2008-02-29 16:11:02

Reflexiones en familia


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Viernes, 29 feb (RV).- Hoy hablaremos de la figura paterna, que es fundamental en el hogar porque da estabilidad, punto de apoyo, porque es ejemplo, complementariedad, autoridad, confianza, ternura. Sin embargo, muchas veces los padres son vistos como simples proveedores, incluso porque en muchas ocasiones los mismos padres se asumen como tal. Un adorno más de la casa”, puede ser el calificativo que le dan los terapeutas a este tipo de padres que poco o nada prestan atención a sus hijos, los llaman “padres autistas”.


¿Piensa que su papel como padre se limita a dar órdenes y hacerlas cumplir solamente?, ¿cree que jugar con sus pequeños es inoficioso?, ¿no es capaz de entender las vivencias y temores de sus hijos?, ¿cree que suplir las necesidades básicas de niños es suficiente para considerarse un buen padre?


Cuando se llega a la adultez, en muchos casos es complicado recuperar los recuerdos y los anhelos que se tuvieron durante la infancia. Se cree que ser maduros es ocuparse únicamente de las obligaciones económicas, el desempeño en el trabajo, los negocios... Pero este concepto se hace erróneo cuando se mezcla con la paternidad.


Según lo afirma la sicóloga, María Isabel González, “es muy difícil para los adultos ponerse en la posición de los niños: jugar, interactuar y ser creativos”. Por ello, los grandes limitan su rol al de proveer, sin saber lo importante y beneficioso que es estar a la altura de los pequeños.


Y aunque de adulto se piense que el juego es inoficioso, este elemento es sumamente importante durante el desarrollo del niño. “Con el tiempo se pierde la capacidad para jugar, reír y utilizar la imaginación como lo hacen los niños; son estas capacidades las que nos acercan a ellos”, asegura la especialista.


Lo más importante para dar este paso es aceptar que como adulto es más fácil ponerse en la posición del niño, que obligarlo a crecer a la fuerza y entender como es el mundo de los “grandes”.


Por lo general, los padres que les prestan poca atención a sus hijos tuvieron los mismos problemas durante su niñez e implementaron el método en sus hijos, pensando que este modelo era el mejor. Pero las consecuencias que puede dejar este círculo vicioso son preocupantes.


“Se pueden originar dificultades para relacionarse con otras personas, baja autoestima y hasta un deficiente rendimiento académico”, explica la experta. De la misma manera, al llegar a la adultez hay una incapacidad mayor para relacionarse con los padres, lo que podría ocasionar una ruptura total en esta relación.


Lo más importante a la hora de pensar en rehacer el tiempo con los hijos es confrontarse con su propia niñez, recordando cómo fue esa etapa, sus miedos y las emociones que se producían al sentirnos valorados, acompañados y apoyados por nuestros padres.


Sin embargo, esto debe hacerse a tiempo. Entre más temprano se entienda el valor de una buena relación con los hijos, la recuperación será más satisfactoria. El tiempo compartido con los hijos no es sólo compañía, significa confianza, cooperación, lazos de fraternidad, de solidaridad, significa fortalecer las formas de relación, vivir el amor.

Texto: Alma García
Locución: Alina Tufani








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