2008-02-19 16:14:38

El Papa alienta a los consagrados a no desanimarse ante las dificultades de nuestro tiempo, destacando los signos positivos y sin olvidar las expectativas y desafíos que las Familias religiosas encuentran en su testimonio evangélico


Martes, 19 feb (RV).- «El Papa está con vosotros, os alienta y asegura sus oraciones cotidianas por cada una de vuestras comunidades». Así concluía Benedicto XVI su discurso, ayer, a los miembros del Consejo para las Relaciones entre la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica y las Uniones Internacionales de los Superiores y Superioras Generales, tras poner de relieve la importancia de redescubrir y revitalizar el carisma fundacional y exhortando - como hiciera el Siervo de Dios Juan Pablo II – a «caminar desde Cristo» (Novo millennio ineunte, 29).

En este encuentro participaron también el cardenal Secretario de Estado, Tarcisio Bertone, así como el cardenal Franc Rodé y Mons. Gianfranco Gardin, que son, respectivamente, el prefecto y el secretario del mencionado dicasterio que tiene a su cargo la vida consagrada.

«En el curso de la reunión se afrontaron varios aspectos de la vida consagrada en nuestro tiempo, destacando los elementos positivos y las dificultades, las expectativas y los desafíos que las Familias religiosas encuentran en su testimonio evangélico». Lo señala un Comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, haciendo hincapié en que «el amplio y fraterno diálogo ha resultado muy provechoso y ha ofrecido a Su Santidad una profunda actualización sobre varios aspectos relacionados con la vida consagrada».

Al final de «esta mañana de reflexión común», en la que escuchó con gran atención e interés los testimonios y experiencias que se le ofrecieron y tomando nota de las preguntas que se le presentaron, Benedicto XVI señaló que «todos percibimos cómo en la moderna sociedad globalizada se vuelve cada vez más difícil anunciar y testimoniar el Evangelio».

No sólo para todos los bautizados, sino «con mayor razón para las personas que Jesús llama a su seguimiento, de forma más radical a través de la consagración religiosa», subrayó el Papa, señalando luego que «en efecto, el proceso de secularización que avanza en la cultura contemporánea no ahorra tampoco, lamentablemente, a las comunidades religiosas».

Sin embargo, «no hay que dejarse desalentar», enfatizó también Benedicto XVI. Puesto que, «si bien se presentan densas nubes en el horizonte de la vida religiosa», emergen «señales de un providencial y nuevo despertar, que suscita motivos de consoladora esperanza, que están en constante crecimiento».

Tras reiterar que el Espíritu Santo sopla potentemente en la Iglesia suscitando un nuevo compromiso de fidelidad en los Institutos históricos y en nuevas formas de consagración religiosa en consonancia con las existencias de los tiempos, el Santo Padre recordó que hoy, como en toda época, no faltan almas generosas dispuestas a abandonarlo todo para abrazar a Cristo y su Evangelio, consagrando a su servicio su existencia en comunidades marcadas por el entusiasmo, la generosidad y la alegría.

«Lo que caracteriza a estas nuevas experiencias de Vida Consagrada es el anhelo común, compartido con pronta adhesión, de pobreza evangélica practicada de forma radical, de amor fiel a la Iglesia, de generosa entrega al prójimo, con especial atención a aquellas pobrezas espirituales que, a su vez, caracterizan marcadamente la época contemporánea», insistió el Pontífice, que luego, evocando también a sus venerados Predecesores, recordó una vez más que «los hombres de hoy perciben una fuerte llamada religiosa y espiritual, pero están listos a escuchar y seguir sólo a quienes testimonian con coherencia su propia adhesión a Cristo».

Poniendo de relieve el gran número de vocaciones que se presentan en aquellos Institutos que conservan y eligen un «tenor de vida austero y radicalmente fiel al Evangelio», las numerosas comunidades y las nuevas experiencias de Vida Consagrada, el trabajo misionero de muchos grupos y movimientos eclesiales, de jóvenes que ingresan en monasterios y conventos de clausura, el Papa afirmó que «podemos decir con alegría que, también hoy, el Señor sigue mandando obreros a su viña y enriqueciendo a su pueblo con tantas y santas vocaciones».

Invitando a elevar nuestra gratitud al Señor y rezando para que al entusiasmo de la elección inicial – muchos jóvenes emprenden la senda de la perfección evangélica e ingresan en nuevas formas de Vida Consagrada después de conmovedoras conversiones – Benedicto XVI se refirió a la «difícil crisis» que afrontan algunas órdenes y congregaciones, en particular en los últimos decenios, debido al envejecimiento de sus miembros, a una disminución de las vocaciones y, algunas veces a un ‘cansancio’ espiritual y carismático.

Crisis que en algunos casos ha llegado a ser preocupante, recordó el Santo Padre, exhortando luego a reconocer con valentía otra verdad. Es decir, que - sin olvidar las situaciones difíciles – se registran signos positivos. En particular cuando las comunidades eligen volver a sus orígenes para vivir profundamente el carisma de su Fundador.

Éste es precisamente el camino que Benedicto XVI señaló, recordando que es la meta que se han venido proponiendo todos los recientes Capítulos Generales de los Institutos religiosos. Es decir, el «redescubrir el carisma original, profundizando en el conocimiento de su Fundador o Fundadora» y que ha ayudado a imprimir en los Institutos «un prometedor y nuevo impulso ascético, apostólico y misionero».







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