El Papa advierte contra los condicionamientos de la secularización, que conducen a
la negación de Dios, y que desde hace tiempo también han penetrado dentro de la Iglesia
Sábado, 8 mar (RV).- La secularización, con sus condicionantes llevan hasta la negación
de Dios, y ha penetrado, “desde hace tiempo”, también en el interior de la Iglesia.
Así lo ha afirmado el Papa en su discurso a los participantes en la Plenaria del Pontificio
Consejo de la Cultura.
Para vencer el desafío de la secularización es menester
dirigirse hacia “los valores altos de la existencia” y sobre el diálogo respetuoso
entre ciencia y fe. Así se lo ha manifestado Benedicto XVI, en su discurso, a los
participantes en la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo de la Cultura, a quienes
ha recibido en la Sala Clementina del Vaticano.
Con los teólogos y los docentes
de la plenaria de la Cultura, el Santo Padre ha vuelto a estigmatizar aquella “soberbia
de la razón” que está a la base de una manera muy difundida actualmente, en la forma
de entender la existencia. Se trata de una “amenaza” – ha constatado con alarma –
que no solamente daña a los creyentes inmersos en el mundo, también en el interior
de la Iglesia: “Degrada en su interior y en profundidad la fe cristiana y, en consecuencia,
el estilo de vida y el comportamiento cotidiano de los creyentes. Estos viven en el
mundo y muchas veces son marcados, incluso condicionados, por la cultura de la imagen
que impone modelos e impulsos contradictorios, en la negación práctica de Dios: no
hay necesidad de Dios, de pensar en Él y de volver a Él. Además, la mentalidad hedonista
y consumista predominante favorece, en los fieles como en los pastores, una deriva
hacia la superficialidad y un egocentrismo que perjudica a la vida eclesial”
En
este contexto cultural, ha observado Benedicto XVI, “existe el riesgo de caer en
la atrofia espiritual y en un vacío de corazón, caracterizados por formas tal vez
subrogadas de pertenencia religiosa y de un vago espiritualismo”. Y por lo tanto:
“Urge reaccionar ante esta deriva mediante la llamada a los valores altos de la existencia,
que dan sentido a la vida y pueden colmar la inquietud del corazón humano en la búsqueda
de la felicidad: la dignidad de la persona humana y la de su libertad, la igualdad
entre todos los hombres, el sentido de la vida y de muerte y de aquello que nos espera
después de al conclusión de la existencia terrena”.
Recordando la idea básica
que llevó a Juan Pablo II a instituir el dicasterio vaticano de la cultura – precisamente
para “encontrar” sobre este terreno las instancias del hombre contemporáneo – Benedicto
XVI ha repetido la necesidad de reforzar de manera “fecunda” el diálogo entre ciencia
y fe, de manera que se pueda desenmascarar en cierto sentido las pretensiones de aquella
razón que “se retiene suficiente en si misma”. El “encuentro con las culturas” y el
diálogo ciencia-fe, ha afirmado el Papa: “Es un confronto tan esperado por al Iglesia,
pero también por la comunidad científica, y os animo a proseguirlo. Este diálogo continúa
en la distinción de las características específicas de la ciencia y de la fe; las
dos están llamadas a servir al hombre y a la humanidad, favoreciendo el desarrollo
y el crecimiento integral de cada uno y de todos”.