El Papa alienta a los consagrados a no desanimarse ante las dificultades de nuestro
tiempo, destacando los signos positivos y sin olvidar las expectativas y desafíos
que las Familias religiosas encuentran en su testimonio evangélico
Martes, 19 feb (RV).- «El Papa está con vosotros, os alienta y asegura sus oraciones
cotidianas por cada una de vuestras comunidades». Así concluía Benedicto XVI su discurso,
ayer, a los miembros del Consejo para las Relaciones entre la Congregación para los
Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica y las Uniones Internacionales
de los Superiores y Superioras Generales, tras poner de relieve la importancia de
redescubrir y revitalizar el carisma fundacional y exhortando - como hiciera el Siervo
de Dios Juan Pablo II – a «caminar desde Cristo» (Novo millennio ineunte, 29).
En
este encuentro participaron también el cardenal Secretario de Estado, Tarcisio Bertone,
así como el cardenal Franc Rodé y Mons. Gianfranco Gardin, que son, respectivamente,
el prefecto y el secretario del mencionado dicasterio que tiene a su cargo la vida
consagrada.
«En el curso de la reunión se afrontaron varios aspectos de la
vida consagrada en nuestro tiempo, destacando los elementos positivos y las dificultades,
las expectativas y los desafíos que las Familias religiosas encuentran en su testimonio
evangélico». Lo señala un Comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, haciendo
hincapié en que «el amplio y fraterno diálogo ha resultado muy provechoso y ha ofrecido
a Su Santidad una profunda actualización sobre varios aspectos relacionados con la
vida consagrada».
Al final de «esta mañana de reflexión común», en la que escuchó
con gran atención e interés los testimonios y experiencias que se le ofrecieron y
tomando nota de las preguntas que se le presentaron, Benedicto XVI señaló que «todos
percibimos cómo en la moderna sociedad globalizada se vuelve cada vez más difícil
anunciar y testimoniar el Evangelio».
No sólo para todos los bautizados, sino
«con mayor razón para las personas que Jesús llama a su seguimiento, de forma más
radical a través de la consagración religiosa», subrayó el Papa, señalando luego que
«en efecto, el proceso de secularización que avanza en la cultura contemporánea no
ahorra tampoco, lamentablemente, a las comunidades religiosas».
Sin embargo,
«no hay que dejarse desalentar», enfatizó también Benedicto XVI. Puesto que, «si bien
se presentan densas nubes en el horizonte de la vida religiosa», emergen «señales
de un providencial y nuevo despertar, que suscita motivos de consoladora esperanza,
que están en constante crecimiento».
Tras reiterar que el Espíritu Santo sopla
potentemente en la Iglesia suscitando un nuevo compromiso de fidelidad en los Institutos
históricos y en nuevas formas de consagración religiosa en consonancia con las existencias
de los tiempos, el Santo Padre recordó que hoy, como en toda época, no faltan almas
generosas dispuestas a abandonarlo todo para abrazar a Cristo y su Evangelio, consagrando
a su servicio su existencia en comunidades marcadas por el entusiasmo, la generosidad
y la alegría.
«Lo que caracteriza a estas nuevas experiencias de Vida Consagrada
es el anhelo común, compartido con pronta adhesión, de pobreza evangélica practicada
de forma radical, de amor fiel a la Iglesia, de generosa entrega al prójimo, con especial
atención a aquellas pobrezas espirituales que, a su vez, caracterizan marcadamente
la época contemporánea», insistió el Pontífice, que luego, evocando también a sus
venerados Predecesores, recordó una vez más que «los hombres de hoy perciben una fuerte
llamada religiosa y espiritual, pero están listos a escuchar y seguir sólo a quienes
testimonian con coherencia su propia adhesión a Cristo».
Poniendo de relieve
el gran número de vocaciones que se presentan en aquellos Institutos que conservan
y eligen un «tenor de vida austero y radicalmente fiel al Evangelio», las numerosas
comunidades y las nuevas experiencias de Vida Consagrada, el trabajo misionero de
muchos grupos y movimientos eclesiales, de jóvenes que ingresan en monasterios y conventos
de clausura, el Papa afirmó que «podemos decir con alegría que, también hoy, el Señor
sigue mandando obreros a su viña y enriqueciendo a su pueblo con tantas y santas vocaciones».
Invitando
a elevar nuestra gratitud al Señor y rezando para que al entusiasmo de la elección
inicial – muchos jóvenes emprenden la senda de la perfección evangélica e ingresan
en nuevas formas de Vida Consagrada después de conmovedoras conversiones – Benedicto
XVI se refirió a la «difícil crisis» que afrontan algunas órdenes y congregaciones,
en particular en los últimos decenios, debido al envejecimiento de sus miembros, a
una disminución de las vocaciones y, algunas veces a un ‘cansancio’ espiritual y carismático.
Crisis
que en algunos casos ha llegado a ser preocupante, recordó el Santo Padre, exhortando
luego a reconocer con valentía otra verdad. Es decir, que - sin olvidar las situaciones
difíciles – se registran signos positivos. En particular cuando las comunidades eligen
volver a sus orígenes para vivir profundamente el carisma de su Fundador.
Éste
es precisamente el camino que Benedicto XVI señaló, recordando que es la meta que
se han venido proponiendo todos los recientes Capítulos Generales de los Institutos
religiosos. Es decir, el «redescubrir el carisma original, profundizando en el conocimiento
de su Fundador o Fundadora» y que ha ayudado a imprimir en los Institutos «un prometedor
y nuevo impulso ascético, apostólico y misionero».