2007-12-20 15:53:05

Mensaje de Navidad del Patriarca Latino de Jerusalén, Michel Sabbah


Jueves, 20 dic (RV).- Celebramos la Navidad renovando nuestra fe en Jesús nacido en Belén, el Verbo de Dios hecho hombre, Príncipe de la paz y Salvador de la humanidad, en la alegría fundada en nuestra esperanza de ver días mejores. En su Mensaje para la Navidad de este 2007, el Patriarca Latino de Jerusalén, Michel Sabbah hace hincapié en que «ante los múltiples desafíos de esta Tierra Santa, Dios está con nosotros, no estamos abandonados en medio de las dificultades cotidianas, bajo la ocupación y en la inseguridad y las privaciones que de ello provienen».

Tras reiterar que «el mandamiento del amor que nos fue dado por Jesús, continúa siendo válido hoy, en nuestros días difíciles, el mensaje recuerda que este amor nos ayuda a «ver el Rostro de Dios en toda persona humana, de toda religión y de toda nacionalidad». Un amor que es al mismo tiempo «capacidad de perdonar y la valentía de reclamar todos nuestros derechos, aquellos que son dados por Dios a toda persona y comunidad». Como el don de la vida, de la dignidad, de la libertad y de la tierra.

Exhortando a trabajar con todos por la construcción de la paz, con una atención especial hacia los que sufren privaciones y pobreza, el Patriarca Michel Sabbah destaca que a pesar de que parezca imposible, «nosotros creemos que la paz es posible»: «Palestinos e israelíes son capaces de vivir juntos en paz, cada uno en su territorio, cada uno gozando de su seguridad, de su dignidad y de sus derechos. Pero para llegar a la paz, hace falta también creer que israelíes y palestinos son iguales en todo, con los mismos derechos y los mismos deberes y que, finalmente, hace falta tomar las sendas de Dios que no son las sendas de la violencia sea del Estado o generada por el extremismo».

«Toda la región, a causa del conflicto en Tierra Santa, está convulsionada. En el Líbano, en Irak, como aquí, parece que las fuerzas del mal están desencadenadas y decididas a continuar su marcha por las sendas de la muerte, de la exclusión y de la dominación», reitera el Patriarca de Jerusalén. Haciendo hincapié en que «a pesar de todo ello, creemos que Dios no nos ha abandonado a todas estas fuerzas del mal» el mensaje es una exhortación a trabajar sin cesar por el bien y la paz en la tierra.    

Recordando el nuevo esfuerzo de paz emprendido en estas últimas semanas, el Patriarca Michel Sabbah afirma que «para que el mismo tenga éxito, hace falta que haya una voluntad decidida de hacer la paz». Pues «hasta ahora, no ha habido paz, sencillamente por falta de voluntad de hacerla».

Asimismo, el Patriarca Latino de Jerusalén pone en guardia contra la creación de estados religiosos en esta tierra»: «En esta Tierra, santa para las tres religiones y para los dos pueblos, no pueden establecerse Estados religiosos «porque un Estado religioso excluiría o pondría en condiciones de inferioridad a los creyentes de las otras religiones. Todo Estado que excluya al otro o discriminase contra él no es conveniente para la tierra hecha por Dios santa para toda la humanidad», recuerda el Patriarca Sabbah, dirigiéndose luego a los responsables religiosos y civiles: «Los líderes religiosos y políticos deben comprender la vocación universal de esta tierra, en la que Dios nos ha reunido en el curso de la historia». Tienen que saber que la santidad de esta tierra consiste no en la exclusión de una u otra de las religiones, sino en la capacidad de cada religión, con todas las diferencias, de acoger, de respetar y de amar a todos aquellos que habitan esta tierra.

El Patriarca Latino de Jerusalén recuerda también el deber de acoger a los peregrinos del mundo y el problema «jamás resuelto» de las visas de entrada en el país para los sacerdotes, los religiosos y las religiosas que tienen, por su fe, en esta tierra, obligaciones y derechos.

El Mensaje termina pidiendo a Dios, que «la gracia de Navidad pueda iluminar a todos los gobernadores de esta tierra. Para todos nuestros fieles, en todas las partes de nuestra diócesis, que la Navidad sea una gracia que renueve su fe y les ayude a vivir mejor, y particularmente a vivir mejor todas sus obligaciones en sus sociedades».








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