En su audiencia a los postuladores de las Causas de beatificación y canonización,
el Papa evidencia como “los santos crean nuevos santos y la santidad siembra alegría
y esperanza en un mundo sediento”
Lunes, 17 dic (RV).- A última hora de la mañana el Papa ha recibido en la Sala Clementina
del Vaticano al Colegio de los Postuladores de Causas de Beatificación y Canonización
de la Congregación de las Causas de los Santos. “Los santos crean nuevos santos y
la santidad siembra alegría y esperanza en un mundo que está sediento”. Con palabras
de gran profundidad, Benedicto XVI ha reflexionado sobre el trabajo desarrollado por
los miembros de este dicasterio, recibidos en el palacio pontificio. Hace 25 años,
Juan Pablo II reformaba con la Constitución apostólica Divinus perfectionis Magister
los procedimientos que hoy llevan al reconocimiento de las virtudes y por tanto a
la beatificación o a la canonización de un testigo del Evangelio.
Se trata
de procedimientos concernientes a la búsqueda de documentos y testimonios en grado
de avalar aquel fumus de santidad que acompaña la vida, la muerte, y a veces incluso
el martirio, de algunas figuras excepcionales que han consagrado la vida a Dios y
al servicio de la Iglesia. Benedicto XVI ha celebrado estos 25 años ante un numeroso
grupo de técnicos provenientes del Colegio de los postuladores, es decir, de aquellas
personas encargadas de verificar con objetividad y de manera completa las pruebas
que demuestren la excelencia de los candidatos a la santidad.
Pero sobre todo
la audiencia ha sido la ocasión para reflexionar sobre la santidad en sí y sobre el
hecho de que “en los últimos decenios -ha observado el Papa- ha aumentado el interés
religioso y cultural por los campeones de la santidad cristiana” que de vez en cuando
vienen propuestos a los fieles de la Iglesia: “Los santos y los beatos, confesando
con su existencia a Cristo, a su persona, su doctrina y permaneciendo estrechamente
unidos a Él, son casi como una ilustración viviente de uno y de otro aspecto de la
perfección del divino Maestro”.
De estos ejemplos de perfección evangélica
-o como ha dicho el cardenal Saraiva Martins “de estos latidos del corazón de la Iglesia”-
tiene ciertamente necesidad también nuestro tiempo -ha proseguido el Papa. “Los santos
-ha afirmado dirigiéndose a los postuladores- si se presentan claramente en su dinamismo
espiritual y en su realidad histórica, contribuyen a hacer más creíble y atrayente
la palabra del Evangelio y la misión de la Iglesia”. Y pueden generar una deseable
imitación: “El contacto con ellos abre el camino a verdaderas resurrecciones espirituales,
a conversiones duraderas y al florecimiento de nuevos santos. Los santos normalmente
generan otros santos y la proximidad a sus personas o aunque sea sólo a sus huellas,
es siempre saludable: depura y eleva la mente, abre el corazón al amor hacia Dios
y a los hermanos. La santidad siembra alegría y esperanza, responde a la sed de felicidad
que los hombres, también hoy, advierten”.
Benedicto XVI ha finalizado su discurso
llamando a la conciencia de cada uno de los postuladores sobre el valor de la “rectitud”
en cuanto finalizada únicamente a “la búsqueda de la verdad”. Para ello -ha dicho
el Papa- es necesario “competencia, profesionalidad, capacidad de discernimiento y
honestidad en ayudar a los obispos diocesanos y al Dicasterio de las Causas de los
Santos en la investigación procesal de la verdad instruyendo informes completos, objetivos
y válidos tanto desde el punto formal como substancial”.