Martes, 15 ene (RV).- El Cardenal Secretario de Estado entregó idealmente el mensaje
de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz 2008, el domingo pasado, en ocasión
de la celebración que también este año organizó en Roma el Ordinariato militar para
Italia.
La celebración tuvo lugar en la iglesia romana de Santa Catalina
de Siena, siendo ésta la primera vez que es presidida por un Cardenal Secretario de
Estado. En su homilía, el purpurado destacó «las misiones humanitarias al servicio
de la paz» e hizo hincapié en el papel específico de las fuerzas armadas, precisamente
en favor de la construcción de la paz.
En particular, el cardenal Bertone subrayó
que «la paz que anhelamos para la humanidad» es «la paz que no desmayamos en implorar
con la oración y de construir con un incesante esfuerzo. La paz que nace, ante todo,
en nosotros mismos cuando logramos apagar en nuestro corazón el fuego violento del
odio, de la envidia, del egoísmo y de la indiferencia».
Todos anhelamos la
paz, pero la paz verdadera no es una simple conquista del hombre o fruto de acuerdos
políticos y militares. Es, en primer lugar un don divino y al mismo tiempo un compromiso
constante, humilde y generoso, insistió el Cardenal Secretario de Estado, evocando
luego tres importantes aniversarios, como hace Benedicto XVI en su mensaje para la
Jornada Mundial de la Paz de este año.
El 40 aniversario de la institución
por parte del Papa Pablo VI de la Jornada Mundial de la Paz; los 60 años de la Declaración
universal de los Derechos Humanos y el 25 aniversario de la adopción por parte de
la Santa Sede de la carta de los derechos de la familia.
Destacando también
el ‘ministerio de paz’ que desarrollan los capellanes militares, el cardenal Bertone
expresó el anhelo de que «la paz verdadera sea Evangelio, buena noticia, mensaje de
salvación para todos. En particular, recordó el purpurado «para nosotros los cristianos,
es Cristo nuestra Paz. Él hizo caer las barreras de la división y de la indiferencia
recíproca. Él unió a pueblos diversos en el vínculo del único amor».
Refiriéndose
nuevamente al mensaje de Benedicto XVI, el cardenal Secretario de Estado puso de relieve
el papel de la familia como inspiradora de la paz entre las naciones y como impulsora
de la construcción de la única comunidad humana, constituida por todos los pueblos
de la tierra. Es en la familia – fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una
mujer – donde se experimentan los cimientos de la paz: la justicia y el amor, así
como la autoridad ejercida por los padres, el servicio y la ayuda al que tiene necesidad,
la acogida y el perdón.
Reiterando los estrechos lazos entre familia, sociedad
y paz, el cardenal Bertone recordó la necesidad de medidas concretas que tutelen los
valores y derechos de la institución familiar por el bien de toda la comunidad internacional.