El Papa recuerda a los jóvenes que el ser humano no puede prescindir de su alma
Viernes, 14 mar (RV).- “Sed portadores de la alegría que proviene de acoger los dones
del Espíritu Santo”. Son palabras que el Papa pronunció ayer tarde ante miles de jóvenes
reunidos en oración en la Basílica vaticana para la Liturgia Penitencial. Benedicto
XVI dirigiéndose a los chicos y chicas de la diócesis de Roma habló “de alegría contagiosa
que deriva de la misericordia de Dios”. Fue corroborada luego la importancia del encuentro
en vista a la próxima Jornada de la Juventud que será celebrada, a nivel diocesano,
este domingo, Domingo de Ramos, y que culminará en julio con la Jornada Mundial de
la Juventud de Sydney.
Al final de la celebración penitencial un grupo de
jóvenes llevó en procesión la Cruz del Año Santo hasta el Centro internacional San
Lorenzo, contiguo a la via de la Conciliazione, donde se custodia la Cruz. Seguidamente
se celebró la Misa que fue presidida por el presidente del Pontificio Consejo para
los Laicos, el cardenal Stanislav Rylko y la Vigilia de oración con la adoración del
Santísimo Sacramento hasta medianoche.
“Mirad a la Cruz, acoged el amor de
Dios que nos es dado por el Espíritu Santo”, subrayó el Papa, recordando que el encuentro
no por casualidad tenía la forma de una liturgia penitencia, con la celebración de
confesiones individuales. “Os preparáis a abrir vuestros corazones a Dios confesando
vuestros pecados y recibiendo, a través de la acción del Espíritu Santo y mediante
el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz –prosiguió el Pontífice- de esta
manera se presenta ante nosotros el Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima
Trinidad que es el alma y el respiro vital de la vida cristiana.
Y sobre el
alma, el Papa insistió que “a menudo detrás de la fachada del éxito personal y social,
se esconde una existencia pobre y vacía. El ser humano no puede echar por la borda
literalmente la propia alma, desde el momento que es ésta misma la que hace que sea
una persona. Él es siempre una persona humana. Y sin embargo, tiene la espantosa posibilidad
de llegar a ser deshumano, de ser una persona que vende y pierde el tiempo de su propia
humanidad”.
Tras hablar del misterio de la reconciliación y de la alegría
que deriva de la misericordia de Dios a través del Espíritu Santo, Benedicto XVI invitó
a los jóvenes a discernir la propia vocación, en respuesta a la llamada del Señor,
en la construcción de la Iglesia. “También hoy el mundo tiene necesidad de sacerdotes,
de hombres y mujeres consagrados, de parejas de esposos cristianos –señaló el Papa,
explicando después que- para responder a la vocación a través de uno de estos caminos,
sed generosos. Haceros ayudar recurriendo al sacramento de la confesión y a la práctica
de la dirección espiritual en vuestro camino de cristianos coherentes. Buscad en particular
abrir sinceramente vuestro corazón a Jesús, el Señor, para ofrecerle vuestro ‘sí’
incondicional”.
“¡Queridos jóvenes, mirad la Cruz -concluyó el Santo Padre-
acoged el amor de Dios que nos viene dado por el Espíritu Santo” y terminó citando
las palabras de Juan Pablo II: “Convertíos vosotros mismos en redentores de los jóvenes
del mundo”.