El Papa "no va a tratar de imponer de forma autoritaria la fe". Lo afirma Benedicto
XVI en la alocución que habría tenido que pronunciar esta mañana en la Universidad
de Roma “La Sapienza”, pero a cuya visita renunció tras las protestas de un grupo
de profesores y estudiantes
Jueves, 17 ene (RV).- La Santa Sede hizo público ayer el discurso que el Santo Padre
Benedicto XVI tenía previsto pronunciar esta mañana durante su visita a la Universidad
de Roma “La Sapienza”. La visita fue anulada tras las protestas de un grupo de 67
profesores que había pedido que se cancelara el acto, mientras algunos grupos de alumnos
organizaron manifestaciones de protesta en el área de la Ciudad Universitaria para
hoy, día en el que estaba prevista la intervención del Pontífice.
En la intervención
papal -que la Santa Sede envió igualmente al rector de la Universidad “La Sapienza”-
Benedicto XVI recuerda que ésta era la universidad de los Pontífices y hoy "es una
institución laica" con plena autonomía. Y concluye, asegurando que un Papa que acude
a una Universidad "no va a tratar de imponer de forma autoritaria la fe", sino que
su misión es "invitar siempre a la razón, a la búsqueda de la verdad, del bien y de
Dios".
En el texto del discurso que el Papa habría pronunciado, Benedicto XVI
explica que a esta antigua universidad fue invitado precisamente como Obispo de Roma,
por lo cual no puede dejar de hablar como tal. “Ciertamente –afirma el Papa- la ‘Sapienza’
era en una época la universidad del Papa, pero hoy es una universidad laica con esa
autonomía que, en base a su mismo concepto fundacional, ha formado parte siempre de
la naturaleza de la universidad, la cual debe estar ligada exclusivamente a la autoridad
de la verdad”.
Naturalmente, el Papa expresa su gratitud por esta invitación
en la que habría ofrecido una lección. Y en esa perspectiva, el mismo Pontífice afirma
que se había planteado ante todo la pregunta: “¿Qué puede y debe decir un Papa en
una ocasión como ésta?”. Y recordaba que en la lección que ofreció en Ratisbona, él
mismo habló como Papa pero, sobre todo, habló en su calidad de ex profesor de esa
universidad, que consideraba suya, tratando de unir recuerdos y actualidad.
Y
volviendo a su pregunta, “¿qué debe decir el Papa en el encuentro con la universidad
de su ciudad?”, Benedicto XVI afirma que, reflexionando sobre este interrogante, le
había parecido que éste incluyera otros dos: cuya aclaración debería conducir por
sí misma a la respuesta. En efecto, habría que preguntarse, dice el Papa: “¿Cuál es
la naturaleza y la misión del Papado?”. Y además: “¿Cuál es la naturaleza y la misión
de la universidad?”.
Y tras afirmar que no era su intención detenerse demasiado
sobre una larga disquisición acerca de la naturaleza del papado, Benedicto XVI afirma
brevemente que el “Papa es, ante todo el Obispo de Roma y como tal, en virtud de la
sucesión del Apóstol Pedro, tiene una responsabilidad episcopal con respecto a la
entera Iglesia católica”.
A continuación, el Papa agrega que el Obispo –el
Pastor– es el hombre que se ocupa de esta comunidad, que la conserva unida manteniéndola
por el camino que la conduce hacia Dios, tal como el mismo Jesús lo indica, dado que,
para nosotros, él mismo es el camino. Y añade que, precisamente como Pastor de su
comunidad, se ha convertido cada vez más en “una voz de la razón ética de la humanidad”.
Y
aquí, surge inmediatamente -prosigue Benedicto XVI- la objeción según la cual el Papa,
de hecho, no hablaría verdaderamente en base a la razón ética, sino que tomaría sus
juicios de la fe y, por esto, no podría pretender una validez suya para cuantos no
comparten esta fe.
Volviendo a su primera pregunta, Benedicto XVI afirma que
el Papa habla como representante de una comunidad creyente, en la que durante los
siglos de su existencia ha madurado una determinada sabiduría de la vida; habla como
representante de una comunidad que custodia en sí un tesoro de conocimiento y de experiencia
éticos, que resulta importante para la entera humanidad. Y en este sentido –añade
el Obispo de Roma- habla “como representante de una razón ética”.
El Santo
Padre también afirma que cuando “la razón se vuelve sorda al gran mensaje que le viene
de la fe cristiana y de su sabiduría, se vuelve árida como un árbol cuyas raíces ya
no llegan a las aguas que le dan vida”. Pierde el valor por la verdad y, de este modo,
ya no se hace más grande, sino pequeña. Y, esto, aplicado a nuestra cultura europea
significa que si ella sólo quiere auto construirse basándose en el círculo de sus
propias argumentaciones, y a lo que la convence el momento, se separa de las raíces
de las cuales vive, y entonces no se vuelve razonable y más pura, sino que se descompone
y quebranta”.