2007-12-22 17:01:37

Reflexiones en familia


Viernes, 21 dic (RV).- En pocos días es Navidad y para muchas personas es una época maravillosa de alegría y regocijo, pero para otras es un período de nostalgias y tristezas.

Antonia tiene 35 años y es soltera. Aunque posee un carácter amigable y una sonrisa cálida en todo el año, cada vez que llega diciembre su estado de ánimo cambia, pues se sumerge en una especie de aislamiento en el que combina el mal humor con las lágrimas. Para ella la Navidad es un momento catastrófico. "Estas fechas me producen una especie de tristeza y vacío. Durante la Nochebuena o Año Viejo vivo horas y momentos en los que me siento muy desolada".

La experiencia de sentirse triste en navidad como Antonia es más común de lo que creemos. Según la organización Mundial de la Salud, OMS, se calcula que más de 121 millones de personas en todo el mundo sufren este trastorno, y la temporada decembrina abre viejas heridas y promueve en muchos la sensación de soledad.

Según algunos psicólogos, está demostrado científicamente que en fechas como Navidad, las tristezas son más fuertes y hay un factor principal desencadenante: durante el año, la gente deja acumular sus conflictos psicológicos y cuando llegan los días festivos, el consumo de alcohol junto a la nostalgia por los seres queridos potencian los trastornos del humor.

Las presiones sociales navideñas también inciden en los estados depresivos. Las expectativas de alegría de un "mundo perfecto y feliz" expuestas a través de películas o comerciales o la ansiedad por comprar y gastar aunque no se tenga dinero, muchas veces chocan con la realidad particular de los individuos y producen un quiebre emocional.

Hay que tener en cuenta además, que en nuestras sociedades los seres humanos estamos cada vez más solos. Los divorcios son más comunes y muchas familias están destrozadas. Si eso lo contrastamos con la alegría que se ve en televisión o, peor aún, si escuchamos las canciones tristes que ponen en esta época del año, es lógico que quienes tengan historias personales difíciles se vean más afectados y vivan estados depresivos y de tristeza.

Los cambios de humor pueden asociarse también con una baja autoestima. Las personas con poca autoestima se perciben
a sí mismas y perciben al mundo en forma pesimista. Las personas con poca autoestima y que se abruman fácilmente por el estrés están predispuestas a la depresión.

Aquí es necesario puntualizar que no toda tristeza es síntoma de depresión y que no hay que alarmarse si durante Nochebuena se suelta una lágrima escuchando un disco. Sin embargo, se debe estar muy atento a ciertos síntomas que indican que hay un problema mayor. Por ejemplo si la tristeza es recurrente, si no tienes deseos de levantarte de la cama, si comes en exceso o dejas de hacerlo por ansiedad, si no duermes o duermes demasiado, o si alguno de estos síntomas se mantienen más allá de las festividades, entonces se debe buscar ayuda profesional porque podría estar entrando en una depresión. Y la depresión es una enfermedad grave y silenciosa, que si no se trata a tiempo puede ser tan destructiva como el cáncer.

Los especialistas recomiendan a la familia involucrarse con quien padece o presenta estos síntomas, ya sea en Navidad o fuera de ella. Un artículo publicado en la revista Psychology Today asegura que "los familiares pueden ser las fuerzas más importantes de cuidado, tratamiento y cura de una persona deprimida y son cruciales para ayudar a reconocer y tratar este desorden (…) porque contribuyen a crear la atmósfera emocional de la persona deprimida".

Compartamos en familia está fiesta de Navidad, solo el amor y la unión familiar permitirán que nos cuidemos unos a otros, que nuestras tristezas, compartidas, sean más llevaderas.

Textos: Alma García







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