Fallece Su Beatitud Christodoulos, arzobispo de Atenas, el primer primado de la Iglesia
ortodoxa de Grecia en visitar oficialmente al Papa y a la Iglesia de Roma
Lunes, 28 ene (RV).- Ha fallecido en Atenas Su Beatitud Christodoulos, arzobispo de
Atenas y de toda Grecia. Benedicto XVI y el arzobispo fallecido leyeron en la basílica
de San Pedro una declaración conjunta en el año 2006: «anunciar al mundo el Evangelio
de Jesucristo, sobre todo a las nuevas generaciones, pues "el amor de Cristo nos apremia"
(2 Co 5, 14)». Esto es «particularmente importante en nuestras sociedades donde numerosas
corrientes de pensamiento alejan de Dios y no dan sentido a la existencia».
Su
Beatitud Christodoulos, Arzobispo de Atenas y de toda Grecia ha fallecido esta mañana
en la capital griega. Su cuerpo será trasladado a la catedral de Atenas donde durante
tres días los fieles podrán darle su último saludo. El Arzobispo fallecido nació en
1939 y en 1974 fue consagrado obispo cuando tenía 35 años convirtiéndose de esta manera
en el más joven metropolita de la Iglesia Griega. En 1998 fue elegido arzobispo de
Atenas, sucediendo al arzobispo Seraphin, convirtiéndose también en este caso en el
más joven primado de la Iglesia ortodoxa de Grecia. Supo renovar su Iglesia, abriéndola
a la modernidad con las instituciones de comités encargados de profundizar en problemas
respecto a la bioética, la droga, la violencia sobre las mujeres, las madres solteras.
En
campo ecuménico, fue artífice de un importante acercamiento con la Iglesia católica,
acogiendo en 2001 al Papa Juan Pablo II. Su gran deseo era poder intercambiar la visita
del papa Wojtyla a Roma y lo hizo en el 2006, invitado por Benedicto XVI. También
esta vez, el arzobispo hizo marcar otro hito: fue el primer primado de la Iglesia
ortodoxa de Grecia en visitar oficialmente al Papa y a la Iglesia de Roma. En esta
ocasión Benedicto XVI y Cristodoulos dieron lectura en la basílica de San Pedro a
una Declaración conjunta en la que, entre otras cosas, se lee:
«Afirmamos
unánimemente la necesidad de perseverar en el camino de un diálogo teológico constructivo.
En efecto, a pesar de las dificultades que se han constatado, este es uno de los caminos
fundamentales de que disponemos para restablecer la unidad tan anhelada del cuerpo
eclesial en torno al altar del Señor, así como para reforzar la credibilidad del mensaje
cristiano en una época de cambios en las sociedades en que vivimos, pero también de
grandes búsquedas espirituales por parte de un gran número de nuestros contemporáneos,
que también están preocupados ante la creciente globalización, que a veces amenaza
al hombre incluso en su existencia y en su relación con Dios y con el mundo».
De
modo muy especial, el Arzobispo de Atenas y de toda Grecia y Benedicto XVI renovaron
solemnemente el deseo de «anunciar al mundo el Evangelio de Jesucristo, sobre todo
a las nuevas generaciones, pues "el amor de Cristo nos apremia" (2 Co 5, 14) a hacer
que descubran al Señor, que vino a nuestro mundo para que todos tengan la vida y la
tengan en abundancia. Esto es particularmente importante en nuestras sociedades donde
numerosas corrientes de pensamiento alejan de Dios y no dan sentido a la existencia».