En su mensaje a los salesianos, el Papa recomienda «conducir una vida sencilla, pobre,
sobria, esencial y austera», para fortalecer su respuesta vocacional y estar más
cerca de los necesitados y marginados
Lunes, 3 mar (RV).- «Volver a la identidad carismática y a la pasión apostólica de
Don Bosco». Es la exhortación de Benedicto XVI, en su denso mensaje a los salesianos
que, a partir de hoy y hasta el próximo 12 de abril, celebran su 26 capítulo general.
Momento de gracia para esta congregación presente en todos los continentes, escribe
el Papa, recordando que «el carisma de Don Bosco es un don del Espíritu para todo
el Pueblo de Dios, pero sólo en la escucha dócil y en la disponibilidad de la acción
divina es posible interpretarlo y lograr que, también en nuestro tiempo, sea actual
y fecundo».
La primacía de Dios debe resplandecer en el testimonio de todos
los consagrados y también en los hijos de Don Bosco, reitera el Papa y recuerda que
no debe sorprender que - como discípulos de Cristo - las personas consagradas sean
a menudo ‘signo de contradicción’, en contraste con la lógica del mundo y con un estilo
de vida alternativo a la cultura del tiempo. Para ello, «es necesario vigilar sobre
posibles influjos del secularismo», «superando un modelo ‘liberal de Vida consagrada’
y conduciendo una existencia centrada plenamente en la primacía del amor de Dios y
del prójimo».
Insistiendo en que es de «vital importancia» que todo salesiano
se inspire constantemente en Don Bosco, Benedicto XVI hace hincapié en el lema de
este capítulo general: «Da mihi animas, cetera tolle». Lema que sintetiza su mística
y ascética y que encierra la personalidad del gran Santo: «profunda espiritualidad,
osadía creativa, dinamismo apostólico, laboriosidad infatigable, audacia pastoral
y, sobre todo su consagración sin reservas a Dios y a los jóvenes».
En un tiempo
de fragmentación y de fragilidad, como el nuestro, el Papa señala la necesidad «de
superar la dispersión del activismo y de cultivar la unidad de la vida espiritual,
por medio de la adquisición de una profunda mística y una sólida ascética. Ello alimenta
el compromiso apostólico y es garantía de eficacia pastoral. En ello debe consistir
el camino de santidad de todo salesiano, sobre ello se debe concentrar la formación
de las nuevas vocaciones a la vida consagrada salesiana».
Señalando en este
contexto la importancia de la lectio divina y de la Eucaristía, Benedicto XVI afirma
que «conducir una vida sencilla, pobre, sobria, esencial y austera, ayudará a los
salesianos a fortalecer su respuesta vocacional - ante los riesgos y amenazas de la
mediocridad y del aburguesamiento - y los llevará a estar más cerca de los necesitados
y marginados».
La Iglesia universal y las Iglesias particulares esperan de
los salesianos una presencia caracterizada por un gran impulso pastoral y un audaz
celo evangelizador, para comunicar a todos y en particular a los jóvenes más pobres
la riqueza de los dones del Evangelio, afirma también el Papa, aconsejando la profundización
de algunos documentos del magisterio, como las Exhortaciones apostólicas posinodales
sobre la evangelización en los distintos continentes y la reciente Nota doctrinal
sobre algunos aspectos de la evangelización.
Una vez más, Benedicto XVI recuerda
que la Evangelización debe ser la principal y prioritaria frontera de la misión de
los salesianos hoy. Evangelización que presenta compromisos múltiples, desafíos urgentes,
amplios campos de acción y cuya tarea fundamental es la de proponer a todos vivir
la existencia humana como la vivió Jesús. Con este anhelo, Benedicto XVI aconseja
que «en las situaciones ‘plurirreligiosas’ y en aquellas secularizadas hay que encontrar
caminos inéditos para hacer conocer, en particular a los jóvenes, la figura de Jesús,
con el fin de que perciban su perenne fascinación».
Entre las importantes tareas
de los salesianos, Benedicto XVI recuerda la educativa, «con atención a las nuevas
pobrezas juveniles, a la educación superior, a la inmigración y a la familia». Con
este mensaje, el Papa entrega idealmente también a los hijos de Don Bosco de todo
el mundo la Carta sobre la emergencia educativa, que entregó recientemente a la diócesis
de Roma. En el ámbito de la educación, el Santo Padre expresa además su profundo aprecio
por el trabajo que se cumple en la Pontificia Universidad Salesiana.
En su
mensaje a esta congregación, «comprometida en la evangelización en varias partes del
mundo: desde Patagonia y América Latina, Asia y Oceanía, África y Madagascar», el
Papa recuerda que en el momento actual, en el que «en Europa disminuyen las vocaciones
y aumentan los desafíos para la evangelización, los salesianos deben fortalecer la
propuesta cristiana, la presencia de la Iglesia y el carisma de Don Bosco en este
continente».
Con el anhelo de que los salesianos, que en 2015 celebrarán el
bicentenario de su fundación, sean ‘signos creíbles del amor de Dios a los jóvenes’,
el Santo Padre termina su mensaje encomendando a toda la congregación salesiana a
la Virgen María, que Don Bosco les enseñó a invocar como Madre de la Iglesia y Auxiliadora
de los cristianos.