de la verdad» y con
la ley del amor: «Por esta senda, Mons. Rahho ha tomado su cruz y ha seguido al Señor
Jesús. Así ha contribuido a llevar el derecho a su martirizado país y al mundo entero,
testimoniando la verdad. Ha sido un hombre de paz y de diálogo. Sé que tenía una predilección
particular por los pobres y minusválidos, para cuya asistencia física y psíquica había
dado vida a una asociación especial denominada ‘Dicha y Caridad’ – Faráh wa Mahabbá
– Con la tarea de valorizar a estas personas y sostener a los familiares. Muchos habían
aprendido de él a no esconderlas y a ver a Cristo en ellas. ¡Que su ejemplo impulse
a todos los iraquíes de buena voluntad – cristianos y musulmanes – a construir una
convivencia pacífica, fundada en la hermandad humana y el respeto recíproco!»
Tras
evocar el afecto filial, la devoción y amistad espiritual con que sus fieles han acompañado
al arzobispo de Mosul de los Caldeos en los momentos terribles de su secuestro y dolorosa
prisión - donde quizá llegó ya herido – su agonía y muerte y su indigna sepultura,
Benedicto XVI ha reiterado que «en profunda unión con la comunidad caldea en Irak
y en el exterior, hemos llorado su muerte y la forma inhumana en la que tuvo que concluir
su vida terrenal». En esta Eucaristía ofrecida por su alma consagrada, el Papa ha
invitado a agradecer a Dios por el bien cumplido por medio de Mons. Rahho y ha renovado
su apremiante llamamiento, encomendando su anhelo a María, madre de Dios y de la esperanza:
«Y, al mismo tiempo queremos esperar que, desde el Cielo, él interceda ante el Señor
obteniendo, para los fieles de aquella tierra tan probada, la valentía necesaria para
seguir trabajando por un futuro mejor. Así como el amado arzobispo Paulos se entregó
plenamente al servicio de su pueblo, que también sus cristianos sepan perseverar en
el compromiso de la construcción de una sociedad pacífica y solidaria por el camino
de la paz. Encomendamos estos votos a la intercesión de la Virgen Santísima, Madre
del Verbo encarnado por la salvación de los hombres y, por ello, para todos, madre
de la Esperanza».