Escuchar el programa Lunes, 11 feb
(RV).- “Desearía que todos los que me escuchan en este momento se sientan realmente
implicados en este gran diálogo de la verdad. Como sabemos, en el mundo de los medios
de comunicación no faltan tampoco voces opuestas. Por eso, es muy importante que exista
esta voz, que quiere ponerse realmente al servicio de la verdad, de Cristo, y así
ponerse al servicio de la paz y la reconciliación en el mundo”. Con estas palabras
el Papa Benedicto XVI celebraba en 2006 el 75 aniversario de la fundación de esta
emisora, mañana, junto a todos nuestros oyentes, conmemoraremos los 77 años de esta
Radio que fue en onda por primera vez el 12 de febrero de 1931, cuando el Papa Pío
XI, con un mensaje profético al mundo, inauguró la primera estación de radio de alcance
universal.
Por Estatuto, a Radio Vaticano se le ha confiado la tarea "de anunciar
con libertad, fidelidad y eficacia el mensaje cristiano y conectar el centro de la
catolicidad con los diversos países del mundo, difundiendo la voz y las enseñanzas
del Romano Pontífice, informando sobre la actividad de la Santa Sede, haciéndose eco
de la vida católica en el mundo y contribuyendo a valorar los problemas del momento
a la luz del magisterio eclesiástico y con constante atención a los signos de los
tiempos". Así lo recordaba el Siervo de Dios Juan Pablo II evocando las palabras de
otro Siervo de Dios, Pablo VI, a considerado el segundo fundador de Radio Vaticano,
con ocasión del 40° aniversario de la emisora: "¡Qué poder adquiere la voz! -dijo
en esa circunstancia-, ¡qué función se ha confiado a la Radio! Nunca ha existido un
servicio más conforme con nuestra misión apostólica que el que vosotros, convertidos
en ministros de la Palabra, hacéis a la causa del Evangelio y de la Iglesia".
“Queridos
miembros de la gran familia de Radio Vaticano, remad mar adentro y no temáis –exhortó
Juan Pablo II- Ante vosotros se abre un futuro no exento de sombras, pero en el que
la esperanza cristiana vislumbra promesas que no defraudan. No os desaniméis ante
las dificultades, la limitación de los recursos y vuestros mismos límites. No os turbe
el cambio cada vez más veloz de escenarios, estructuras, métodos y estilos de vida.
"Duc in altum!, ¡rema mar adentro!". No estáis solos en el servicio a la fe y a la
unidad de los cristianos, en la defensa de la vida y de los derechos humanos, y en
el anuncio de paz a todos los hombres de buena voluntad. Estáis en el corazón de la
Iglesia. Estáis presentes también en mi solicitud y en mi oración diaria”.