Inicia la Congregación General de la Compañía de Jesús durante la cual se elegirá
al nuevo prepósito general
Lunes, 7 ene (RV).- Se ha abierto esta mañana con una liturgia eucarística en la Iglesia
del Gesù de Roma, presidida por el cardenal Franc Rodé, prefecto de la Congregación
para los Institutos de Vida Consagrada y la para las Sociedades de Vida Apostólica,
la XXXV Congregación General de la Compañía de Jesús, durante la cual se elegirá a
su nuevo superior, que sustituirá al padre Peter-Hans Kolvenbach, y se tratarán temas
de interés relativos a la misión y al futuro de la orden.
En la homilía de
la misa, el cardenal Rodé ha recordado precisamente que “la elección de un nuevo Prepósito
general tiene un valor fundamental para la vida de la Orden”, y que esta “es la segunda
vez en la historia” de la Compañía, fundada en 1540 por san Ignacio de Loyola, “que
se reúne una Congregación general para elegir un nuevo Prepósito general viviendo
todavía el predecesor”.
El cardenal Franc Rodé ha señalado que esta Congregación
se reúne también “para tratar materias importantes y muy difíciles que afectan tanto
al cuerpo de la Compañía, como también al modo con el cual actualmente esa procede”.
Temas fundamentales como son “la identidad del Jesuita hoy, el significado y los valores
del voto de obediencia al Santo Padre que desde siempre ha cualificado a esta Familia
religiosa, la misión de la Compañía en el contexto de la globalización, de la marginación,
la vida comunitaria, la obediencia apostólica, la pastoral vocacional, y otras temáticas
importantes”.
“Vosotros no trabajáis sólo para dar una calificación religiosa
y apostólica a vuestros hermanos Jesuitas -ha advertido el cardenal: “son muchos
los Institutos de vida consagrada que participan de la espiritualidad ignaciana y
miran con atención a vuestras elecciones; como son muchos también los futuros sacerdotes
que se preparan en vuestras universidades; y son muchas las personas que frecuentan
vuestros centros educativos con el deseo de encontrar una respuesta a los desafíos
que la ciencia, la técnica, la globalización, la inculturación, el consumismo, la
miseria, ponen a la humanidad, a la Iglesia y a la fe, con la esperanza de recibir
una formación que los haga capaces de construir un mundo de verdad y de libertad,
de justicia y de paz”.
Ante esta responsabilidad, el prefecto del Dicasterio
de los religiosos ha aconsejado a los jesuitas que su “trabajar ha de ser eminentemente
apostólico, con una amplitud universal bajo el aspecto humano, eclesial y evangélico”,
y que debe ser siempre realizado a la luz del carisma ignaciano, en modo tal que la
creciente preparación de los laicos a sus actividades no oscurezca esta identidad,
sino que la enriquezca con la colaboración”.
El cardenal Rodé ha constatado
que “la vida consagrada continúa siendo un don divino que la Iglesia ha recibido
del Señor, y por lo tanto la Iglesia desea vigilar con solicitud para que el carisma
propio de cada Instituto se conozca cada vez más y, con los necesarias adecuaciones
a los tiempos actuales, se mantenga siempre intacto en la propia identidad”. Considerando
las palabras de san Ignacio, el purpurado ha añadido que “la autenticidad de la vida
religiosa se caracteriza por el seguimiento a Cristo y la consagración exclusiva a
Él y a su Reino” y que “no se puede separar la consagración al servicio de Cristo
de la consagración al servicio de la Iglesia.
Luego, con “tristeza e inquietud”,
el cardenal ha subrayado dos elementos para profundizar: “el sensible decaimiento
en algunos miembros de las Familias religiosas de sentirse cum Eclesia” y por otra
parte, “el creciente alejamiento de la Jerarquía”. Respecto al primer punto, el
cardenal Rodé ha indicado que está en las manos de los miembros-delegados de la 35
Congregación General de la Compañía de Jesús el restaurar el “sensus Ecclesiae”
y que “el amor a la Iglesia en toda la extensión de la palabra no es un
sentimiento humano que va y viene, sino un amor fundado sobre la fe, sin el cual no
puede existir el amor por la Iglesia”. Respecto a la jerarquía, el purpurado ha recordado
que “la obediencia religiosa se comprende sólo como obediencia en el amor; y que el
núcleo fundamental de la espiritualidad ignaciana consiste en reunir el amor de Dios
con el amor a la Iglesia jerárquica”.
Ante las nuevas y urgentes necesidades
que tiene que afrontar hoy la Iglesia, el cardenal ha mencionado una, que a su juicio
es hoy urgente y que ha propuesto a la consideración de la Congregación General de
la Compañía: “la necesidad de presentar a los fieles y al mundo la auténtica verdad
revelada en la Escritura y en la Tradición”. Y a este respecto, ha señalado “vigilar
sobre la doctrina en las revistas y las publicaciones”, advirtiendo “que lo hagan
a la luz y según las reglas para sentir cum Ecclesia, con amor y respeto”.
Ante la “separación siempre creciente entre fe y cultura que constituye un
impedimento grave para la evangelización”, el cardenal Franc Rodé ha afirmado que
“una cultura llena del espíritu cristiano es un instrumento que favorece la difusión
del Evangelio y la fe en Dios”. Y que la Compañía, “que se ha colocado siempre en
la encrucijada entre la Iglesia y la sociedad, entre la fe y la cultura, entre la
religión y el secularismo”, “no debe abandonar este reto”.
“Somos conscientes
que la tarea es difícil, incómoda y arriesgada, y a veces poco apreciada, si no mal
entendida, -ha dicho el purpurado- pero es una tarea necesaria para la Iglesia”. No
es posible transformar el mundo, ni responder a los retos de un mundo que ha olvidado
el amor, sin estar bien enraizados en el amor. El cardenal ha terminado su homilía
invitando a los jesuitas a “mantener y desarrollar su carisma:”contemplativos en la
acción”