2008-03-14 15:53:44

El Papa recuerda a los jóvenes que el ser humano no puede prescindir de su alma


Viernes, 14 mar (RV).- “Sed portadores de la alegría que proviene de acoger los dones del Espíritu Santo”. Son palabras que el Papa pronunció ayer tarde ante miles de jóvenes reunidos en oración en la Basílica vaticana para la Liturgia Penitencial. Benedicto XVI dirigiéndose a los chicos y chicas de la diócesis de Roma habló “de alegría contagiosa que deriva de la misericordia de Dios”. Fue corroborada luego la importancia del encuentro en vista a la próxima Jornada de la Juventud que será celebrada, a nivel diocesano, este domingo, Domingo de Ramos, y que culminará en julio con la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney.

 Al final de la celebración penitencial un grupo de jóvenes llevó en procesión la Cruz del Año Santo hasta el Centro internacional San Lorenzo, contiguo a la via de la Conciliazione, donde se custodia la Cruz. Seguidamente se celebró la Misa que fue presidida por el presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, el cardenal Stanislav Rylko y la Vigilia de oración con la adoración del Santísimo Sacramento hasta medianoche.

 “Mirad a la Cruz, acoged el amor de Dios que nos es dado por el Espíritu Santo”, subrayó el Papa, recordando que el encuentro no por casualidad tenía la forma de una liturgia penitencia, con la celebración de confesiones individuales. “Os preparáis a abrir vuestros corazones a Dios confesando vuestros pecados y recibiendo, a través de la acción del Espíritu Santo y mediante el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz –prosiguió el Pontífice- de esta manera se presenta ante nosotros el Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad que es el alma y el respiro vital de la vida cristiana.

 Y sobre el alma, el Papa insistió que “a menudo detrás de la fachada del éxito personal y social, se esconde una existencia pobre y vacía. El ser humano no puede echar por la borda literalmente la propia alma, desde el momento que es ésta misma la que hace que sea una persona. Él es siempre una persona humana. Y sin embargo, tiene la espantosa posibilidad de llegar a ser deshumano, de ser una persona que vende y pierde el tiempo de su propia humanidad”.

 Tras hablar del misterio de la reconciliación y de la alegría que deriva de la misericordia de Dios a través del Espíritu Santo, Benedicto XVI invitó a los jóvenes a discernir la propia vocación, en respuesta a la llamada del Señor, en la construcción de la Iglesia. “También hoy el mundo tiene necesidad de sacerdotes, de hombres y mujeres consagrados, de parejas de esposos cristianos –señaló el Papa, explicando después que- para responder a la vocación a través de uno de estos caminos, sed generosos. Haceros ayudar recurriendo al sacramento de la confesión y a la práctica de la dirección espiritual en vuestro camino de cristianos coherentes. Buscad en particular abrir sinceramente vuestro corazón a Jesús, el Señor, para ofrecerle vuestro ‘sí’ incondicional”.

 “¡Queridos jóvenes, mirad la Cruz -concluyó el Santo Padre- acoged el amor de Dios que nos viene dado por el Espíritu Santo” y terminó citando las palabras de Juan Pablo II: “Convertíos vosotros mismos en redentores de los jóvenes del mundo”.  







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