Entrevista al Padre General de la Compañía de Jesús quien dejará su puesto tras más
de 25 años
Viernes, 4 ene (RV).- El Padre General de la Compañía de Jesús, P. Peter-Hans Kolvenbach,
dejará su puesto como máximo responsable en el gobierno de la orden próximamente tras
más de 25 años en el cargo. Entrevista del responsable de los programas en lengua
española de Radio Vaticano, el P. Juan José Fernández Ibáñez. Escuchar entrevista
completa RV.-
La compañía de Jesús tiene una gran tradición en el campo de la educación. ¿Sigue
siendo esto verdad hoy y cómo?
PK.- La red de instituciones
educativas de la Compañía de Jesús es tan extensa que muchos piensan que los jesuitas
pertenecen a una Orden religiosa fundada para el apostolado educacional. Sin embargo
no es así. El primer colegio de la Compañía no abrió sus puertas, en Messina, hasta
1548, ocho años después de la aprobación papal. Pero a partir de entonces, Ignacio
y sus compañeros cayeron en la cuenta que para llevar a cabo el fin apostólico al
que querían dedicarse (“”ayudar a las almas”) le educación de la juventud era un campo
privilegiado. El desarrollo de la actividad educativa adquirió un volumen y una importancia
enormes que continuó durante los años posteriores. Actualmente unos 4.000 jesuitas
están dedicados a la enseñanza.
La fama de colegios jesuitas “elitistas” se
sometió a una importante renovación en la Congregación General 34 (1995) en virtud
de la cual un elevado número de colegios ha abierto sus puertas a estudiantes de
grupos sociales económicamente débiles. Las escuelas de “Cristo Rey” en Estados Unidos
de América,y las de “Fe y Alegría” en diversas partes del mundo, con una presencia
de gran importancia en Latinoamérica, se han distinguido por una estrategia creativa
y novedosa que facilita a jóvenes con expectativas limitadas por su precariedad económica,
el acceso a una educación que lleva incluso a instituciones universitarias. Rectificando
una estrategia que favorecía la calidad académica, la Compañía ha entrado en instituciones
con programas de adultos, de alfabetismo y de educación primaria. “Fe y Alegría”,
por ejemplo, trabaja en 16 países de Latinoamérica con una población estudiantil de
1,366,077 en 1603 poblaciones. RV.- La relación entre fe y razón
es uno de los grandes temas de este pontificado, y es decisivo para el papel de las
religiones en el mundo moderno. ¿Cómo afrontan los jesuitas este problema?
PK.-
Los jesuitas tienen un campo privilegiado para llevar a cabo la búsqueda de esa relación
que Su Santidad Benedicto XVI ha señalado como uno de los temas que marcará este pontificado:
las muchas universidades de todo el mundo que necesariamente tienen que enfrentarse
con este difícil diálogo entre fe y razón..
En otros tiempos la teología y
la filosofía eran consideradas como ciencias que estaban íntimamente relacionadas
con una escala de valores humanos. Hoy son las ciencias llamadas positivas las que
se arrogan la transmisión de los fines y valores de la vida humana.
Sin poner
obstáculos al rigor científico en la investigación, la responsabilidad de una universidad
de inspiración cristiana está llamada a la búsqueda de la verdad en su totalidad y,
por tanto, a considerar el alejamiento de las ciencias con respecto a la fe cristiana.
Como Blas Pascal ha dicho, “hay algo en el hombre que supera infinitamente al hombre”.
Esto indica que no se puede prescindir de una fe trascendente para dar sentido a la
vida humana. Del Evangelio de Jesús de Nazaret recibimos una luz y una cierta comprensión
acerca del inevitable misterio que envuelve nuestra existencia. Entre el misterio
y el absurdo optamos por el misterio; un misterio que sin poder demostrarlo por la
razón es eminentemente razonable.
Juan Pablo II nunca aceptó el principio de
división y separación entre la revelación y la razón. Jamás quiso admitir que la razón
esté encerrada en el espacio de la “pura religiosidad”.
En este esfuerzo intelectual
que es prerrogativa de la universidad cristiana, los jesuitas del siglo XX están dispuestos
a seguir la pauta marcada por Benedicto XVI en busca de una fe que ilumina y corona
los esfuerzos de la razón.