El Papa alienta a los jesuitas a vivir con renovado impulso y fervor la misión para
la cual el Espíritu ha suscitado a la Compañía de Jesús en la Iglesia
Jueves, 21 feb (RV).- El Papa recibió cordialmente a los 220 jesuitas que participan
en la 35ª Congregación General de la Compañía de Jesús, encabezados por su nuevo prepósito
general, el sacerdote español Adolfo Nicolás. En su alocución, Benedicto XVI se refirió
inicialmente al período de grandes cambios sociales, económicos y políticos; así como
a los marcados problemas éticos, culturales y ambientales, sin olvidar los conflictos
de todo tiempo y a la comunicación cada vez más intensa entre los pueblos con las
nuevas posibilidades de conocimiento y de diálogo, así como las profundas aspiraciones
a la paz. «Todas estas situaciones –dijo el Papa– interpelan en profundidad a la Iglesia
y su capacidad de anunciar la Palabra de la esperanza y de la Salvación».
El
deseo del Papa para esta Congregación General ha sido que viva con renovado impulso
y fervor la misión para la cual el Espíritu la ha suscitado en la Iglesia; teniendo
en cuenta que la conserva desde hace más de cuatro siglos y medio con extraordinaria
fecundidad de frutos apostólicos.
Remontándose a las palabras de sus predecesores
sobre el papel de los jesuitas en la Iglesia, el Santo Padre confirmó que la Iglesia
tiene necesidad de los jesuitas, cuenta con ellos y sigue dirigiéndose a ellos confiadamente,
en particular para llegar a aquellos lugares físicos y espirituales donde otros no
llegan o tienen dificultad en llegar.
El Pontífice exhortó a la Compañía de
Jesús a que fiel a su mejor tradición, prosiga cuidadosamente en la formación de
sus miembros, en la ciencia y en la virtud, sin conformarse con la mediocridad, porque
la tarea de la confrontación y del diálogo con los contextos sociales y culturales
diversos y las mentalidades diferentes del mundo de hoy, es una de las tareas más
difíciles y fatigosas. Y añadió que esta búsqueda de la cualidad y de solidez humana,
espiritual y cultural, debe caracterizar incluso la múltiple actividad formativa y
educativa de los jesuitas, ante los intereses diversos de las personas en todas partes
del mundo.
El Santo Padre recordó asimismo que son numerosas y dramáticas
las situaciones de injusticia y de pobreza en el mundo de hoy. Por lo que afirmó que
es necesario comprometerse para comprender y combatir las causas estructurales. «Es
necesario –dijo textualmente– saber bajar a combatir hasta en el corazón del hombre
las raíces profundas del mal, del pecado que lo separa de Dios, sin olvidar salir
al encuentro de las necesidades más urgentes, en el espíritu de la caridad de Cristo».
«Recogiendo y desarrollando una de las últimas intuiciones de largo alcance
de padre Pedro Arrupe –añadió el Pontífice–, la compañía de Jesús sigue comprometida
de modo meritorio en el servicio a los refugiados, que muchas veces son los más pobres
de entre los pobres y que tienen necesidades no sólo del asistencia material, sino
también de esa otra y más profunda, que es la cercanía espiritual, humana y psicológica»;
propia del servicio que los jesuitas ofrecen.
Hacia el final de su discurso
a los miembros de la Compañía de Jesús el Papa les recomendó una atención específica
al ministerio de los Ejercicios Espirituales que desde su origen caracterizan a la
Orden. «Los ejercicios –les dijo– son fuente de su propia espiritualidad y la matriz
de sus Constituciones, pero también son un don que el Espíritu del Señor ha hecho
a la Iglesia entera». Y agregó que a los jesuitas les corresponde ahora seguir haciendo
de los Ejercicios Espirituales un instrumento precioso y eficaz para el crecimiento
espiritual de las almas, para la iniciación en la oración y la meditación en este
mundo secularizado en el que Dios parece estar ausente.