Mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma 2008: "Nuestro Señor Jesucristo, siendo
rico, por vosotros se hizo pobre"
Martes, 29 ene (RV).- «Nuestro Señor Jesucristo, siendo rico, por vosotros se hizo
pobre» (2Cor 8,9). Es el Mensaje del Papa para la Cuaresma 2008, presentado esta mañana
en la Oficina de Prensa de la Santa Sede. Este año, en su acostumbrado Mensaje cuaresmal,
Benedicto XVI se detiene a reflexionar sobre «la práctica de la limosna, que representa
una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, un ejercicio ascético
para liberarse del apego a los bienes terrenales».
El responsable de los programas
en lengua española de Radio Vaticano, Padre Juan José Fernández Ibáñez, nos ofrece
una síntesis de este mensaje pontificio:
Uno de los
temas fundamentales del Magisterio de Papa Benedicto XVI es que el cristianismo no
es una teoría. Es una Realidad, Salvífica, Performante. En esta clave el Papa lee
el proceso de renovación interior al que están llamados los cristianos en el período
de la Cuaresma, un tiempo de oración, ayuno y limosna.
Los parágrafos del Mensaje
son seis:
p.1 La Cuaresma es un tiempo en el que profundizar el sentido y
el valor de nuestro ser cristianos. Para redescubrir la misericordia de Dios. Un descubrimiento
que nos impulsa, a nuestra vez, a llegar a ser más misericordiosos hacia los hermanos. Los
pasos concretos que hay que cumplir son la oración, el ayuno y la limosna. El Papa
se detiene en la práctica de la limosna como un modo concreto de salir en ayuda de
quien se encuentra en la necesidad. La limosna nos hace tomar distancias del apego
a los bienes materiales, de modo que no los idolatremos; Así será posible reforzar
la disponibilidad a compartir con los demás cuanto poseemos por bondad divina.
p.2.
Los bienes materiales que poseemos no deben ser considerados como propiedad exclusiva;
tienen una valencia social, según el principio de su destinación universal (Catecismo
de la Iglesia Católica, n. 2404). “Si alguno que posee bienes del mundo, ve a
su hermano que está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en
él el amor a Dios?” (1 Jn 3, 17). En los países en los que la mayoría de la
población es cristiana, este llamamiento a compartir los bienes -con las multitudes
que sufren pobreza y abandono- tiene su significado especial. Es un deber de justicia
antes que un acto de caridad.
p.3. La limosna evangélica no es sencilla filantropía;
ni debe ser un modo escondido para buscar el interés personal y la aprobación de los
demás, o un medio para ponernos nosotros mismos en evidencia. La decisión sincera
de ayudar al prójimo debe realizarse de “modo escondido”, a imitación de Jesucristo,
quien muriendo en la cruz se entregó totalmente por nosotros.
p.4. La limosna,
acercándonos a los demás, nos acerca a Dios y puede llegar a ser instrumento de auténtica
conversión y reconciliación con Él y con los hermanos. Va más allá de “la dimensión
material” y expresa la verdad de nuestro ser: en efecto, hemos sido creados no para
nosotros mismos, sino para Dios y para los hermanos (cf 2 Co 5, 15). La limosna
hace que experimentemos que la plenitud de la vida viene del amor; y lleva a la reconciliación
con Dios porque “la caridad cubre multitud de pecados” (1 P 4, 8).
p.5.
La práctica cuaresmal de la limosna es, por tanto, un medio para profundizar nuestra
vocación cristiana. El amor inspira formas diversas de donación, según las posibilidades
y las condiciones de cada uno, haciendo de nuestra misma vida un don total. p.6.
La Cuaresma invita a todos a crecer en la caridad y a reconocer en los pobres a Cristo
mismo, en uno esfuerzo personal y comunitario de adhesión a Cristo, en cuyo nombre
reside la vida verdadera. Y ser testigos de su amor.